- Sólo tengo que hacer una pequeña parada- dijo Lauren, no despegando la vista de su iPhone.
- ¿A dónde vamos?- preguntó Camila, un tanto molesta por ver que Lauren sonreía a su teléfono, tal vez se sintió un poco celosa.
- A recoger el bendito paquete donde la señora Davis, me tiene harta con que lo llegue a traer, lo peor es que sube a mi apartamento a acordarme que lo llegue a traer- rió, con cinismo sensual.
- ¿Alguna idea de qué contiene el paquete? Lleva ahí como un mes...o más...no te urge por lo visto- rió Camila, acomodando su bolso.
- Tú lo dijiste, no me urge, no sé ni qué es, no he pedido nada por internet...que yo me acuerde...si quieres subes a mi apartamento y yo llego en cuanto termine, ¿si?
- Sí, ella no me cae bien- dijo Camila, acordándose de lo que le había dicho aquella vez, que ella no era digna de Lauren. Tomó las llaves de las manos de Lauren y, dejando a Lauren en el camino, subió a aquel hermoso, amplio y caro apartamento.
Entró y dejó su bolso y su abrigo sobre el sofá del living-room y notó algo distinto, ah, sí, las paredes; las habían pintado de blanco. Tenía desde el fin de semana de no llegar, usualmente sólo llegaba los fines de semana, de viernes a domingo porque Lauren y ella habían acordado dormir juntas, dormir del verbo dormir, no del verbo tener relaciones sexuales; un fin de semana donde Lauren, el siguiente donde Camila, aunque dormir y "dormir" iban de la mano, ahora había sido una excepción, era un miércoles que jueves sería feriado y Lauren tenía una especie de necesidad extracurricular, simplemente no quería estar sola, quería dormir con Camila en la comodidad de su cama. Se dirigió a la cocina y, sintiéndose como en su casa pero no del todo, sacó dos vasos altos y se dispuso a prepararle a Lauren algo de tomar; viendo que tenía Pellegrino, fresas, gelato de limoncello que olía a aquel licor cítrico y hojas de menta, decidió ceder a sus "Childian skills" refiriéndose a la inigualable, y que en paz descanse, Julia Child. Era ácido y refrescante, perfecto para Lauren. Lauren subió, con un paquete realmente de tamaño risible y lo puso sobre el suelo a la entrada.
- ¿Qué haces, mi amor?- dijo, acercándose a Camila por su espalda y abrazándola por la cintura, posando su barbilla en su hombro izquierdo.
- Pruébalo, si no te gusta, por favor no te lo tomes- sonrió, apoyando su frente en la de Lauren y alcanzándole el vaso.
- Voy a asumir que es una receta improvisada...¿te parece si vamos a la oficina de patentes y patentamos esta orgásmica bebida?- sonrió, sintiéndose realmente fresca, tanto en su temperatura corporal, a pesar del frío, como una bebida bastante liviana.
- Sabes...desde que David se fue, estás más relajada todo el tiempo- murmuró Camila, viendo a Lauren a los ojos.
- Hadn't realized it...yet- sonrió, guiñando su ojo y bebiendo hasta el fondo aquella fría bebida, que aún así sintió más tibia que el clima. – ¿Oye, alguna vez te he dado un tour por mi apartamento?- murmuró, un tanto confundida y a la vez sorprendida, pues Camila sólo conocía, hasta donde ella sabía, la cocina, el clóset principal, el living-room, su habitación y su baño.
- Hadn't realized that you haven't...show me around?- sonrió Camila, tomando la mano de Lauren y caminando tras ella.
- Bueno, la cocina la tienes muy familiar- sonrió. – Ya sabes dónde están los vasos y el Grey Goose, que es lo más importante
- Y la granola y el yogurt también...- sonrió, dándole a entender a Lauren que eso también era importante.
- Sí, sí, eso también, jaja...bueno, my living-room...oh, no sé si ya te he enseñado esto- dijo, emocionada y sonriente, presionando un botón en la pared, justo al lado de una escultura de piedra de una mujer desnuda pero de terminaciones toscas y gruesas, que posaba con una pierna flexionada, un brazo tras su cabeza y el otro apoyado de su cadera, todo como si estuviera recostada sobre la pared, era una escultura muy interesante, a Camila le gustaba, más porque no era una estatua cualquiera...Lauren la había hecho, y era perfecta, le gustaba imaginar que era Lauren misma la mujer de la escultura. Un panel, en medio de la pared, se hundió y se escondió detrás de la pared, revelando una chimenea.
- ¿Tienes una chimenea en tu apartamento? ¿Es legal?- rió, pensando en que jamás se lo hubiera imaginado, no parecía como si hubiera algo ahí.
- Oh, tengo muchas sorpresas, mi amor...y legales- frunció su ceño. ¿A qué se refiere con "legal"?- Ven...- siguió caminando. – Mi habitación ya la conoces, hermosa- guiñó su ojo.
- ¿Qué con tu clóset? ¿No tiene otro panel movible?- sonrió.
- Ven, te muestro lo que sí tiene- y Lauren, tomándole la mano a Camila, la guió a su walk-in-closet, en donde Camila había estado quizás una vez y no había entrado porque tuvo la sensación de que no debía entrar, era como el lugar zen de Lauren, pues una vez se había enojado después de una llamada acalorada y temperamental con David que había terminado en su walk-in-closet paseándose de un lado a otro, y esa fue la única vez que estuvo ahí y que no se atrevió a entrar.
Lauren encendió la luz de su walk-in-closet y abrumó a Camila, era del tamaño de su habitación, rectangular, con built-in closets blancos en toda la pared, alfombra ocre, en medio un diván, blanco como lo demás, con tapiz ocre también. Lauren la hizo pasar, mostrándole cada sección: Pantalones y faldas; cincuenta faldas de todo color colgando arriba de cincuenta pantalones de todo color también, sí, Lauren daba números exactos, blusas; ciento veinte, ordenadas por textiles, camisas y camisetas; cuarenta y tres, estaban en las gavetas debajo de las blusas, jeans; blancos y negros, veintidós, vestidos; treinta y seis, vestidos de noche; catorce, ropa interior; tres gavetas repletas de paquetes de medias negras, sostenes de todos los colores que estaban ordenados a la perfección, tangas de todos los colores, calcetines al tobillo negros y blancos, la gaveta de arriba era la más accesible pues era la que Lauren más utilizaba, sólo tenía sostenes negros, de todas formas y texturas y para diferentes escotes, y tangas negras, la mayoría de encaje, pues era como no andarlas, luego una gaveta de ropa deportiva; shorts, camisas y suéters. Otro built-in-closet con blazers, chaquetas y suéteres, abajo una superficie de gavetas desplegables con maquillaje y joyas.
- Eres una compradora compulsiva, mi amor- bromeó Camila, dándose cuenta que, exactamente a la mitad del clóset, la ropa dejaba de existir, estaba vacío. - ¿Y eso? ¿Planeas comprar más ropa?
- ¿Por qué lo dices?- dijo Lauren, abrazándola por la cintura y besándole su cabeza.
- Digo, la mitad está vacía
- Sí, estos días hice una filtración fashionista y la mitad de mi clóset se fue
- ¿Donaste la ropa? ¿Vas a comprar más?
- No la doné exactamente, aunque sí, puedes decir que sí la doné...planeo comprar ropa...pero creo que la pregunta correcta es la que no me estás haciendo- guiñó su ojo, sonriéndole a Camila mientras daban la vuelta para salir, viendo todos los zapatos de Lauren, sí, eso era lo extraño en ese clóset, que no había visto zapatos, pero ahora sí, de un lado sólo Stilettos y del otro botas, flats/ballerinas, loafers, mocs y, sorpresivamente, cinco pares deportivos, puestos en un dos estantes del lado derecho, en esta perspectiva, de la puerta, que Lauren, al ver su asombro, giró una especie de botón y las repisas empezaron a moverse, revelando más zapatos; como una banda sin fin llena de zapatos.
- ¿Por qué vaciaste tu clóset, Lauren? ¿Se pasó la temporada?
- Simplemente estoy haciéndote espacio, mi amor- sonrió.
- ¿A qué te refieres?
- Camila...poco a poco estoy intentando hacerme a la idea que puedo compartir mi espacio contigo. Pensé comenzar por lo más importante.- se encogió de hombros, como disculpándose. ¿Disculpándose por qué? pensó Camila.
- No hubieras tirado tanta ropa, mi amor...toda mi ropa cabe en una división nada más- sonrió, sonrojada y cabizbaja.
- Eso es porque no te he llevado de compras, hermosa, pronto necesitarás más espacio- rió fuertemente, apagando la luz de su clóset y llevándola de nuevo al pasillo. Camila se incomodaba cuando Lauren le decía esas cosas, le molestaba no pagar nada nunca. – Y aquí está donde la magia se hace- sonrió Lauren, abriendo la puerta al cielo de lavandería.
Era una habitación un tanto espaciosa, con una lavadora y una secadora por aparte, tres percheros para planchar con vapor, la plancha de vapor y los ordinarios utensilios de limpieza, más una aspiradora.
- ¿Lavas tu ropa, Lauren?- preguntó Camila en tono sarcástico.
- ¿Tú qué crees?- sonrió Lauren un tanto desafiante, Camila se encogió de hombros. – Sólo las toallas y todo eso...lo demás lo recogen en el Lobby dos veces por semana...ahora, esto no se lo enseño a cualquiera...- suspiró, apoyando su mano en la pared, que hasta ese momento Camila se daba cuenta que era una puerta invisible en realidad, como el panel de la chimenea.
Camila se quedó boquiabierta, era simplemente hermoso. Era una habitación espaciosa, con estantes, muchos estantes repletos de libros y, cuando Lauren abrió del todo la puerta, Camila notó un piano de media cola, un hermoso y brillante Steinway negro, con su respectivo banco. Camila entró a la habitación, era como la habitación de escape de Lauren, o así se la imaginó Camila. Repasó los libros, divididos en literatura inglesa, literatura española, literatura latinoamericana, literatura alemana, literatura italiana, arquitectura, economía, historia del arte, historia universal, diseño de interiores, paisajismo, política, corte, confección, las monarquías y la literatura light; desde Harry Potter hasta El Alquimista. Paseó su mano suavemente sobre la mesa de dibujo de Lauren y sobre un sillón que tenía ahí, supuso que para leer su divina colección de literatura pesada, luego se quedó viendo al piano.
- ¿Tocas piano, mi amor?- murmuró, levantando la cajuela de las teclas y tocando las ochenta y ocho teclas con sus dedos.
- Siéntate conmigo- sonrió Lauren, sentándose en el banquillo y colocando sus pies en los pedales. - ¿Qué se te antoja escuchar?
- Algo que me diga quién eres- se sonrojó, sabiendo que sonaba cursi, pero era la mejor oportunidad de saberlo.
Lauren colocó sus dedos sobre el teclado, se irguió, tomando la postura adecuada, cerró sus ojos y comenzó; una melodía tranquila y hermosa, como de ensueño, le ponía una sonrisa a Camila en la cara, "si, así es mi Lauren" y sonreía más "romántica e intensa, apasionada" y se la imaginaba haciendo el amor en ese estilo, tan tranquila, tan sin preocupaciones, amando. Luego se apresuró la melodía y escaló, como en un caos, en una tristeza, en una confusión, en furia, aquella tranquilidad no existía, como si la vida fuera roja y negra con manchas grises, "¿izquierda o derecha? ¿Bien o mal? ¿Acorralada?" y no era lástima, parecía más bien una pesadilla repetitiva pero, luego de un par de notas repetitivas, como si estuviera convenciéndose de algo, la melodía se calmó de nuevo, llegando a un tono verde menta de nuevo, como si la melodía se hubiera tomado un momento para respirar hondo, "Sí, confundida pero al final sigue a lo que más le gusta" pues eran los mismos acordes violentos pero los hacía sonar sutiles y tranquilos, luego un poco de escalamiento y violencia, pero se calmó de inmediato y terminó en unas tonadas suaves y rendidas, como si estuviera de rodillas, implorando perdón o una emoción más fuerte. Lauren abrió lentamente sus ojos, saliendo de ese trance musical, de esa emoción.
- Esa soy yo- suspiró, frotando sus manos una con la otra, calentándolas. - ¿Qué más quieres que toque?- preguntó, volviendo a ver a Camila, quien la veía con un brillo extraño en sus ojos. Sólo tenía ganas de besarla y de decirle que era sensualmente complicada pero que haría lo que fuera por ella.
- ¿Qué era?- murmuró, parpadeando un par de veces para evitar que le salieran lágrimas.
- Chopin...Tristesse...
- ¿Puedo...decirte lo que pienso?
- ¿Te refieres a...bombardearme con una terapia psicológica no certificada?- Camila asintió. – Cuando estés lista...
- Agh...-suspiró, poniendo en orden sus palabras, escogiendo las menos hirientes, pues el riesgo siempre existe. – Eres una persona hermosa, dentro y fuera...eres como de otro planeta; tienes valor, tienes el respeto de los demás, tienes autoridad...sabes que puedes lograr cosas increíbles, no tienes preocupaciones económicas, buscas satisfacerme aún cuando tú y yo no somos nada, cuando lo único que nos mantiene unidas, a parte del trabajo, es un lazo imaginario que me gusta llamarle "amor"...así como tú quieres complacerme, darme gustos, comprarme Haute Couture, no me dejas ni pagar la comida...lo haces porque puedes y porque quieres, nadie te dice qué hacer...eres dueña de tu mundo y de tus pensamientos y de tus acciones...it's like you're so damn perfect that it should be illegal...dime, ¿tienes miedo?
- Camila...yo...- hizo una pausa, agachando la cabeza, hundiéndola entre sus hombros y entrelazando sus dedos, rozando con la punta de sus dedos su manicura rosado nácar– Sí...en parte sí...
- Aquí sólo pueden jugar dos tipos de miedo, mi amor...el primero es el miedo al "qué van a pensar de mí" y el segundo es el miedo a fallar...mi amor, siendo tú quien eres creo que no tienes que rendirle cuentas a nadie, lo que tú hagas o dejes de hacer es tu problema, ¿tienes miedo que te juzguen?
- Camila...sé que estamos en el Siglo XXI...pero poco ha cambiado, aparentemente todos son liberales y sí "apoyemos a los homosexuales" y todo eso pero te ven con asco, como si tuvieras sida...no estoy lista para dejar que abusen de mi integridad emocional por ser homosexual...
- ¿Eso te consideras? ¿Homosexual?- Lauren se quedó en silencio. – Lauren, mírame...- murmuró Camila, intentando hacerle ver a Lauren uno que otro punto importante. – Lauren...mírame, por favor- exhortó, en un tono preocupante y cariñoso, levantando su barbilla con sus dedos y girando su cabeza hacia ella.– Lauren...¿cuántas mujeres te han gustado en tu vida? – Se encogió de hombros. – Te diré algo...si vas por la calle y ves a una mujer hermosa, ¿tienes pensamientos acelerados?
- No...- Lauren se sentía como cuando su madre la regañaba por haber dejado la ventana abierta en invierno y tener la calefacción encendida.
- ¿Con cuántas mujeres has querido hacer el amor en tu vida?
- Contigo, sólo contigo...
- ¿Eso te hace lesbiana?
- Pues, me atraes tú...y tú eres del otro sexo...por lo tanto lo soy, ¿no?
- Lauren, basta de silogismos...¿no entiendes que no está mal lo que sientes? Yo no necesito una relación pública...necesito comodidad y privacidad para darte todo lo que tengo para darte, que no es mucho, pero I try so damn hard...
- Camila...¿qué va a pensar mi mamá?
- Ah, tu mamá es la que te agobia...Lauren, que trabaje en el Vaticano no significa que sea el Papa...no le digas a tu mamá y punto...- Lauren permaneció en silencio, ah, eso no se le había ocurrido. – Por otro lado, ¿miedo a fallar? Lauren, te aseguro que no hay decisión sin riesgos...¿cómo me fallarías a mí? No se puede, mi amor...estoy totalmente cegada, no me muevo si tú no me dices que me mueva, you've bewitched me in every single way...tu miedo es lastimarme, sé que no lo harás porque te han lastimado también, no quieres eso para mí, así como yo no lo quiero para ti, para nadie...
- Sólo he estado en una relación romántica y apasionada...como la que esperas tú que yo te de...y fue cuando más me dolió...
- ¿Prefieres que sea algo físico?
- No es eso...porque siendo tú como eres...lo físico me ha llevado a los sentimientos y ya no los puedo desenredar, y eso me atormenta...- suspiró, llevando sus manos a su cara, o su cara a sus manos.
- Oh, Lauren...no necesitas clasificarlo todo...¿qué te dice esto?- murmuró Camila, poniendo su mano en el pecho de Lauren.
- Que te lleve conmigo a Roma para navidad...
- Amor, hay una diferencia entre impulso y deseo...
- Camila...ya me dejé llevar una vez, te pedí que te mudaras conmigo, aceptaste y luego, sin darme una explicación detallada, me rechazaste la oferta...
- ¿Entonces todo esto es porque te dije que no?¿Estás enojada por eso?- dijo Camila, tratando de ocultar su frustración y su enojo.
- I'm not angry! Estoy confundida...merda...si me dejo llevar, está mal y si no me dejo llevar, está mal porque debería estarme dejando llevar...
- ¿Quieres que me mude contigo?- Lauren la volvió a ver con sus ojos un tanto resistentes al llanto, a un llanto por sentirse acorralada, sin saber qué decir. – Ves, tu silencio habla por sí solo...dime, ¿qué quieres?
- Eso es lo que me enoja, que tengo veintiocho años y que no sé lo que quiero...
- Lauren, hay gente que llega a los cien y nunca supo qué quería...si tanto se te dificulta, ¿qué te parece si te pregunto algunas cosas? Son preguntas de sólo "si" o "no"...
- Está bien...no puede ser tan malo, ¿verdad?- sonrió, un tanto cohibida por Camila, le acordaba un poco a Natasha cuando sabía que algo andaba mal y ella no quería decírselo.
- Toca el piano para mientras...por favor- murmuró. Era para que Lauren se distrajera y que contestara con el corazón y no con la mente, pues su concentración estaría en el piano y no en las respuestas.
- ¿Qué quieres que toque?
- Sorpréndeme...
- Sólo pregunta, esta canción te la sabes...- suspiró Lauren, tratando de relajarse para poder tocar, de igual forma, prefería ocuparse en el piano, le estaba gustando tocarlo de nuevo. Camila suspiró también. Lauren empezó a tocar, sí, la canción se le hacía conocida, nada más y nada menos que "The Scientist".
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El lado sexy de la arquitectura (CamrenADAPTACIÓN)
RomansaTres cosas- comenzó a decir mientras recomponía su compostura y su postura en aquella sala de reuniones... ESTA HISTORIA NO ME PERTENECE, LA ABSOLUTA E INCREÍBLE AUTORA ES ELLAJ. Aclaración: Los personajes del fic se introducen en condiciones de pe...