Capítulo 8

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- Háblame de Phillip y Natasha- dijo por fin Camila, cediendo a su curiosidad y quitándose la pena.


-¿Qué quieres saber?


- Primero cómo conoces a Natasha, segundo, cómo se conocieron ellos dos...esas cosas...


- Bueno, a Natasha la conocí por medio de Fred, ¿si te acuerdas de ese verdad?- Camila asintió, tomando un sorbo de su champán. – Bueno, pues conocí a Fred porque su hermano le regaló a su esposa una decoración de su apartamento, para eso contrataron a Volterra, pero yo lo supervisaba; en aquel entonces era la asistente de Volterra...y en eso conocí a Fred y el resto ya te imaginarás cómo fue...conocí, de conocer por primera vez, a Natasha en la fiesta de cumpleaños de Alfred, que Natasha trabajaba, en aquel entonces, en una cosa de organizar fiestas, entonces andaba supervisando, y las dos aburridas en la barra de Bungalow 8...bueno, es que yo pedí un Mint Lemonade y Natasha escuchó y se emocionó porque era primera vez que escuchaba que alguien pedía su mismo cocktail y desde entonces nos pusimos a platicar...y next thing I know, Natasha me buscó para que YO le diseñara su apartamento y desde entonces somos amigas



- Me puedo imaginar a Natasha hablándote sin parar- rió, dándole el último bocado a su cordero.



- Si, fue demasiado de la nada, pero qué bueno que la conocí, somos como hermanas perdidas...nos contamos todo- Camila sonrió, pensando en si Natasha ya sabía lo que había pasado entre ellas dos. – Y Phillip...eso es gracioso. Cuando Natasha entró a trabajar a Project, hubo una reorganización, tanto de personal como de la organización, que fue cuando se convirtió en una matriz, y, en una reunión de reestructuración de presupuesto, Phillip era de los tres que estaban ahí, y una vez la vio; dice que se enamoró de ella, y eso que Natasha sólo entró a dejarle un papel a Heidi...



- ¿Phillip es un acosador entonces?


- Más o menos...Natasha y yo, en aquel entonces, hacíamos demasiadas cosas juntas, porque yo no trabajaba tantas horas al día y porque ella no tenía cuasi esposo...íbamos todas las semanas al Fencing Center...y Phillip supo que íbamos ahí, y se metió a clases de esgrima, era demasiado malo. Un día, me retrasé en Brooklyn, ya no era la asistente de Volterra, y no pude llegar a la clase, Natasha no quiso esperar tanto tiempo porque sino iba a ver a Phillip y en lo que salía, Phillip la interceptó y al fin cruzaron palabras...desde entonces, como una vida entera después, Natasha aceptó comer pizza con él porque estaba lloviendo y no quería mojarse y tenía hambre...Se hicieron novios a los cuatro meses, se acostaron al año y ahora sólo esperan a casarse


- Se ven bien juntos...pero creo que nosotras nos vemos mejor- sonrió, viendo cómo el mesero vertía el último poco de Dom Perignon en ambas copas.


- A simple vista podría decirte que Phillip no es el tipo de Nate, pero cuando conoces a Phillip te das cuenta que está hecho para ella y ella para él...- murmuró, dándole las gracias al mesero. "Quizás así estamos hechas nosotras, tú para mí y yo para ti...pero too son to tell".


- Sí, aunque bueno, no sé quién es más bonito entre ellos dos; si Natasha o Phillip...porque Natasha...no puedes negar que es hermosa, y Phillip, tampoco puedes negar que está guapo, más que tiene un six-pack envidiado por los hombres y adorado por las mujeres...


- Ah, ¿te gusta el six-pack? Yo no tengo uno- rió, bebiendo de su copa hasta el fondo.


- Se ven bien, más así como es Phillip, que no tiene tanto músculo, sino que apenas y lo notas...y es bastante heterosexual; físicamente hablando, es macho de pelo en pecho- rió Camila, sabiendo Lauren que Camila se refería indirectamente a que Phillip era un tanto metrosexual..."or he's pretty much into fashion".


- Repito: yo no tengo uno- volvió a reír, haciéndole de señas al mesero que quería pagar.


