Capítulo Final

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Lauren salió de su reunión con Mr. García, que realmente se llamaba Don, era el día que le sucedía al taller, a la visita al Doctor Thaddeus, el día en el que llevaría a Camila en una cita. Era temprano, apenas las diez de la mañana cuando todo aquello explotó.

- Arquitecta- interrumpió Gaby en la oficina de Lauren. – El Arquitecto Volterra la está esperando en su oficina

- ¿Le puedes decir que iré en cuanto termine de revisar el plano que me mandó?

- Dice que es urgente- dijo sin consultarle a Volterra.

- ¿Urgente?- suspiró Lauren, enrollando sus ojos entre sus párpados en desesperación, ¿qué podía ser más urgente que le revisara el plano que él mismo había catalogado como urgente? – Está bien...- murmuró con pesadez para luego ponerse de pie. - ¿No sabes qué quiere?

- No, Arquitecta, pero sonaba molesto

- ¿Molesto como cuando a la Trifecta se le cayó el techo?- resopló, pues si estaba así de molesto, en dos segundos lo contentaba.

- No- Lauren ya iba por el pasillo, Gaby la acompañaba, pues iba a por unas impresiones de Plotter en el cuarto de impresiones. – Como cuando calcularon mal el presupuesto de Rochelle Porter- y esa sola explicación petrificó a Lauren, una corriente fría la recorrió por el cuerpo, de pies a cabeza y de regreso, y de regreso, y de regreso. - ¿Está usted bien, Arquitecta?

- Sí, sí- balbuceó, viendo que, con cada paso que daba, la puerta de la oficina de Volterra se acercaba cada vez más. – Hazme un favor... uhm...- respiró profundo y se volvió a Gaby. – Dile a Belinda y a Nicole que revisen el plano de Volterra, por favor

- Como usted diga, Arquitecta- sonrió Gaby, y Lauren llamó a la puerta con el típico toque: tres toques cortos, con una pausa entre el segundo toque y el tercero. Y ella sólo escuchó un seco "Arquitecta Jauregui, pase adelante", y la puerta se cerró tras Lauren. Gaby sabía que Volterra no llamaba a nadie así, sólo cuando estaba enojado, extreextremadamente enojado, y pensar que Camila estaba ahí dentro también.

- Siéntate- le exhortó a Lauren, apuntándole la butaca al lado de una rígida Camila. El "por favor" había huido de aquella oficina. Holy shit. Holy fuck. Sweet Jesus, what did we do? Is it about Camila not taking any calls from Sinu? Shit.

- ¿Qué es tan urgente, Alec?- murmuró Lauren, viendo que Camila no parpadeaba, sólo veía un punto fijo, ¿la había regañado?

- Necesito hablar con ustedes dos- dijo, señalándolas a ambas con una mirada asesina.

- Eso es evidente- resopló Lauren. – La pregunta es, ¿sobre qué?

- ¡¿Sobre qué?!- gritó, y eso fue como si a Camila la empujaran, pues se hizo hacia atrás, como si quisiera eterna distancia de los gritos y de Volterra mismo. - ¡¿Cómo puedes ser tan cínica de preguntarme "por qué"?!- gritó más fuerte, y Lauren estuvo segura que aquellos gritos traspasaban todas las paredes, de vidrio y concreto que aquel Estudio tenía, que el edificio más bien, que se escuchaban por todo Manhattan. Camila tragó con dificultad, un trago grueso y espeso de dificultosa saliva, y sólo supo tomarle la mano a Lauren. - ¡¿Por qué?!- repitió, y le dio un golpe a su escritorio, causando un sobresalto en ambas féminas.

- Alec, sólo era una pregunta, no tengo ni idea de qué hablas- murmuró Lauren, intentando tranquilizar a aquel italiano que estaba a punto de cometer uno de los errores más grandes de su vida.

- ¡Arquitecta Jauregui, no me pida que me calme!- pero Lauren no le había pedido que se calmara.

- Tío...- balbuceó Camila.

- ¡No! ¡Nada de tío!- le gritó a Camila, específicamente a ella. – ¡"Arquitecto Volterra" para usted, Licenciada Cabello!

- No le hables así- le advirtió Lauren, pero Camila sólo le apretujó la mano, de la misma manera en la que Natasha había apretujado su mano hacía unos años ante la noticia de Margaret.

- ¡Usted no me va a decir a mí cómo trato yo a mis empleados!- volvió a ver a Lauren y se volvió una batalla visual, de ojos celestes cristalinos, los de Volterra, en los ojos verdes y oscuros de Lauren.

- ¿Empleada?- resopló Lauren. – Te acuerdo que tengo el setenta y cinco por ciento del Estudio, lo que me da el absoluto derecho de prescindir de tus servicios laborales- Camila volvió a ver a Lauren, ¿Setenta y cinco por ciento? Y sí, se cuestionó la repartición de los porcentajes, pues, si Natasha tenía el veinticinco, ¿cómo podría Lauren tener el setenta y cinco si Volterra tenía el veinticinco restante?- Y tampoco voy a permitir que le hables así a Camila- gruñó, estando a punto de perder la cordura total, sintiendo sacar humo por los oídos. – Dinos qué carajos pasa y lo resolvemos como personas adultas que somos

- ¿Cómo puedes ser tan cínica?- gritó.

- Me rehúso a gritarte, Alec... - murmuró. – Puedes gritarme todo lo que quieras, pero, por un carajo, dime qué carajos pasa

- ¡¿Qué carajos pasa?!- dio otro golpe a su escritorio, que Lauren suprimió la risa porque notó que le había dolido. - ¡¿Qué carajos pasa?!- repitió. - ¡Esto es lo que pasa!- y, de un manotazo, le dio la vuelta a la pantalla de su iMac, y Lauren y Camila se sorprendieron, ambas se pusieron blancas, blancas, blancas a pesar de sus bronceados.

El lado sexy de la arquitectura (CamrenADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora