Prt.21

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Era un lunes tranquilo, Eren laboraba en el hospital como siempre.

Y una mala noticia causó un gran impacto en él, Mike llegó a su consultorio interrumpiendo una consulta con un paciente.

No pudo controlar el llanto, delante del paciente y de Mike soltó un quejido de dolor, por más que trató de ocultar su expresión de admiración y dolor no lo logró.

- Su madre quiere verte. - Eren se disculpó con su paciente y salió del consultorio. Corrió por todo el hospital hasta llegar al área de pediatría.

La mujer estaba sentada en una de las sillas de las habitaciones, un perro estaba acostado en el suelo junto a ella, su rostro estaba sin expresar nada. Sus manos se movían inquietas, al ver a Eren se levantó del asiento.

- La perdí... A mí niña. - Y allí las fuerzas se fueron por completo. Abrazo a Eren en buscá de consuelo.

Eren la abrazo con dolor, Tara no soportó el tratamiento y su cuerpo perdió la batalla muriendo en el trayecto. ¿Dolía? Por supuesto que dolía.

Ya había afecto hacia cada uno de los niños, no quería asimilar la noticia. Tampoco pudo imaginar el dolor que la madre sentía, si siendo el un simple doctor le afectó demasiado saber lo ocurrido. Se alejaron y la mujer limpió sus lágrimas con sus manos, Eren hizo lo mismo. La ética y moral no le permitía hacer eso.

- Ella quería que usted tuviera al perro... - Señaló al can que se encontraba sentado moviendo su cola. Le acercó la correa y se la entregó, volvió a soltar un sollozo.

Eren tomó la correa y se acercó al perro. - Así que tú eres Yuyu. - Rascó la cabeza del perro. La madre de la niña cubrió su boca para que su llanto no saliera.

- Lamento no poder hacer nada, lo lamento mucho. - Eren bajo la mirada, como médico el área de los niños no era su especialidad pero aún así trató de hacer todo lo posible pero no bastó.

Algunos niños permanecían en silencio, la habitación estaba en completa inercia

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Algunos niños permanecían en silencio, la habitación estaba en completa inercia. La cara de los pequeños se mantenía serías.

- ¿No volverá? - Preguntó una voz de uno de los niños.

Otra niña de once años de edad habló con enojó. - ¡Está muerta!... ¡Así estaremos nosotros también! - Empezó a llorar sin poder controlar su llanto. - La extrañaré mucho...

Mike y otros doctores no dijeron nada, las enfermeras consolaron a la niña pero los demás pequeños también dieron inició a un llanto incontrolable.

La puerta de la habitación fue abierta, Eren tenía una nariz falsa de payaso y un montón de globos de colores en ambas manos, sin contar que sostenía la correa de Yuyu. Logró captar la atención de los niños y de los demás.

Entró y con voz chillona contó un chiste que para el gusto de todos fue pésimo pero aún así provocó risas en los niños.

- Hay más probabilidad que se pierda, no tenemos el tiempo suficiente para cuidarlo

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- Hay más probabilidad que se pierda, no tenemos el tiempo suficiente para cuidarlo. - Decía Grisha en una conversación con su hijo, acariciaba la cabeza del perro.

Eren se acercó al can y con una gran sonrisa acariciaba las orejas del perro. - Ya pedí permiso en el hospital, puedo mantenerlo en mi consultorio mientras esté limpio y se comporte.

Se alejó del perro y veía a su padre, Grisha no estaba muy convencido pero aún así dejo que su hijo resolviera sus asuntos. Le preocupo ver a Eren antes de llegar a su hogar, este se encontraba cabizbajo. Quieto y sin hablar tan energéticamente.

También hubo un cambió de emoción al enterarse de la triste perdida de Tara, aunque nunca tuvo el gusto de conocerla aún así sufría por ver a su hijo tan mal. Le molestaba ser incapaz y no poder darle una solución a algo tan imposible. Por eso no le insistió en devolver al perro, él ya tenía el conocimiento de lo tan importante que era para Eren.

Ya era de noche, el perro insistía en estar inquieto, se comprendía. Era la primer noche en su nuevo hogar, Eren con toda la pereza del mundo se levantó de su tan cómoda y suave cama para salir de su habitación y ver qué era lo que le pasaba Yuyu.

Se acercó al perro al verlo sentado frente a la puerta de su habitación. Yuyu movía su cola, tenía la mirada baja y se escuchaban quejidos. Eren rascó su cabeza al percatarse de algo. Yuyu había hecho sus necesidades dentro de la casa, se alejó del perro y de forma apresurada limpió.

Bostezo con tantas ganas y regresó a su habitación para poder retomar el sueño, pero Yuyu ya estaba acostado en la cama, Eren no pudo decirle que no al ver esa carita tan linda e inocente.

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Nota

Si tienen alguna duda la responderé en los comentarios.

Espero que les guste.

Tiempo PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora