Capítulo 15

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- ¿No me vas a decir?- Lauren frunció su ceño.


- No sé si fuiste tú o Natasha quien dijo "la información es un flujo cíclico...no lineal"...entonces creo que si tú no compartes información conmigo, no tendrás tus respuestas- sonrió, acariciando la mejilla de Lauren.


- Tengo que admitir...la manera en la que me sacas información personal es excepcional- rió, intentando no enojarse. – Pregunta lo que quieras- dio un sorbo a su taza de té.



Era viernes por la noche, después de magia, colores y gritos en la ducha de Lauren, bebían un poco de té de manzanilla. Al fin Camila sentía un poco de ordinario en Lauren, ¿un té de manzanilla? Sí, a Lauren se le antojaba un vil té de manzanilla con miel, y no sólo una taza, sino una jarra de dos litros. La vibra entre ellas había cambiado para bien desde el miércoles por la noche, desde aquel episodio con el vibrador y que no habían emitido ni una palabra más frente a la chimenea, sólo abrazos y besos inundados de Pomerol hasta que Lauren había cedido sus fuerzas y había quedado rendida en los brazos de Camila, quien la había observado dormida hasta que su cansancio se apoderó de ella; se veía tranquila, como si no tuviera preocupaciones, como si su cerebro y su corazón fueran una sola cosa, sin confusiones, sin categorías, con una leve sonrisa en sus labios.



- ¿Lo que quiera? Ten cuidado, Lauren- bromeó Camila, aunque no bromeaba del todo. Desde aquella foto en su walk-in-closet, preguntas sobre su familia habían surgido, habían bombardeado su curiosidad, eran preguntas personales, muy íntimas.


- Sí, Camila...me puedes preguntar lo que quieras, pero me tienes que responder mis preguntas...y sólo una pregunta a la vez, así me aseguro de tener lo que necesito y tú también- sonrió, destapando su pluma y abriendo su agenda mientras daba otro trago a su té.


- Quiero saber de tu familia- murmuró, viendo aquel líquido amarillento en su taza que exhalaba vapor.


- Esa no es una pregunta. Pierdes tu turno- sonrió. Camila se hundió en sus manos arrepentida. - ¿Qué colores te gusta usar?


- Me gustan los colores Lauren, tú sabes, gris, negro, blanco, azul marino, beige, café, ese rosado que te pones que se te ve tan bien...y me gusta el rojo, el amarillo y el verde, y el violeta...me gustan todos los colores, Lauren...- Lauren asintió, escribiendo algo en su agenda. - ¿Por qué eres tan cerrada en cuanto a tu relación con tus papás?- Lauren subió su mirada un tanto nerviosa, oh, tema incómodo.


- Tengo dos hermanos, soy la de en medio...es un principio psicológico, el de en medio no es el más ventajoso...al mayor lo admiran por lograr todas las "primeras veces" y porque no tienen una referencia, al menor lo adoran por ser el menor... ¿al de en medio? Tiene la presión del mayor, la sombra del menor, de alguna manera busca sobresalir y no siempre lo hace de manera correcta- fue una respuesta un tanto evasiva, pero algo decía, más cuando Camila sabía que hablar de algo tan personal no era fácil para Lauren, prefería hablar de por qué los patos de Central Park eran tan gordos. - ¿Largo de falda?


- Lo más corto medio muslo, lo más largo por debajo de la rodilla, no soy una monja- sonrió, dándole un trago a su té mientras Lauren apuntaba. ¿Para qué quiere saber todo eso?. - ¿Por qué te llevas mejor con tu mamá que con tu papá?- Oh, esa es una pregunta profunda.


- Porque mamá nunca me ha puesto una mano encima más que para abrazarme o acariciarme- suspiró. "Holy shit" pensó Camila. - ¿Prefieres straight skirt, A-line skirt, sheath, sarong o wrap-around skirt?


- Me gustan todas, mi amor- sonrió, mordiendo su labio inferior, tratando de no preguntar lo inevitable. – ¿Me estás diciendo que tu papá si te ha...pegado?


- Camila...porque vale la pena compartir mi vida contigo te estoy dando el feedback más completo de toda mi vida...sí, papá si me ha pegado...y no sólo una vez- se levantó y buscó la botella de Grey Goose en su congelador, sacando un vaso y poniéndole tres cubos de hielo, lo llenó hasta casi el borde. - ¿Pantalones?


- No me gusta cómo se me ven los wide-leg, ni los rugged...¿cuándo dejó de pegarte?- Lauren suspiró y dio un trago grande a su Grey Goose, calentándose la garganta, intentando que las palabras salieran y no tan dolorosas.


- La última vez...tenía diecisiete...¿blusas?


- De cualquier tipo, no muy flojas de preferencia, ni muy transparentes- Camila destapó el Grey Goose y se sirvió un poco también, pero le volvió a llenar el vaso a Lauren, cosa que fue agradecida. - ¿Por qué te pegaba?


- De los cuatro a los doce te podría decir que porque existía, simplemente por eso, porque era diferente...pero la última vez que me pegó fue porque se dio cuenta que me iba a quedar en Roma estudiando y que no iba a venirme aquí como él quería...¿altura de zapatos?


- Trece centímetros de preferencia, uno que otro de quince no me hace daño, y te ahorraré la siguiente pregunta; Stilettos, me han gustado gracias a ti, closed toe o peep toe de preferencia, por favor, d'Orsay también, pero con plataforma no, por favor...o esos diseños alternativos que no sé cómo haces para que se te vean bien...- Lauren tomó nota con una sonrisa un tanto forzada y falsa. - ¿Te pegaba con la mano?


- O con lo que encontrara a su paso, no sé cuántas veces me pegó, pero sólo tengo una marca...¿talla de panties?


- Small, y bikini, hipsters, tangas e hilos nada más, por favor...de cualquier tela menos de cuero- bebió de su vodka, preguntándose cómo Lauren podía aguantarlo puro y sin hacer caras. - ¿La cicatriz de tu espalda?


- Esa fue de la última vez y fue porque me empujó contra un archivero que tenía la manija quebrada...yo ya terminé, pero tú puedes continuar, estoy de buen humor- guiñó su ojo y sonrió pero con una pesadez que a Camila le partió el alma.


- Tu papá se disculpó contigo, ¿no?- Lauren asintió. - ¿Lo perdonaste?


- Camila...el perdón es algo difícil creo yo...lo que ya pasó, ya pasó y no quiero entender por qué es así de violento, no me interesa, porque a mis hermanos nunca les pegó, y no quiero ser la víctima...y simplemente decidí empacar eso y guardarlo en el lugar más remoto y oscuro de mi cerebro y, como resultado, lo evado y él lo sabe, el perdón lo tiene automáticamente por ser mi papá, pero al mismo tiempo no lo tiene porque yo soy humana...hay una línea muy fina entre "educar" y "abusar"...


- ¿Tu mamá sabe?


- Se dio cuenta una vez, la de la espalda...pero era tan calculador que me pegaba en lugares que sabía que no se me notarían por la ropa...


- ¿Le tienes miedo a tu papá?


- Miedo, no...hasta cierto punto creo que me pegaba porque yo no me sometía a lo que él decía, sé que le enoja que logre ciertas cosas por mi cuenta...- suspiró, terminándose su vaso de Grey Goose y volvió a su té, más relajada y más cómoda con el tema, era la primera vez que lo hablaba así con alguien y no le estaba molestando tanto. – Mi mamá, por el otro lado, nunca me pegó, tampoco me daba mucha atención pero no le resiento nada, más porque se dio cuenta que mi hermano es del mismo planeta que mi papá y mi hermana no es como que la persona más humana...de mis hermanos soy la única que paso pendiente de mi mamá


- ¿Quieres mucho a tu mamá, verdad?


- Incondicionalmente, Camila...pero es el apoyo que siempre me ha dado, sin importar lo que sea, es como el mejor apoyo de todos y a veces la extraño y quisiera que estuviera aquí conmigo para mostrarle lo bien que estoy aquí, pero se rehúsa a venir, por eso voy yo, también porque sabe que es bueno que me déuna vacación de mi estrés permanente por vivir en Manhattan...y le gusta que venga a casa


- Gracias, Lauren- susurró Camila, levantándose y abrazándola por la espalda. - ¿Te sientes bien?


- Sí, nunca lo había dicho en voz alta


- ¿Algo más que quieras decir? Estamos en confianza, mi amor


- Jamás me he sentido tan bien alrededor de alguien como lo hago contigo...- se sonrojó, poniendo sus manos sobre las de Camila. - ¿algo más que quieras saber?


- ¿Me enseñas tu marca? I want to convert that pain into love...- Lauren rió. - ¿Le parece gracioso, Arquitecta?- preguntó Camila, levantando su ceja.


- Sólo sonó un poco cursi...pero ven...ven al clóset


- ¿Al clóset?- Camila estaba confundida.


- Hay más luz- sonrió, tomándola de la mano y dirigiéndose hacia el clóset, en donde Lauren ya había puesto un par de cosas para Camila; pijamas, batas, pantuflas y ropa interior, sólo mientras atacaban Bergdorf's. Lauren se quitó el suéter, quedando desnuda de la cadera para arriba y dándose la vuelta y mostrándole una vez más aquella cicatriz. – Fue viernes en la noche, ya era tarde, y fui a la oficina de papá para decirle que me habían aceptado en la Sapienza...todavía había un poco de sol, pero era tarde, eran como las ocho de la noche...y estaba solo, estaba hablando por teléfono, un poco alterado, era mi hermano...y me sonrió, se alegró de verme en su oficina, porque raras veces lo visitaba aún viviendo en la misma ciudad, la excusa era la escuela o un dolor de estómago, siempre lo evitaba...pero lo hablé con mamá y me aconsejó que debía decirle, pues papá tenía un College-Fund para mí y pues...al no venirme, lo iba a perder


- ¿Te pegó por dinero o por desobediencia?- Los dedos de Camila rozaban suavemente aquella cicatriz.


- Las dos cosas, Camila...primero estaba tranquilo, estaba sentada en una silla, él estaba parado frente a mí y le dije que me habían aceptado en la Sapienza, no le importó, pero le dije que prefería la Sapienza a Yale...he was aiming too high, además, mi famoso GPA era incorrecto para Yale- rió, dándole a entender que su GPA estaba más que bien, probablemente un cuatro o un cinco, oh, Lauren inteligencia. – Y cuando le dije eso...me agarró de los hombros- murmuró, paseando sus manos por sus hombros, como si estuviera recordando. – No sé qué me gritó, creo que mis oídos se cerraron y decidieron no escuchar, verle la expresión de ira me dio miedo y empecé a llorar...- suspiró, tragando pesado e intentando no dejar que un simple recuerdo le robara todo su control.


- Hey...no tienes que contármelo, mi amor- susurró Camila, dándole un beso a aquella cicatriz y abrazándola por su cintura, apoyando su barbilla en su cuello, parada en puntillas.


- Sólo quiero contártelo...- Camila la abrazó más fuerte.




- ¡Deja de llorar! ¡Yo no soy idiota!- gritó, lleno de ira- Eres igual de manipuladora que tu madre...- y la empujó con todas sus fuerzas contra el archivero gris, no dándose cuenta que la manija estaba quebrada.


- ¡Ah!- gritó Lauren, sintiendo cómo aquel metal frío penetraba su camisa y su piel, lo sentía casi como si la estuviera atravesando por completo. Franco caminó con pesadez hacia Lauren, volviendo a tomarla por los brazos y viéndola a los ojos, a esos aterrados ojos.

- Eres una desgracia- murmuró entre dientes, empujándola más, clavándole más aquel aluminio en su espalda. Lauren gritó.

- La desgracia la tengo de mi papá- gruñó, empujándolo por los hombros y despegándose del archivero, sintiendo aquel dolor; caliente y después frío, ese ardor y esa humedad invadirle la camisa. – Tú no eres mi dueño, grábatelo- gruñó, tomando su bolso y saliendo, con la camisa coloreándose de sangre.


"Nunca más" afirmó Lauren en su silencio mientras conducía hasta la casa de su madre, manchando el asiento de aquel Alfa Romeo GTA negro, llorando de dolor físico y de furia, ¿cómo podía tratarla así? "Claro, es que no estoy estudiando donde quiere lo que él quiere, no soy una marioneta."


- Madre, ¿me llevas a la clínica?- murmuró Lauren. Había limpiado el asiento del auto y había intentado cambiarse la camisa sin que su madre se diera cuenta, pero no pudo, le dolía demasiado, sentía que se arrancaba la piel.

- Tesoro, ¿qué ha pasado? ¿Está todo bien?- Sara ensamblaba su famosa lasagna de carne.

- Laura, por favor, llévame a la clínica- se incomodó Lauren. Sí, la había llamado Laura y no Sara, fue cuando su madre entendió que había que llevarla a la clínica.


Lauren se había puesto un suéter estudiantil negro, decía "Falcons" en letras rojas delineadas de blanco, la sudadera oficial del equipo de Atletismo aunque Lauren nunca había participado en el Atletismo, se lo había puesto para tapar la mancha de sangre. En cuestión de quince minutos estaban en el Policlinico Umberto, esperando en una habitación, sentada sobre una Sinu, su madre la miraba con escepticismo y preocupación.


- ¿Me vas a decir qué pasa?- murmuró Sara, poniendo su mano en la espalda encorvada de Lauren, acariciando exactamente ese punto. Lauren emitió un quejido de dolor. – Quítate la sudadera


- No puedo- murmuró Lauren, no quería mover sus brazos, le dolían, le dolía la espalda.


- Lauren Michelle, haz lo que te digo- ordenó. Y Lauren, llevando sus manos a la cremallera de la sudadera, la bajó y no pudo quitársela. Sara se acercó y se la deslizó mientras Lauren se quejaba. - ¿Él te hizo esto?- preguntó, asombrada de tanta sangre. Lauren asintió, tratando de contener las lágrimas de dolor.


- ¿Qué tenemos aquí?- entró una interna, vestida en verde, el típico uniforme. – Oh, quítate la camisa- ordenó.

- No puedo- murmuró Lauren. La interna levantó la camisa, habiendo pedido el consentimiento previo de Lauren, pero Lauren se quejó, la tela de su camisa se había pegado a su herida.

- Voy a cortar la camisa, ¿está bien?- dijo, en un tono suave y calmante, viendo que Lauren la veía con una mirada de "No creo que haya otra opción."


Después de una serie de quejidos de Lauren al despegarle la tela de la piel, la sangre empezó a brotar de nuevo, ardiendo de nuevo, evocándole las palabras de su padre. Cinco suturas después, después de un poco de agua oxigenada y cicatrizante, Lauren salía de la clínica con una venda en su espalda, abrigada por su sudadera, abrazada de su madre, quien no sabía qué decir, más que preguntarle un vacío y preocupante: "¿Estás segura que estás bien?" para luego disculparse por haberle dado un padre así, para luego decirle que ella era dueña de su vida, que no le rindiera cuentas a nadie.




- Lo siento mucho, Lauren- murmuró Camila, aferrándose a Lauren en aquel clóset, sintiendo su piel tibia en sus manos.


- No soporto que me peguen, de ninguna manera...y odio ver que le peguen a alguien más...it's just...wrong...- suspiró, como si de verdad no entendiera la naturaleza humana.


- ¿Por eso te molesta que Natasha te de nalgadas, verdad?- Lauren asintió. – Deberías decirle...es tu amiga, seguro entenderá


- De un tiempo acá ya no lo hace...tenía meses de no darme una cuando me dio la que tu viste- dijo, dándose la vuelta para encontrar los labios de Camila, un beso cariñoso. – Me gusta tenerte conmigo...puedo ser yo misma...toleras mi ego- susurró, apenada y sonrojada.


- No creo que seas egocéntrica, tal vez un poco...pero es sexy...más bien es que sabes quién eres y qué eres capaz de hacer...la confianza que nos falta a muchos- susurró, rozando su nariz con la de Lauren. – Tú toleras mi curiosidad...y mi ingenuidad e ignorancia...


- ¿Ingenua? ¿Ignorante? Estoy segura que no, al menos no en la cama...y no en el estudio...eres brillante...- paseó su nariz por la frente de Camila, abrazándola.


- Estoy segura que tu GPA es más alto que el mío- bromeó.


- ¿Ah, sí? ¿Cuánto es tu GPA?


- Un hermoso cuatro


- Estamos igual, entonces...Estaba pensando...¿quieres ir a caminar un rato y a cenar a un lugar tranquilo? Nada elegante, lo prometo- sonrió, dándole un beso a Camila en su frente.


- No estoy segura...no sé si tengas ropa "nada elegante"- bromeó Camila, sonriendo como una niña.


Lauren la volvió a ver con colores desafiantes y sonrió, apartándose de Camila se desvistió, indicándole que se pusiera algo encima. Se metió en un jeans azul oscuro un tanto holgado, seguido por el primer sostén que encontrara en su gaveta, unas calcetas hasta por encima del tobillo, negras, una camiseta negra con el logo de los Rolling Stones, una sudadera gris y, sorpresivamente, después de haber girado el cilindro de sus zapatos, unos Converse clásicos blancos, el must-have de cualquier adolescente estaba ahí, sucio, descuidado y subutilizado y explotado en el pulcro clóset de Lauren.



- Esto es una revelación...Lauren Jauregui en Converse- rió Camila a carcajadas mientras se metía en un suéter Ralph Lauren hibiscus que había tomado de Lauren.


- Para que veas que tu novia no es todo Louboutin todo el tiempo- sonrió, alcanzándole la mano a Camila para irse.


- ¿A dónde me llevas?


- Por ahí, se me antoja algo- sonrió, poniéndose un abrigo no-el-estilo-de-Lauren, verde olivo, un tanto holgado y con fur en la capucha, alcanzándole una parka parecida, verde olivo también y con fur de todos lados.



Lauren sacó un poco de dinero de su bolso y su identificación y lo metió en los bolsillos de su pantalón, algo que Camila nunca había visto, pues Lauren siempre era muy lady-like, bolso siempre con ella, ahora era una revelación, era como una Lauren más joven, más inmadura, más real. La tomó de la mano y se metieron al ascensor, todavía agarradas de la mano, a esperar hasta que bajara hasta el Lobby. Lauren se inclinó hacia Camila e intentó darle un beso, Camila se apartó, guiándola con la mirada que había cámara, Lauren se encogió de hombros y, de todas formas, se inclinó para darle un beso, un beso completo; con lengua y halones de labios. El elevador sonó, cuando se besaban el tiempo pasaba muy lento, pero no, es que había sido rápido, se habían detenido antes de tiempo y era la Señora Davis la que esperaba a entrar cuando vio a Lauren sumergida en cuerpo y alma en ese beso lésbico. En realidad no las vio en el momento, simplemente lo notó por los labios hinchados de las dos y por sus respiraciones agitadas.



- Bonita noche, ¿no, Señora Davis?- saludó Lauren.


- Ya no tanto- respondió secamente y escandalizada.


- ¿Algo que me quiera decir?- preguntó Lauren, sabiendo lo que estaba pensando.


- No es muy digno de una persona hacer muestras de afección en público- refunfuñó.


- Lo tomaré en cuenta- guiñó su ojo. – Ya conoce a mi novia, ¿no?- dijo, sorprendiendo tanto a Camila como a la Señora Davis, quien casi se ahoga.


- Sí, sí...- murmuró, queriendo salir corriendo del ascensor, sentía como que si fuera contagioso.


El ascensor llegó al Lobby, y Lauren y Camila salieron rápido, dejando atrás, aterrorizada, a la Señora Davis y, Lauren, por incomodarla más, abrazó a Camila por su hombro y le plantó un beso de lengua. Caminaron de la mano por aquellas calles frías de Manhattan, charlando sobre los patos gordos de Central Park, tema que al parecer a Lauren le gustaba tratar con frecuencia, siempre terminaba en el argumento "Es que ya no son patos, son perros".


- Dos Kebaps, uno con extra pepino, el otro sin cebolla y con extra picante, y una orden de french fries...y dos Mountain y dos Dr. Pepper- ordenó Lauren, alcanzándole un billete de veinte al Turco.


Se sentaron en unas gradas, en aquel frío sí, pero era soportable entre sonrisas y tzatziki. Camila limpiaba los labios de Lauren cuando no se daba cuenta que tenía tzatziki, Lauren sonreía, realmente disfrutaba estar con Camila.


- ¿Cuándo te pidió perdón tu papá?


- Justo cuando Volterra me dio la plaza en el Estudio...


- Está orgulloso, por eso te busca- opinó, no sabiendo exactamente en qué se estaba metiendo.


- Me pidió perdón en ese momento porque le gusta presumir de lo buen padre que ha sido...así fue con mi hermano, antes del fraude, era el niño de sus ojos, después del fraude, casi que lo mató, lo desconoció...cuando tuve éxito, le interesó


- ¿Fraude? Isn't your family quite something?- bromeó Camila, poniéndole una sonrisa a Lauren.


- Tu mamá es una persona muy simpática- sonrió Lauren, dándose cuenta que no era algo que debía decir.


- ¿Y tú cómo sabes que mi mamá es simpática?- frunció su ceño.


- Volterra habla mucho de tu mamá- improvisó, habiendo contemplado decirle la verdad: "Es que verás, Camila...tú no quisiste ir a Roma, pero tu mamá está encantada de pasar navidad contigo" pero no, se enojaría.


- Bueno, sí...mamá no me ha dejado de querer por quién soy- suspiró, haciendo que el mundo de Lauren se detuviera por una fracción de segundo. – Sí, Lauren...mamá sabe que tengo una tendencia a buscar el amor en una mujer y she's ok with it...- murmuró. "Oh, con razón no fue sorpresa que aceptara. Oh, no.".


- ¿Cuándo le dijiste y cómo?


- No le tuve que decir mucho...en realidad ella me dijo- rió, envolviendo la servilleta en el papel del Kebap y bebiendo un poco de su Dr. Pepper. – Le caerás muy bien


- ¿Sabe que tú y yo...?


- No, obviamente no, todavía no...no creo que le diga, probablemente le comente algo a Alec y eso no va a ser muy bueno para ninguna de las dos


- Oh...- suspiró, aliviada.


- Cambiando el tema...que veo que te pone tensa eso...le importas mucho a Natasha, ¿sabes?


- ¿Eso a qué viene, mi amor?

El lado sexy de la arquitectura (CamrenADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora