Capítulo 25

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Esto, esto era una verdadera mierda

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Esto, esto era una verdadera mierda.

Ahora entendía porque Junior me había pedido perdón en la terminal. Me lleve una mano a la cabeza mientras caminaba de un lado al otro.

—Es que no entiendo que diablos haces tu aquí, sé supone que tu no sabías— dije algo enojada.

Mataría a mi hermano a penas lo viera, lo prometo, esto era el colmo.

—Mira, yo tampoco sabía que tu estabas aquí.

—¿Y por qué tocaste la puerta? Digo, si tienes llaves hubieses entrado como Pedro por su casa—replique.

—Bueno... quizás si sabía pero no te enojes que casi mató a Dannah para que Junior me dijera dónde estabas.

—¿Y tú para que diablos me buscas? ¿Acaso no me odias?—cuestioné con más manos en la cintura.

Él estaba sentado en el sofá con el celular en sus manos, había dejado su pequeña maleta junto a la puerta.

Se quedó callado ante lo que dije, era de suponerse, no se que mierda fue lo que picó por venir a buscarme.

Apenas llevo un día, señor, ¿qué hice mal, ha? Dímelo porque la verdad es que no entiendo nada.

—Bueno contesta pues.

—Quiero arreglar las cosas contigo.

Y dale con lo mismo.

—Jack—sonreí—. Querido y dulce Jack— me senté a su lado—. ¿Qué parte de no quiero nada que ver contigo, no entiendes, cariño? Es que ya estoy harta de decirte lo mismo, hombre, por favor ya deja el tema, chico.

Me crucé de brazos:—La verdad es que tu eres terco pero en letras mayúsculas.

—Sydney, por favor, ambos sabemos que volveremos a caer por más cosas feas que nos digamos.

Y tenía razón, siempre volvíamos. Siempre.

—Y en caso de regresar, ¿qué le diremos Madison? ¿lo has pensado un poco?—cuestione—. Porque déjame decirte, cariño, que yo no tendré más problemas por ti.

—Sabes que ya no quiero a Madison... al menos no como antes.

—Jack—agarre su cara—mírame a los ojos y dime que no sientes nada por Madie—se quedó mirándome sin decir una palabra, lo podía ver bien claro, él aún seguía sintiendo algo por ella y a mi, a mi no me lo podía negar.

—¿Ves? No puedes—lo solté—. no me pidas algo que no nos podemos dar. Esto tiene que ser mutuo, Jack, de ambas partes, no solo yo puedo dar.

Él se llevó las manos a la cabeza y tiró de su cabello suavemente.

—Es que no lo entiendes— me dijo—lo que siento por Madison no es amor es simplemente cariño porque estuvo allí cuando más la necesite.

—¿Y por qué no se lo dices?

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