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Kathya:

Le he dicho que lo amo.

Se lo he dicho, me he atrevido a dar ese paso que jamás creí que daría.

Y él me ha besado.

Gimo sobre su boca y me coge la mandíbula, su pulgar divide mi labio y mi boca se abre.

—Pidemelo, Kathya.

El corazón se me acelera.

—Kathya...

—Hazme tuya. —Suplico, mi vagina se humedece con solo recordar la última vez. —Mikhail...

Sin alarga lo que sentimos y con nuestros corazones palpitantes, Mikhail me traslada a la cama.

Me desviste con devoción, con sus ojos en cada parte de mi piel mientras va descubriéndola de nuevo, las prendas salen una por una, me dejan desnuda y le ayudo a quitarse las suyas también.

Pronto estamos desnudo y de nuevo esta sobre mí, preparándose para penetrarme, mi estómago se aprieta y mi corazón sube a la garganta, los ojos de Mikhail me observan penetrantes y llenos de deseo.

Me cuesta respirar y mis muslos se separan para recibirlo, mi vagina se siente vacía, rogando por la necesidad de que empiece.

—Mikhail. —Esa es mi insistencia.

Mikhail baja la mano por mi cuerpo, me besa los pechos y sube de nuevo a mirarme.

—No seré suave como la primera vez.

Está bien, quiero recibirlo con fuerza.

Asiento con afirmación, el ubica la cabeza de su polla en mi entrepierna y se desliza en mi vagina suplicante, su dureza me cubre y se hunde con fuerza, con tal presión que mi cabeza se levanta.

Tan dura, grande y gruesa, hundiéndose cada vez más.

Dios mío.

Mi cuerpo se tambalea y cuando sus penetraciones dan inicio sin ninguna tipo de protección, me siento llena, complacida, cierro los ojos y me aferro a sus brazos mientras su longitud sale de golpe y vuelve a entrar, disfruto toda de ella, cada centímetro hundiéndose y saliendo de mi interior hasta llevarme a un limite.

Esas caderas se mueven a un compás perfectos y mi boca no deja de emitir sonidos.

—Joder... joder...

Es duro y me encanta, estoy lo suficientemente mojada para gozarlo y si eso fuera poco, mi vagina no deja de humedecerse con cada encuentro, nuestras caderas no dejan de estrellarse y no besamos en medio de los movimientos, Mikhail me coge la cara y aprieta mis mejillas.

—¿Te gusta, Kat?. —Me pregunta, su voz cargada. —¿Te gusta como estoy follándote?

¿Cómo es posible que siga poniéndose más duro?

—Si.. —Digo al borde del placer y dolor.

Un dolor presente que se mantiene, más no crece, porque es el placer que ocasiona con cada embestida la que está por encima y más allá del dolor.

—Mikhail... voy a...—No puedo.. es demasiado. —Mikhail.

No lo para, vuelve a empujar y para entonces mis ojos se cierran.

Termino y él lo hace seguido de mí, nuestras partes se mesclan con nuestros fluidos y cuando retira su erección, Mikhail ha dejado mi entrepierna manchada con su semen.

Se derrumba a mi lado y ambos respiramos entrecortados.

Otra vez me he acostado con el.

Y ahora, ahora ya no puedo arrepentirme.

Mikhail me atrae hacia el, su brazos debajo de su cuerpo y sus nudillos deslizándose por mi espalda, causando sensaciones en mi.

—Dilo otra vez. —Me pide.

Mis ojos se abren, me atrae mucho más y me da un beso suave.

—Dime que me amas, Kat.

Mi boca se abre y mirando su rostro, le confieso una vez más mis sentimientos.

—Te amo, Mikhail.

Una sonrisa débil cruza sus labios.

—Te amo. —Una vez más.

Sus ojos se cierran.

—Hermoso. —Pronuncia y sus ojos me miran. —Eres todo lo que deseo y quiero, Kat.

Mi corazón se acelera.

—Mikhail...

—Eres lo único que necesito.

Ya no quiero pensar que está mal, solo en mis sentimientos.

Quiero dejarme guiar por mi amor a Mikhail Vorontsova.

Su Último Deseo (#7 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora