Cuatro Meses II

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–Tu momento favorito del día–dijo Jauregui mientras abría su oficina. –Entonces, ¿De qué deberíamos hablar durante cuarenta y cinco minutos?

–Elegí mi trabajo para inglés, señora– dijo Camila.

–Bien–dijo Jauregui mientras arrojaba su gorra en el gancho y tomaba su asiento habitual detrás del escritorio. –Sabía que lo harías. Veamos, eso tomó diez segundos. ¿De qué otra cosa quieres hablar?

Camila se encogió de hombros.

–No lo sé, señora.

Jauregui se reclinó en su silla.

–Uno de estos días me vas a sorprender y si de hecho quieras hablar sobre algo–dijo–Solo espero no tener un ataque al corazón por el shock–Cogió un sobre de la parte superior de su escritorio. –Aquí. Usted tiene correo–dijo, entregándole a Camila el sobre. –Pensé que querrías abrirlo.

–¿Son mis puntajes en las pruebas? – Preguntó Camila, abriéndola en la perforación.

–Creo que sí– dijo Jauregui, ignorando el deslizamiento. – Vamos, veamos cómo lo hiciste.

Una vez que los tres lados del sobre fueron arrancados, Camila vaciló.

–¿Y si no lo hice bien, Señora?

–Lo hiciste bien– corrigió Jauregui–Te lo he dicho antes, siempre y cuando hagas lo mejor que puedas, eso es lo que importa. Siempre puedes volver a tomarlo. – Se levantó de su asiento y caminó alrededor del escritorio, apoyándose contra él para mirar a la adolescente. –Ábrelo.

Camila miró las partituras.

–7,20 en el verbal, 7,60 en las matemáticas, señora.

–Estás bromeando–dijo Jauregui, tomando el papel para mirarlo. ¿Catorce ochenta combinados? Eso es fantástico.

–¿Lo es, señora?

Jauregui sonrió y devolvió el papel.

–Sí–dijo ella. –Eso y tu GED te llevarán a la universidad.

–Sólo si aprobé el GED–dijo Camila. –Señora.

–Lo pasaste–dijo Jauregui con confianza, empujando el escritorio para regresar a su silla. –Eres demasiado inteligente para no hacerlo y tú misma me dijiste que era una prueba fácil. En este momento solo es cuestión de esperar a que llegue el diploma.

–¿Diploma?

– Tres, dos ...

– Señora.

Jauregui sonrió.

–Sí, Camila. Un diploma. Se llama el Diploma de Equivalencia General, después de todo. – Tomó un pedazo de papel y lo dobló por la mitad, usándolo como un ejemplo. –La mitad superior es el puntaje y su número de certificado y la mitad inferior es su diploma oficial del Estado– Garabateó una nota rápida en el papel. –¿Realmente no sabías eso?

Camila negó con la cabeza.

–No lo pensé. Pensé que solo obtendría algo como esto – Sostuvo los puntajes del SAT. –¿Se ve como un diploma real?

–Un poco más pequeño, pero sí, parece un diploma real porque es uno–dijo Jauregui. –Le diré a tu padre qué tamaño de marco conseguir–Rodeó la nota que había hecho. –Deberías estar orgullosa de ti misma por esos puntajes del SAT, Camila. Por cierto, ¿Qué le pasó a lo de señora? – Se rió por la mirada de pánico en los ojos marrones de la adolescente. –Supongo que obtener los catorce ochenta en el SAT te da un pase gratis hoy. Relájate. –Abriendo el último cajón de su escritorio, sacó la carpeta de Camila. –Necesito hacer una copia de esos puntajes antes de poder guardarlos–dijo. –Quiero ponerlo en tu registro.

Camila Cabello (ADAPTACIÓN CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora