Dos Meses III

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–Toma asiento–, dijo Jauregui. –Como nada escapa a los ojos de águila de una chica de Sapling Hill, ¿Supongo que has visto el auto que llegó hoy?

–Sí, señora– respondió Camila, preguntándose si tenía algo que ver con el incidente del día de su SAT.

–Ese era el Supervisor de Distrito del IJCF. Él es el jefe de mi jefe–Jauregui se sentó en su silla y no parecía feliz. –Camila, se ha acercado al Fiscal General y es su opinión no presentar cargos ni amonestar a la Oficial Baker.

–Ellos creen en ella–dijo Camila enojada. –No hice nada malo.

–Recuerda dónde estás, Cabello. Me debes diez.

–Sí, señora.

–Y sí, ellos le creen a una agente penitenciaria sin antecedentes de abuso a prisioneros antes que a una adolescente que tiró una silla a un maestro y escupió a otro oficial de correcciones. Y como no terminaste con ningún moretón, no hay suficiente evidencia abrumadora para hacer que piensen diferente.

–Pero no estoy mintiendo– dijo Camila, inclinándose hacia adelante en su asiento. –Pregúntele al hombre que dio la prueba. Él lo dirá, señora.

–Le preguntaron–dijo Jauregui. –Eso solo sugiere que ella no estuvo en el lugar todo el tiempo que estuviste allí. No justifica ningún cargo por abusar de un prisionero mientras estuvo bajo custodia.

–Entonces, ¿No va tener problemas por eso? – Camila preguntó. –¿Qué hay de estar borracha?

–Como no la sometieron a un análisis de sangre sino hasta el día siguiente, no podemos probar que ella hubiera estado bebiendo y teniendo en cuenta su afirmación de que te escapaste con los otros estudiantes y saliste por otra puerta, por lo que no la viste...

–No. Había solo una puerta y ella dijo que estaría en el pasillo. Me senté en esos escalones una eternidad antes de que ella llegara. La vi aparcando. No estaba allí– dijo Camila, levantando la voz. – Señora.

–Baja ese tono–dijo Jauregui. –Si hubieras sido una estudiante de honor que fue recogida y que recibió ese tratamiento áspero, los jefes estarían por todas partes en esto. El problema es que tu registro automáticamente hace sospechoso tu testimonio.

–Entonces, pasara lo que pasara, soy yo la que recibe el castigo, ¿Verdad, señora? Soy la única que fue sometida a desnudarse para cachearla y, es interrogada, registrada en busca de drogas, supervisada y tratada como una criminal– Camila cruzó sus brazos sobre su pecho. –Eso apesta, señora.

–Lo hace– dijo Jauregui. –Pero no te estamos castigando por nada de lo que pasó ese día, Camila. Tenías que ser examinada porque te dejaron sin vigilancia en un lugar público. ¿Y si hubieras colado drogas? ¿Qué culo crees que estaría en el mástil?

Camila frunció el ceño, comprendiendo por qué había sido sometida a una prueba de búsqueda y drogas.

–Las fotos fueron para protegerte– continuó Jauregui. –Para mostrar que habías sido herida y que no era solo un reclamo salvaje de una adolescente que buscaba salir del problema. Mírame. Camila, sé que entiendes lo mucho que te pueden afectar las malas decisiones años después de que todo se haya enderezado, funciona de la misma manera en el sistema correccional.

–Así que estoy siendo castigada por lo que hice antes, señora.

Jauregui negó con la cabeza.

–Es más bien que la Oficial Baker no está siendo castigada por lo que ha hecho antes. Ella se ha librado esta vez, pero está sobre aviso de que otra queja no será tan rápidamente descartada.

Camila Cabello (ADAPTACIÓN CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora