Capítulo 7: Distancia

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Lali está sentada en el sofá de casa de su amiga Eugenia. Tiene las piernas apoyadas sobre la mesa ratona y la expresión lánguida del desgano. Hoy se tomó la tarde libre, porque todavía le dura el susto de la tarde anterior saliendo de la librería.

No es usual verla vestida con calzas, un buzo enorme y zapatillas, pero su depresión post-robo le quita las ganas de salir a la vida vestida como lo hace habitualmente.

- Si por lo menos te hubieses afanado los libros de inglés que le piden a Rufina... ¡Salen un huevo!

Lali la mira frunciendo el ceño y resopla.

- ¡Aflojá con la tortura Lali!... lo analizás demasiado, sabés la cantidad de cosméticos que me afané de MAC en la perfumería de Rivadavia... ¡y te juro por Dios que sigo durmiendo como una Santa todas las noches!

- Esto es diferente Eugenia... ya hace años que vengo así, y cada vez me siento peor.

- Yo no lo veo tan grave... ¿Qué querés que te diga? – Y le pasa un mate y se estira para darle un beso con ruido fuerte y un abrazo cálido.

- ¡Ayyy gnomo, gnomo!... tendrías que haber estudiado... economía, no sé... comercio exterior, así por lo menos ponías mejor ojo en lo que te afanás...

- ¡Basta Eugenia! No es gracioso...

- Es que sí, boluda... un libro aburrido de 650 mangos... ¡claro que es gracioso! ¿Sabes que no es gracioso?, yo te voy a decir... No es gracioso que el forro de Nicolás no le pase plata a su hija hace tres meses... ¡eso no es gracioso!, afanarse un libro y que encima te pongan alfombra roja para la huída es de reina... ¡MEAMORRR!

Lali se ríe por el tono en que se lo dice – Te dije que te dejo plata Euge, no te amargues por ese pelotudo, pero eso sí, no le dejes pasar un mes más, tenés que cambiar de abogado urgente.

- Son todos iguales, les chupa un huevo... capaz una mina se mueve más, que se yo. Y no quiero más plata Lali, ya te debo una banda...

- No me debés nada, ya te lo dije ¿Qué libro necesita Rufa?... dame el nombre.

- ¿Te lo vas a afanar?... sacale bien el código, que después no quiero que le ande pitando a la chica cada vez que entramos a un negocio.

- Sos una conchuda ¿sabías? – Eugenia se ríe con los ojos completamente chinos y vuelve a abrazarla.

- Sí lo sé, pero ya me olvidé como se usa.

- ¿Qué pasó con ese que te escribió por Instagram?

- Casado, 2 pibes y uno en camino... Capaz le caben las familias ensambladas... no sé, nos vimos dos veces, todo muy lindo, muy romántico, cariñoso, hasta que en un ataque de sinceridad me contó lo de su familia... ¡Nunca más!

- ¿Por qué los tipos son así de forros?

- Yo que sé... debe ser algo que tienen en la pinga... - Lali se ríe y niega con la cabeza apenas, mientras toma el mate.

- Bueno, aunque vos no tenés pinga y te re cabe la doble vida... ¿sabés que pienso ahora que charlamos?... Sos una mina a la que le gusta el peligro... ¡sos heavy enana!... siempre al filo de que te dejen con el culo al aire... ¡qué ganas!

- Tengo que terminar con Dante... - le comenta Lali con expresión algo compungida y culposa.

- ¡Noooo boluda!... ¡tenés que terminar con Santiago! Lo que tenés con Dante es perfecto Lali... se ven tres veces a la semana, cogen como animales, siempre que se encuentran están fenómenos, porque no se reprochan nada, no se celan, no se invaden, no conviven, no quieren tener nada más que eso, ¡y me parece perfecto! (Chiques: pongan un Dante en sus vidas)

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