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Kathya:

Mis dedos están sobre mis labios mientras y ,los bajo hasta mi barbilla, suena ridículo o quizás solo estoy perdidamente enamorada de el, pero siento ese calor sobre ellos, un calor que crece y al final se siente como una punzada en mi corazón.

La mañana siguiente no fui a verlo enseguida, es más, no quería ni cruzármelo porque no sabía exactamente como yo iba a reaccionar.

Así que me quede en cama y hasta Ágata creyó que estaba enferma.

Mi excusa fue simple: Me había bajado el periodo.

Afortunadamente no era de todo una mentira y coincidió exactamente como mi situación, así que use la vieja excusa de los cólicos.

—¿Es por eso que tienes los ojos llorosos, mi niña?

No.

Mi ciclo menstrual no tiene que ver con eso.

—Estoy bien, Agata, es el primer día, por eso estoy así, ya pasara.

Ella me examina.—Jamás vi que te afectara tanto.

—Esta vez vino con fuerza.—Me excuso.

Suelto un suspiro, Ágata no insiste y me deja permanecer en cama, ella se retira luego de traerme una pastilla para el dolor, también me trae el almuerzo y la cena.

A este punto ya siento que estoy comportándome como una niña.

Tomo un respiro y me levanto de la cama, mi cena se la lleva la chica de servicio y aprovecho que Mikhail se encuentra en el gran salón cenando solo, para yo ir al baño.








(*)









Me echo agua al rostro después de lavarme las manos, miro mi reflejo en el espejo y llevo la mano a mi vientre, los cólicos ya comenzaron a vengarse de mí y mi mentira.

Siento la barriga hinchada.

Tomo un respiro y salgo del baño, me dirijo rápidamente a mi dormitorio y como es el único camino, debo pasar por esa oficina, sin embargo no doy ni tres pasos cuando Mikhail aparece en mi campo visual, me observa con los ojos abiertos y estoy a punto de dar media vuelta y regresar al baño.

—Kathya, ya te vi.—Sus palabras me detienen.

Lo escucho suspirar y me vuelvo hacia él.

—Quiero hablar contigo, ven por favor.—Me lo pide con un tono suave.

El ingresa a su oficina y me tomo unos minutos antes de ingresar con él, Mikhail está pendiente de algunos negocios o eso creo por los planos que hay en su escritorio, probablemente sea la casa donde trasladara su dinero.

—Me dijeron que no te sentías bien...

Ágata...

—¿Ya te sientes mejor, Kathya?

Asiento con la cabeza y llevo la mano a mi vientre.

—Problema de mujeres.—Me limito a responder.

Sus ojos me observan y mi corazón se acelera, paso saliva incomoda.

—¿Se te ofrece algo, Mikhail?.—Le pregunto, incluso estar frente a el se me es difícil.

Sus ojos me miran con fuerza.

—Pronto se cumplirá un mes del fallecimiento de Irina.

Puedo respirar.

—Yo no soy muy devoto, pero entiendo que ustedes lo eran.

—No estoy orgullosa de decir que si porque estaría mintiendo.—Confieso, no recuerdo la última vez que asistí a misa.—Irina era la más creyente y fiel de las dos.

—Exactamente por eso quiero hacerlo, es su voluntad y estoy segura que ella lo preferiría así.

Asiento con la cabeza.

Mikhail hace demasiadas cosas por mi hermana, incluso aunque no esté, el sigue desafiando sus creencias y sus ideales por ella.

—¿Era lo único que deseabas hablar conmigo?

Sus ojos suben a los míos y siento una presión en el pecho, Mikhail me observa en silencio, completamente en silencio y la habitación cerrada no ayuda.

Si no me controlo los latidos de mi corazón retumbaran en él.

—Sí, ya puedes retirarte.

Dios, gracias.

Me doy media vuelta.

—Y sobre anoche.

Mi corazón late por miedo a lo que salga de su boca.

Me vuelvo hacia él una vez más.—Mikhail...

—Lo recuerdo todo, Kathya.

Todo...

Ha dicho todo...

¿Te refieres..?—Mi voz tiembla.

—Recuerdo todo lo que pasó anoche.

Mikhail no da más vueltas.

—Cuando me trajiste a la cama en mi estado de embriagues y te hiciste pasar por Irina.

No lo digas.

No lo hagas.

Como si leyera mi mente, Mikhail hace todo lo contrario.—Y cuando nos besamos.


Su Último Deseo (#7 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora