Camila Cabello (ADAPTACIÓN CAMREN)

Dos Meses I

–¡Firmes! – dijo Jauregui. –muy bien, sé que muchas de ustedes están muy entusiasmadas, pero esto es una formación. Los padres llegarán aproximadamente a las 1000 horas. Espero que todas ustedes muestren su mejor comportamiento. Aquellas que no están esperando a nadie, deberán estar en la sala de recreación o en sus cuarteles a menos que tenga permiso de un instructor para estar en otro lugar.

*   *   *

Camila entró en lo que normalmente era su salón de clases de inglés, entusiasmada por ver a su madre después de una ausencia tan prolongada. Su entusiasmo rápidamente se convirtió en enojo cuando vio al corpulento hombre de pie cerca de la ventana.

–¿Qué está haciendo él aquí?

–Camila, oh Camila, es tan bueno verte– dijo su madre, levantándose de la silla y envolviéndola en un abrazo.

–Mírate. Te cortaste el pelo.

–Me lo cortaron– dijo Camila, mirando al hombre. –No lo quiero aquí.

–Cariño, Bob pidió venir– dijo su madre. –Él se preocupa por ti.

Apartándose de su madre, Camila se metió las manos en los bolsillos y los convirtió en apretados puños.

–No lo quiero aquí.

–Venga, Camilita, sé que hemos tenido nuestros problemas, pero las cosas mejorarán– dijo, alejándose de la ventana y acercándose a ella.

–Aléjate de mí– gruñó, retrocediendo hacia la puerta. –Ma, ¿por qué lo trajiste? Sabes que lo odio.

–Camila, Bob y yo nos hemos reconciliado– dijo su madre.

–¿Tú qué? ¿Estás loca?

–Nos vamos a casar este otoño– dijo Bob. –Justo después de que vuelvas a casa.

La ira fluyó rápidamente dentro de ella.

–De ninguna manera. De ninguna maldita manera estoy viviendo contigo otra vez. Ma, quieres estar con él, está bien. Yo encontraré otro lugar para vivir.

–Camila, por favor– dijo su madre. –Por favor, siéntate y hablemos, ¿Sí?

–Siéntate, Camilita.

Ella presionó los puños más fuerte.

–No me digas qué hacer, hijo de puta– dijo Camila.

–Por favor, no discutan– dijo su madre, sacando un pañuelo de papel de su bolsillo. –Te he echado mucho de menos, Camila. Por favor, siéntate y habla conmigo.

Camila sacó su mano de su bolsillo y tomó la manija de la puerta.

–No mientras él esté aquí.

–¿A dónde crees que vas? – preguntó. –Conduje casi tres horas para traer a tu madre aquí.

–Entonces espera en el maldito automóvil y yo hablaré con mi madre– dijo.

–¿Quién diablos te crees para que me estés hablando así? – Dijo Bob, moviéndose rápidamente para capturar su muñeca en un agarre doloroso. –Ahora siéntate y atiende a tu madre.

–Bob, déjala ir– dijo su madre. –Camila, por favor.

Camila intentó no llorar, pero no pudo evitar gritar de dolor mientras él la obligaba a ponerse de rodillas.

–Deja...me ... ir.

–¿Vas a escuchar a tu madre?

Camila asintió rápidamente.