Capítulo 33: Tiempo

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Para los que sienten soledad,

los que creen que perdido estás.

Para los que están al borde del abismo.
Para los que ya tocaron fondo
y sienten que ya perdieron todo.
Para los suicidas que corren ya sin vida.
Cambia ya tus sueños nada más...
Con el mismo cuerpo comenzar...
Tiempo de cambiar, tiempo de empezar...

Tiempo de cambio de lluvia, de sol.
Tiempo de hacer el amor.
Tiempo...
Tiempo de lucha de gran confusión
Tiempo de hacer el amor.
Tiempo...

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Jueves 11 de marzo 2021

Lali se sirve el quinto o sexto café del día, bien cargado. Está con un informe de autopsia que parece un libro de Stephen King, redactado con un nivel de detalle y sordidez, que le hiela la sangre, y también alternando el expediente judicial de la causa.

Se trata del caso de Facundo Vega Somoza, un desquiciado que vivía en el barrio de La Boca, y se encargó de matar a un hombre y su hijo, vecinos, porque le molestaba la música que provenía de sus casas. Eso no es todo. En los alegatos de la causa, otros vecinos declaran que desde hacía años, se encargaba de echar ácido a las macetas y plantas del vecindario y de envenenar con bolitas de carne picada con vidrio molido dentro, a cuanta mascota anduviese merodeando la zona.

Por supuesto que Lali después de haberlo entrevistado, y notar su nivel de violencia, evalúa y decreta en su informe que es absolutamente desaconsejable su excarcelación, e incluso su traslado a una unidad de menor seguridad en la que se halla recluído, ya que concluye, que Facundo mantiene una aversión natural e indiscriminada por la vida de quienes lo rodean, siendo incluso un peligro para sus propios compañeros de prisión.

En estos 5 meses no supo nada de Peter, sólo en contadas ocasiones recibió y contestó dos o tres mensajes puntuales. Nunca fué ella la que inició una conversación, aún sabiendo que Peter, la desbloqueó de whatsapp la misma noche en que se despidieron después de su cumpleaños número 30, y eso fue allá por octubre del año anterior.

Se mandaron saludos de Navidad y Año nuevo, y luego él le mandó una foto con un paisaje, sin él, que sólo decía "Pensándote siempre". Era un lago o un río, con montañas detrás, un cielo precioso y una paz que se transmitía a través de la foto.

Días después Lali se dió cuenta que la había puesto como foto de su perfil, y ya no la había cambiado más.

Intuía que podría ser Mendoza o Neuquén, por el tipo de paisaje, pero no podía precisarlo. Sólo deducir que era el sur. Eso fue en enero y Lali se sintió feliz de que estuviese pasando sus vacaciones en un lugar tan placentero, tan bonito y con un paisaje así de inspirador.

Ella sólo le respondió con una foto muy explícita. Porque a pesar del poco tiempo que compartieron juntos, los dos supieron entenderse, y los códigos que lograron establecer, se podían leer a kilómetros.

De fondo estaba el mar, inmenso, la arena, y sus pies en primer plano. Sus piernas bronceadas y brillantes se veían apenas, y toda la emoción la captaba un mar revuelto sobre el que despuntaban las primeras luces del atardecer.

Ella le escribió sólo la palabra "infinito"... quizá haciendo alusión al mar, o a todo lo que aún sentía por él.

Ya no hubo contacto, hasta esa tarde de marzo en que Lali está cada vez más compenetrada en la lectura, y en su pericia. Pero el teléfono vibra a su lado anunciando un "temible" mensaje de grupo. No es el primero de la semana, ya vienen hace días planeando la juntada post vacacional del grupo de "Ex compañeros Marianista 2008" porque desde fin del año anterior que no se ven.

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