- Me gusta así como eres...aunque no sé qué parásito tendrás que comes y no engordas; si yo comiera tres hot dogs en quince minutos, como tú la vez pasada, seguramente me tendría que pasar la calle rodando


- Así estamos bien las dos, a mí me gusta cómo eres tú- sonrió, tanto al mesero que llevaba el cobrador inalámbrico y una botella de champán con una bolsa de papel como a Camila. – Charge an additional twenty percent for you- ordenó amablemente al mesero mientras introducía el monto a cargar en su American Express Platinum, y fue cuando Camila comprendió por qué Lauren a veces no tenía que pagar ciertas cosas, o tenía ciertos privilegios. – Bueno, espero te haya gustado el lugar y el Dom Perignon, querida Camila. Ahora te toca a ti invitarme a un poco de François Payard, te toca invitarme a cometer un pecado tras otro- y eso, simplemente eso, volvió loca a Camila, era la combinación de "pecado" más el tono sensual de la voz de Lauren, un tanto afectada por tanto champán.



Ambas se disfrazaron de invierno, saliendo de "Gilt" para caminar ocho calles hacia abajo, en dirección a St. Patrick's Cathedral pero sobre la cuarta avenida. Hacía un poco de frío, aunque no lo suficiente como para andar con bufanda, guantes, o un abrigo de aquellos que bloqueaban todo tipo de frío y/o viento. Caminaron despacio, taconeando por las calles de Manhattan, platicando sobre nada más y nada menos que de los Hatcher. Llegaron a François sólo para darse la sorpresa que serían los últimos clientes de la noche. Habiendo gastado $72 en doce piezas de postre: tres Tout Vanille, dos George V, dos Louvre, tres Blois y dos Doucer Citron, y $55 en seis Macarons de Vainilla, otros seis de chocolate, otros seis de pistacho, seis de café, seis de maracuyá y seis de frambuesa, se sentaron en las gradas de St. Patrick's Cathedral. Lauren sacó dos copas de la bolsa de papel que le dio el mesero en Gilt y destapó el Veuve Clicquot y lo sirvió en las copas para acompañar aquel postre con champán.



Una botella de tres litros de Dom Perignon, cordero y una plática profunda después, todavía después de una alimentación extraditada de Macarons de François Payard, después de un casi accidente estomacal de parte Lauren; que casi termina con la cabeza en un basurero comunitario de Nueva York por haber comido demasiado, después de un viaje en Taxi, a las once de la noche, Camila Cabello abría la puerta de su Studio-Apartment, mostrándole a Lauren en la clase de mundo en el que ella se movía. Al entrar había un clóset en la pared, que llevaba, hacia a la izquierda, a la cocina, de frente la habitación principal, a la derecha el único baño. A la par de la habitación principal y en frente de la cocina, todo se reducía a un living-room que era más pequeño que el baño de Lauren.



- Bueno, aquí vivo yo...- murmuró Camila, un tanto apenada. – No es nada comparado a lo tuyo, obviamente, pero al menos tengo donde dormir.


- ¿Me das un tour?- susurró Lauren, creyendo que gritaba, era todo el champán.


- Claro que sí, hermosa- cerró la puerta y se quitó el abrigo, tomando el de Lauren también, colgándolos en un perchero que probablemente ella había diseñado.



Camila le mostró su apartamento mientras Lauren la abrazaba por la cintura, paseando sus manos por su abdomen. Le sacó la blusa del pantalón y metió sus manos frías debajo de ella, acariciando aquella piel, suave y tibia, haciéndole cosquillas por el roce cerca de su ombligo. Al llegar a su habitación, era como si fuera parte de otro lugar; todo en blanco y verde olivo, madera lisa y brillante, su cama era grande e invitaba a pasar un largo rato entre esas sábanas, más si estaba Camila ahí, tenía un olor a Lemongrass, demasiado pacífico y relajante. Lauren se sentó en aquella cama, que sólo la invitaba ahora a recostarse y a rendirse ante el cansancio de aquel infernal lunes, pero esperó a que Camila sacara su pijama del clóset.

El lado sexy de la arquitectura (CamrenADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora