Capítulo 16

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- Para los gustos, Camila, están los colores- dijo, con furia incómoda, tratando de no elevar su voz para no lastimarla.


- Pues para el color del ego está Lauren- repuso, arrojando su bolso sobre suelo. – Todo tiene su límite y tú sobrepasaste los míos- gruñó, oh, Camila estaba furiosa, por primera vez furiosa. .


- ¡Ah! ¡Eso es entonces! ¿Qué carajo tiene de malo que te de un puto detalle, Camila, por Dios?


- ¡¿Llamas a eso un puto detalle?!- repuso, elevándole el tono a Lauren.


- Licenciada Cabello , no me grite que yo no le estoy gritando- murmuró, haciendo un gesto con su mano para intentar calmarla; orgullo oficialmente herido.


- ¡Ah! ¡Y de repente soy "Licenciada Cabello "! ¡Y me pide que no le grite! ¡Puta, qué descaro!- gritó, como para que todo el edificio escuchara, para que todo Manhattan se diera cuenta que estaba gritándole a Lauren.


- Camila, por favor...no me grites, te lo suplico- murmuró, intentando no llorar. No quería victimizarse, pero le dolía mucho, las palabras de Camila eran como una muerte lenta y dolorosa, como una tortura.


- ¡No me pidas que no te grite! ¡¿No ves que estoy con el diablo adentro y es por tu culpa?!


- Creí que sería una bonita sorpresa, Camila...no tenía idea de que no te gustaría- se encogió de hombros, hundiendo su cabeza entre ellos e intentando no llorar; las únicas veces que alguien quien amaba mucho le gritó, fueron las veces que su papá le había pegado; gritar y pegar iban de la mano.


- Cuando dije que yo NO quería ir a Roma, creo que implícitamente dije que NO quería que mamá viniera, ¡¿en qué puto mundo vives Lauren?! ¡¿A caso no tienes la glándula del respeto en ese cerebro?!


- Perdóname, no sabía que estaba cruzando la línea...¿qué puedo hacer para compensártelo? Haré lo que sea, Camila, por favor- susurró, en un tono de voz de dolor, de tener heridas por todos lados, una voz quebrada, llena de tristeza.


- ¡Lauren, comprende que no quiero que hagas algo, no quiero que me compres algo para compensármelo! ¡Yo no soy un árbol de navidad al que puedes adornar a tu gusto!- oh, Camila se estaba pasando también, ya no encontraba la forma de frenar su enojo, de frenar y quedarse sus palabras para ella sola.- Vete...ahorita no quiero verte...ni mañana...no quiero verte...


Lauren asintió en silencio y, llena de sumisión confundido con sometimiento, salió de aquel infierno en vida, de aquella hoguera que había quemado más allá que su piel. Cerró la puerta detrás suyo y, sin dar un paso más, estalló en lágrimas, en las lágrimas más emocionales, las que dejaban ver su estado; sus heridas. Camila también estalló en lágrimas y se sintió demasiado mal en cuanto escuchó el primer sollozo de Lauren que se deseó la muerte en ese momento, no sabía qué demonio la había poseído en ese momento. En cuestión de segundos, Camila había recapacitado lo que no había podido recapacitar durante toda la cena, llena de enojo porque Lauren había llegado a su apartamento con la mejor de las sorpresas; Sinu, su mamá. Era una bonita sorpresa, pero no era la obligación de Lauren, ¿agh, Lauren, cuándo vas a entender? Y lo peor de todo, según Camila, era que Lauren había pagado no sólo su estadía por un par de días en Manhattan, sino que tenía el servicio de auto cubierto, y había cubierto el viaje a Houston, todo lo había planeado con las mejores de las intenciones, pero era demasiado, Camila se sentía mal, barata.


¿Y ver la química que tenía su mamá con Lauren? Era excepcional, habían hablado casi toda la cena sobre la Sapienza, de lo que había cambiado y de lo que debería cambiar. Sinu estaba maravillada con la elocuencia de Lauren, la hacía reír y, muy en el fondo, sabía que Lauren pondría el mundo a los pies de Camila con tal de tenerla, pero ya la tenía y sin tantas cosas. "...Vete... ahorita no quiero verte...ni mañana...no quiero verte..." era lo único que tenía eco en Lauren, eso y el sonido de sus sollozos, de su congestión nasal. Tomó su teléfono sólo para llamar a Emergencias: "Nate, te necesito, ven a mi apartamento por favor, te necesito" y sí, le temblaban los dedos, eran demasiadas emociones de una vez, concentradas en los gritos de Camila, quien la había visto no sólo con odio y con enojo, sino también con asco. Y sí, Lauren había decidido traer a su mamá antes de que ella se fuera para conocerla, era algo que no se podía perder, más porque sabía que, para que Camila se la presentara, pasarían siglos amargos de espera. Lauren entró a su apartamento con la peor de las ganas.

- Bienvenida, Señora Soledad, tiempos sin vernos- susurró Lauren, pensando en voz alta. – Sabía que no podía haberse ido tan lejos...- sacudió su cabeza, arrojando sus botas sobre el suelo de madera, que por primera vez no le importó cuidarlo, arrojó su abrigo y su bolso con odio a sí misma, como si su ropa le diera asco.


Abrió las puertas de su pantry y contempló su colección de bebidas alcohólicas y, sin pensarlo dos veces, alcanzó una botella de Vodka, aquella botella que tenía el año y medio de vivir ahí, empolvada por el olvido y por el daño que hacía, sí, era como tomar del que vendían en la farmacia. Y le dio un trago y no sintió alivio. Otro y tampoco. Otro, otro y otro y empezó a sentir aquel calor, aquella calma temporal, pero no dejaba de llorar. Arrastró la botella hasta la habitación de la biblioteca, dio otros tres tragos seguidos, ardía pero no ayudaba, abrió el piano y se sentó mientras llegaba a la mitad de la botella. "No quiero verte...¡ah, joder, qué dolor!". Y la primera tonada; negra y tenebrosa, de miedo, de dolor, nada peor que "Lacrimosa" de Mozart, más unos cuantos golpes repentinos de frustración y enojo al teclado, haciendo retumbar el apartamento entero por no haber cerrado la puerta, es que no le importaba. Bebió a fondo aquella botella y sin vomitar, sin tener aquel reflejo, sólo quería perder la consciencia, despertar de esa pesadilla, de las palabras de Camila.


- ¡Lauren!- gritó Natasha desde la cocina, la estaba buscando. Se guió por el sonido violento del piano, de los golpes hostiles de Lauren y la encontró, en la peor de las vidas, con la botella acostada sobre el suelo y ella apoyando su cabeza con su brazo sobre la caja, rozando las teclas con sus dedos de la mano derecha, no teniendo más fuerzas para apretar una tan sola tecla más. – Háblame- murmuró, sentándose en el banquillo con ella y tomándole su mano, calentándola. - ¿Te peleaste con Camila?- Lauren asintió, dejando salir más lágrimas de las que creyó haber tenido. - ¿Qué pasó?- Natasha le acariciaba su mano mientras intentaba verla a los ojos pero su mirada analizaba el entorno, la botella de vodka barato.


- Se enojó por lo de su mamá...y me gritó, me gritó fuerte y feo...no sabía que se iba a enojar tanto, sabía que no le iba a gustar pero creí que le daría más gusto ver a su mamá...- murmuró entre sollozos y ahogos, tratando de lidiar con la congestión nasal. – Me dijo que no me quería volver a ver...no ahora...ni mañana...que no quería verme...- y se dejó caer en los hombros de Natasha, quien no sabía qué decir, sintiendo el aliento pesado de Vodka en Lauren, nunca la había visto así de descompuesta, así de herida.


Natasha la levantó, abrazada todavía y la llevó hacia su habitación, metiéndola en la cama, abrazándola para no dejarla ir, dándole su hombro para que llorara todo lo que quisiera, para que ajara su blusa en su puño, sí, ahí estaba Natasha, por primera vez sin saber qué decir al respecto, sin poder darle una palabra que la calmara, pero ahí estaba para no dejarla sola, aún cuando había tenido que salir corriendo de la cama de Phillip.


- ¿Por qué no te vas?- murmuró Natasha mientras le limpiaba las lágrimas a Lauren. Lauren la volvió a ver con incomprensión. – Es trece, te vas el dieciséis...vete mañana, date un respiro, te podría servir- murmuró, sabiendo que huirle al problema no era la solución y, como psicóloga, estaba faltando a sus principios. – Puedo hacer que te vayas a primera hora mañana si así lo decides- y Lauren, sin pensarlo dos veces, asintió.


Lauren respiró hondo y, con aquella tristeza reprimida, revisó su teléfono para ver si había noticias de Camila...y no. Se subió a un Taxi y, con la peor de las voces, le dijo que la llevara a la Castel Gandolfo, necesitaba un abrazo de su madre. Habría querido tener aunque fuera la mínima de las resacas, para no tener que pensar en Camila y en sus palabras, sino en su malestar, pero no, el cuerpo había decidido abandonarla y dejarla pensar en su novia, en su enojada e hiriente novia. Y no esperaba una disculpa, sólo que le hablara, que pudieran olvidar el episodio...pero no, no, no y no. Era domingo de invierno, un invierno distinto que, aunque tuviera luz, era oscuro, frío, muy frío, desolado, el dolor adolescente.


- ¡Natasha! ¿Dónde está Lauren?- atacó Camila a Natasha en cuanto le abrió la puerta, todavía despeinada y en pijamas, más dormida que despierta.


- Camila...- suspiró Natasha, no sabiendo qué decirle. No estaba enojada, o quizás sí, pero no sabía bien qué había pasado. – Pasa adelante, por favor...- murmuró, diciéndole a Phillip con la mirada que se metiera a su habitación.


- Natasha...por favor, dime dónde está...- su tono era evidentemente de preocupación. – Fui a su apartamento a las seis de la mañana, ya no podía aguantar más...y nadie me abrió, esperé y esperé y ya es medio día y nadie me abría...¿dónde está?- y Camila se reventó en lágrimas.


- ¿Quieres un té?- preguntó Natasha, un tanto indiferente, pero sabía que el té no solucionaba las cosas, pero sí relajaba cuando era de jazmín. Camila asintió. – ¿Has intentado llamarle a su teléfono?


- Como cien veces y me remite al buzón de voz...¿dónde está?- repitió, notando que Natasha estaba molesta con ella por lo de Lauren, sí, Natasha tenía que saber.


- Camila...- suspiró Natasha, alcanzándole una taza vacía. – Lauren se fue a las cuatro para Roma...


- Pero no se iba hasta el domingo...


- Podría traumarte de por vida...pero así lo decidió- sonrió, disculpándose y mordiendo su lengua por no decir "la hubieras visto, estaba descompuesta, de verdad la lastimaste".


- Soy tan estúpida...- murmuró Camila, hundiendo su rostro en sus manos mientras cedía a la deshidratación por tristeza.


- No eres estúpida Camila...no te digas así...¿quieres contarme lo que pasó?- oh, no, Psicóloga al ataque.


- Lauren llevó a mi mamá a donde íbamos a cenar, la llevó a Per Se, ¿sabes el choque cultural que es para mi mamá Per Se? Todavía lo es para mí...y no sólo la llevó, sino que fue al JFK a recogerla, la instaló en Pennsylvania y luego a cenar...y estoy enojada...


- ¿Te enoja que Lauren haya traído a tu mamá?- sonrió, aunque tratando de ocultarlo, era un bonito detalle en realidad.


- Es que no es el que la haya traído...es que odio que no me deja pagar nada, odio que me consienta tanto, odio que me de todo y yo no puedo darle nada...


- Camila, Camila, Camila...no me digas que no te gusta que te consienta...no voy a tratar de hacerte sentir mal...es bueno que te sientas así, y no sé qué le dijiste a Lauren, pero fue suficiente para que no fuera a trabajar...¡mierda! ¡TRABAJAR!- gritó, preguntándose qué carajos hacía si era viernes. – Diablos...me van a regañar...pero no importa, Lauren y tú son más importantes...-suspiró, tratando de olvidarse de su trabajo.


- Le dije que no me gustaban muchas cosas de ella...y me dijo que para los gustos había colores, y sentí como si me había dado a entender un hiriente "si no te gusta, ahí está la puerta"...y le dije que ella tenía el color del ego, el color Lauren...y me dijo que no le gritara, que ella no me estaba gritando...y realmente no me estaba gritando ahora que lo pienso, pero era ese tono con el que le hablaba a David...y me enojó más, le empecé a gritar, me llamó "Licenciada" y todavía me enojó más, me empezó a tratar de calmar...y en mi momento de furia le dije que si le faltaba la glándula del respeto, que no sé qué es eso, que por qué no captaba que lo que había hecho no me había gustado y que tampoco se lo había pedido...y le dije que no tratara de hacerme a su gusto, que yo no estaba tratando de hacerla a mi gusto, que no era un árbol de navidad para que decorara a su gusto...y no me respondió...y le dije que se fuera...- y Camila era un mar de lágrimas, calentando sus manos con la taza de té caliente que le acababa de servir Natasha. Natasha tenía expresión de espanto. Whoa!

El lado sexy de la arquitectura (CamrenADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora