Día Uno

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El estacionamiento estaba lleno de padres descontentos esperando que los agentes penitenciarios llevaran a sus hijas adolescentes a la Instalación Juvenil para Chicas Sapling Hill, más conocida como el Campamento de Chicas. Camila había pasado las dos semanas desde la sentencia en Crestwood, incapaz de ver a su madre. Ahora tenía solo unos minutos antes de que la subieran al autobús y la enviaran al norte a lo que otros adolescentes habían descrito como 'un infierno con muchos árboles'. Para su molestia, Sinuhe Cabello pasó esos minutos llorando al ver a su hija con un mono naranja y grilletes.

–Así es, haz una escena– dijo Camila, poniendo los ojos en blanco mientras su madre sacaba otro pañuelo.

–Te dije que deberíamos haber contratado a un abogado privado en lugar de ir con el Defensor Público– dijo su madre, secándose las lágrimas que se derramaban de sus ojos. –Ahora mírate.

–Son seis meses, mamá. Puedo hacerlo parada en mi cabeza– Camila volvió la cabeza para dejar que el viento le quitara el flequillo rosa de los ojos. –Míralo de esta manera, siempre te estás quejando de que no sabes dónde estoy o qué estoy haciendo. Ahora lo sabrás.

– Grilletes– dijo su madre con tristeza, refiriéndose a las restricciones que mantenían las muñecas de Camila pegadas a sus costados. –Si tu abuelo hubiera vivido para ver esto.

–Sí, sí, sé que soy una gran decepción y una desgracia para la familia– dijo la adolescente, mirando a un guardia cercano.

–Si solo te dieras cuenta de cuán mejores podrían ser las cosas– dijo su madre. – Si solo consiguieras una dirección en tu vida.

–Tengo dirección– espetó Camila. –No necesito que tú ni nadie más me diga cómo actuar y qué hacer. Puedo manejar todo sola por mí misma.

–Eso es suficiente– dijo el fornido guardia mientras se acercaba a la pareja. –Señora Cabello, es hora de que se despida– Él niveló a Camila con una mirada. –Tal vez vayas a limpiar esa boca inteligente tuya y aprenderás algo de respeto en Sapling Hill.

–Sí, y tal vez voy a crecer para ser presidente también, ¿Verdad? – Sacudiendo sus muñecas contra las restricciones, Camila gruñó enojada. –De todos modos, no te importa una mierda, así que aléjate de mí, maldito cerdo.

El oficial de correcciones la agarró del brazo.

–Creo que te sentarás al frente conmigo – dijo. –Señora Cabello, ¿Su abogado le explicó las visitas?

La madre de Camila asintió y sacó otro pañuelo.

–Dijo que tal vez después de los primeros dos meses.

–Le enviarán una carta para informarle, – dijo. –Vamos, boca inteligente.

–¿Cuál es el problema? ¿No puedes conseguir a nadie a menos que las encadenes? – Camila se burlada.

Él la jaló en dirección del autobús.

–Por otra parte, tal vez no tienes nada para levantarse en primer lugar.

–Oh sí, esa gran boca tuya será bienvenida en Sapling Hill, – dijo, tirando de ella para que se detuviera frente al autobús donde otro oficial estaba de pie con un sujetapapeles en la mano. – Esta es Camila Cabello – dijo. –Ella va directamente al frente.

* * *

Camila estaba furiosa cuando el autobús atravesó las altas puertas de Sapling Hill. Un escupitajo bien dirigido le había ganado una mordaza que provocó risas y comentarios de los otros adolescentes. Ahora el autobús se había detenido y todos estaban fuera excepto ella. El guardia que la subió al autobús y a quien había escupido, ahora estaba hablando con una mujer alta, de pelo corto y negro y vestida con uniforme militar. La mujer asintió varias veces, luego subió al autobús.

Camila Cabello (ADAPTACIÓN CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora