Capítulo 21: Algo personal

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¡Hola lectores!

Quiero contarles que este capítulo en particular es bastante especial. Fue durísimo tratar de transmitirles un relato verídico que pueden encontrar en el libro "Nunca Más", del que alguna vez les hablé (Pagina 18 – Dr. Norberto Liwsky – Legajo NI 7397).

Por supuesto que los nombres y algunos acontecimientos fueron cambiados, por respeto, y también para acomodar la trama, pero es el relato en primera persona de un sobreviviente del horror.

Quiero agradecerles los mensajes hermosos que dejan con cada capítulo, realmente estoy disfrutando un montón de contarles esta historia, y también es un desafío para mí, poder narrar algo que a veces uno desconoce, pero que intento investigar para ofrecerles lo mejor y lo más veraz que pueda, en este camino de contarles algo distinto.

Gracias de corazón a todes les que leen, votan, comentan y tienen la generosidad de difundir para que crezca...

Me hacen sumamente feliz!!!!

¡Gracias, son las mejores!

¡Les quiero con el alma!

Maru

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Peter camina con el andar pausado por Avenida de Mayo, el cigarrillo lo acompaña un poco para mitigar la ansiedad que lleva por dentro. Ese encuentro al que vá, y que no sabe a qué se debe, es parte de algo a lo que no quiere volver. Apenas sabe que le vá a remover muchos recuerdos o imágenes que no quiere volver a transitar.

Pero existe dentro de los humanos una extraña sensación que no podríamos especificar si es morbosidad o masoquismo, por lo cual, aun sabiendo que vamos a sufrir, experimentamos algo movidos por la curiosidad.

Tal vez porque no existe nada más potente que una certeza, y nuestro instinto está en buscar la verdad a cualquier precio, incluso a veces, para algunos, cuando ese precio implique una venganza de muerte.

Peter apura su cigarrillo en la vereda, lo tira y estruja con su zapatilla contra el suelo y desplaza las puertas enormes de madera para entrar.

Afuera hace el frío propio de un mes de julio soleado pero fresco y dentro del "Tortoni" el ambiente es otro totalmente diferente. Música tenue, iluminación amarilla, y el ambiente inundado de olor a café y nostalgia. Hay demasiada historia dentro de lugar, y eso se vislumbra en su vitral del techo, en sus mesas de madera antiguas, en sus arañas iluminadas y en las fotografías que cuelgan de sus paredes.

Se queda apoyado en un rincón buscando a Gatillo, pero quizá todavía no llegó. Busca entre la gente a ver si alguien le hace una seña como para identificar quien es esa persona que esperan, pero hay muchos hombres solos y acompañados tomando y charlando.

La puerta se abre y el tal Gatillo, le palmea la espalda – Pedrito querido... ¡qué bueno que estás acá! – Peter lo saluda con apenas una mueca de sonrisa, le sigue pareciendo un encuentro poco feliz.

- Vení, el doctor nos espera – Y se aproximan a una mesa a mitad del salón. Un hombre canoso, mayor, con un sobretodo color beige, lee el diario del día con detenimiento. Parece elegante, culto.

- Doctor... perdón la demora ¿Qué tal?

- Ohh, no hay problema, buen día – Y el hombre mira inmediatamente a Peter y le muestra una sonrisa. Él le tiende la mano y la estrechan cordialmente – Norberto Bresky, querido... ¡un gusto!

- ¿Qué tal? Juan Pedro Lanzani...

- Tomen asiento, esta es mi oficina desde que me jubilé... así que pongansé cómodos que mi secretaria les trae café – El hombre se siente a gusto, y ellos se sonríen apenas por la manera particular de expresarse.

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