Día Dos

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Camila mantuvo sus ojos enfocados en la asta de la bandera mientras las instructoras caminaban arriba y abajo por las filas de chicas. Para su consternación, se encontró cara a cara con la imponente Instructora Jauregui.

–Dos aciertos para Cabello– dijo. –Sin camiseta, cordones tocando el suelo– Camila cambió su peso de una pierna a la otra y puso los ojos en blanco. -¡AL SUELO Y DAME VEINTE! –Jauregui le gritó en su oído.

Maldita perra, pensó Camila mientras se levantaba. ¿Crees que es divertido hacer flexiones? Trae tu gran culo aquí, hazlas y verás cómo se siente, Perra. Cuando terminó, se levantó y miró al mástil, deseando que se derrumbara mágicamente y aterrizara en la instructora Jauregui.

–Está bien, preséntense para ir al comedor; inspección de cuarteles en treinta minutos– dijo la instructora Jauregui, con gafas de sol espejadas que miraban en dirección a Camila. –He visto los barracones y algunas de ustedes deberían pensar en saltarse el desayuno.

–¡A formar! – dijo la Instructora Jauregui mientras ella y Brooke entraban al cuartel.

–Alinéense al pie de su litera. Kordei, las zapatillas de deporte van a la izquierda del baúl, no a la derecha, Grande, los sombreros no se usan en el interior– Se detuvo en la litera de Camila. – Obviamente, tu madre nunca te enseñó a hacer una cama– dijo, bajando la mano y arrancando la ropa con un tirón firme.

Maldita sea, pensó Camila mientras las colchas salían volando.

–Hazlo de nuevo– dijo la instructora de cabello oscuro.

Camila se inclinó y tomó la sábana, luego la extendió sobre el catre y comenzó a meterla por los costados.

–Espera– dijo Jauregui, liberando la sábana. –Mírame. Haz la manta y la sábana juntas. Mete el fondo primero, luego haz una esquina cerrada aquí– demostró. – Luego los lados. Sin arrugas y se puede rebotar una moneda encima.

–Sí, señora– dijo Camila, pensando en que era una tontería preocuparse por cómo se hace una cama.

–Ahora lo haces– dijo la instructora Jauregui, volviendo a desnudar la litera.

–Sí, señora. – Recogiendo las sábanas, Camila las extendió sobre la cama. Metió la parte inferior, luego hizo una esquina menos que perfecta y empujó la manta por los lados.

–¿Crees que si sacara una moneda rebotaría en eso? – Jauregui preguntó.

–No, señora. – ¿A quién le importa? La Instructora Jauregui entonces agarró la parte superior de la manta y quitó la ropa de cama nuevamente.

–Ahora hazlo correctamente.

–Sí, señora. – Perra. Camila levantó la manta del suelo.

–¡Atención! –La adolescente saltó a la atención, la manta todavía agarrada en su mano. –Será mejor que aprendas a frenar esa actitud de culo tuya ¡Y AHORA MISMO! – le gritó a Camila al oído. –Hazlo bien y no tendrías que volver a hacerlo. ¿ENTIENDES?

–Sí, señora. – Perra.

–No estoy segura de que lo hagas, Cabello. ¡PERO LO HARÁS, AUNQUE TENGA QUE GRITARTE CADA SEGUNDO! Ahora dejas eso y me das diez. ¡Ahora mismo!

Camila cayó al suelo. Puta de mierda.

–Cuenta en voz alta, Cabello.

–Uno, señora– Espero que seas atropellada por un autobús. – Dos, señora– Y después de que te atropellen ... –Tres, Señora– ... retrocedan ... –Cuatro, Señora– ... y te atropellen de nuevo. –Cinco, Señora– Vete al infierno –Seis, señora– Te odio. –Siete, señora– ¿Por qué no puedes dejarme en paz? –Ocho, señora– Perra. –Nueve, señora– Cáete muerta. –Diez, Señora.

Camila Cabello (ADAPTACIÓN CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora