Seis Semanas II

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Jauregui abrió la enfermería y extendió la mano para encender el interruptor de la luz.

–¿Alguna de ustedes ronca?

–No, señora–, dijeron Camila y Normani al unísono.

–Bueno. – Jauregui levantó una bolsa enrollable y entró. –El baño está al final del pasillo, las camas están allí–, dijo, señalando la gran sala frente a ellos. –Tienen cinco minutos cada una para hacer lo que necesitan en el baño y luego se apagará la luz. Continúen, elijan una litera.

–Bien por nosotras, – susurró Camila cuando ella y Normani entraron en la sala, una gran sala que contenía las cuatro camas de la enfermería.

–Entonces, si alguien está enferma, ¿la van a poner aquí con nosotras? – Normani preguntó, retirando las sábanas de una cama cerca de la ventana y completamente inconsciente de que la instructora las había seguido hasta la habitación.

–Las camas tienen ruedas, así que, si tenemos que movernos a una habitación diferente, podemos–, dijo Jauregui, dejando caer su bolso en la cama frente a la de Camila. –Pero mañana tendré colchones nuevos aquí, así que no será un problema.

–Quizás Grenner nos hizo un favor–, dijo Kordei. –Ese viejo colchón estaba lleno de bultos como el infierno... uh, señora.

–Ese 'favor' terminará costando al Estado más de doscientos dólares por litera–, dijo Jauregui, abriendo la bolsa y sacando un pijama azul claro. –Eso, cuando ustedes dos realmente comiencen a trabajar, serán doscientos dólares cada uno de sus impuestos siendo arrojados al inodoro debido a esta tontería. Doscientos dólares que podrían usarse para proporcionar alimentos y refugio a personas sin hogar, libros para las escuelas, transporte y comida a los ancianos, o una docena de otras cosas buenas que ayudarían a las personas en lugar de ser utilizadas para reemplazar equipos destruidos sin ninguna razón –. Ella tiró de la manta hacia atrás, revelando el blanco puro de las sábanas de la enfermería. –Así que no creas que alguien te hizo un favor, Kordei.

–Sí, señora–, dijo Normani.

–¿Bien, señoritas? No se queden ahí paradas, si necesitan el baño, vayan ahora–, dijo Jauregui.

–Estoy lista, señora–, dijo Normani, arrastrándose entre las sábanas.

–Yo también, señora–, dijo Camila. Y si no, esperaré hasta la mañana.

–Ya vuelvo–, dijo Jauregui, recogiendo el pijama y un kit de artículos de tocador. –Traten de no destruir el lugar mientras estoy fuera.

Tan pronto como la instructora salió de la habitación, Camila se acercó a la litera de Normani.

–Voy a matar a Grenner por esto.

–Sí, quién sabe cuántos días le llevará al estúpido Estado conseguir nuevos colchones aquí–, dijo Normani. –Y vamos a tener que aguantar Terror o a la enana de mierda.

–Esto es tan falso–, dijo Camila. –No hicimos nada malo y tenemos que pasar la noche con la Perra Reina a cinco pies de distancia–.

–Solo espero que ella no ronque–, dijo Normani.

–Joder–, dijo Camila. –Esa sería el colmo.

*   *   *

–Oficina de Servicios Generales, ¿cómo puedo dirigirme a usted?

Jauregui había estado escuchando música durante tanto tiempo que las palabras tardaron un segundo en registrarse.

–Sí, mi nombre es Lauren Jauregui, Instructora principal de la Instalación Juvenil de Sapling Hill. Necesito que me envíen dos colchones de inmediato.

Camila Cabello (ADAPTACIÓN CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora