Capítulo 17

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Tras casi 3 horas en coche, sentía mis piernas dormidas no, lo siguiente. Y no fue lo único que realmente se durmió durante el viaje. Una mano me levantó de un breve sueño. Levanté mi cabeza y vi a Sarah intentando despertarme. Llevé una de mis manos a mi ojo y me comencé a desperezar.

— ¿Ya estamos en Nueva York?—Pregunté incorporándome, ella asintió.

Miré por la ventanilla del coche. Vi grandes edificios, realmente nos encontrábamos en pleno Manhattan. Parpadeé un par de veces mirando por la ventana, pues nunca tuve ocasión de venir, a pesar de que viajé muchísimo. Mi vida había dado tantas y tantas vueltas que realmente no sabía en qué acababa o qué empezaba. Hace poco más de un año y medio estaba planificando mis vacaciones por México con Gerard, el hombre que amaba. Hoy iba a viajar de Nueva York a Australia con Tyler, el hombre que no puedo quitarme de la cabeza.

—Nena, es hora de bajar del coche. —Dijo Sarah, y consiguió despertarme de todos mis pensamientos.

La miré y educadamente la seguí. Tomé mi maleta del maletero del vehículo y alcé la vista al frente. Estábamos en la puerta de un lujoso hotel, el cual hasta justo en ese instante había sido invisible para mí.

Miré en ese instante algo confusa a Tyler, el cual aparecía detrás de mí.

—Esta noche la pasaremos aquí, corre a cargo de la empresa Blue. Hasta mañana por la mañana no sale el vuelo a Australia.

Sarah y yo asentimos como dos mascotas bien educadas. Entramos en el hotel y nos dirigimos a nuestras habitaciones. Tomé una copa de vino que había en el mueble bar y me senté en la cama.

Un mal pensamiento inundó mi cabeza. ¿Entraría Tyler en mitad de la noche a mi habitación y me haría suya? ¿Habría un error en las habitaciones y tendríamos que compartir? Deseaba que él entrase y no hubiese más rodeos, que me provocase y lo tuviese para mí esa noche, y las siguientes y las que restaban.

Pero no, por  supuesto que no vino. Yo dejé de beber y acabé durmiendo como si fuese una marmota. Si entró, ni me enteré.

A la mañana siguiente, el horrible sonido del despertador inundó el dolor de mi cabeza. ¿Me habría pasado bebiendo? Quizás.

Una buena ducha, recogí mis pertenencias y bajé a la hora acordada para marchar a Sidney. Me quedaban más de 20 horas de vuelo, ya habría tiempo para descansar.

Tyler esperaba en recepción, por lo que cuando llegué este esbozaba una sonrisa, yo no hice ni media debido a mi dolor de cabeza. Él me miró sorprendido y yo intenté ignorarlo.

— ¿Bebiste anoche? —Preguntó casi en una sonrisa.

—Te cobrarán una botella de vino, pásame la factura ¿si?

—No me digas que hiciste una fiesta en tu habitación y no invitaste. —Susurró a la vez que me tomó por la cadera atrayéndome hacia él.

Sentí su cercanía y no pude evitar girar mi cabeza hacia arriba para mirarle a los ojos.

—Una fiesta a la que solo asistí yo. —Susurré perdida en sus ojos.

—Podrías haberme invitado. —Acercó su cara y me acorraló con sus brazos, terminando de acercarme por completo.

Podría haberle invitado, quería haberle invitado. ¿Debía haberle invitado? Él, yo, una botella de vino y mi cama. ¿Cómo acabaría eso? Seguro de la manera más excitante del mundo.

Por suerte, llegaron el resto del equipo y él tuvo que separarse de mí, a regañadientes, por supuesto.

El camino hacia el aeropuerto fue algo silencioso. Sarah sostenía su móvil en su mano derecha y no dejaba de mandar mensajes. Tyler miraba algunos papeles de una carpeta. Y yo lo observaba embobada. ¿Por qué estaba tan jodidamente sexy? Deseaba quitarle la corbata, sin importarme que estuviese en ese momento Sarah. Deseaba quitarle le camisa y besar su perfecto cuerpo.

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