Capítulo 31: Celebración

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Esa tarde terminó muy diferente a la del domingo anterior, que los encontró abrazados en el sofá cobijados bajo la misma manta.

Lali esperó alguna respuesta a su declaración de intenciones, pero tampoco le iba la vida en ellas, porque era absolutamente consciente del estado en que estaba Peter.

Sólo le dió unos minutos que él llenó con los ruidos constantes de su nariz aspirando para corregir el adormecimiento que le provocaba la cocaína, y pitadas constantes a su cigarrillo.

Tomó su bolso y se fue dejándolo en la misma posición en que lo había encontrado.

- Me alegro de verte Agus... ¡Cuidate!

- Lali...- Agustín quiere detenerla pero sabe que nada que le diga en ese momento la vá a hacer permanecer a su lado, porque lo más probable es que él la haya echado. Él lo conoce mejor que nadie y sabe de su violencia cuando se pone así.

- No dejá Agus... yo no puedo ayudarlo... a pesar de la impotencia y el dolor que me dá verlo lastimarse así... tiene que haber un mínimo de colaboración de su parte...

Agustín asiente con tristeza y resignación, y Lali se dá cuenta de que batalla solo contra él desde hace mucho.

- Y vos tampoco podés hacerte cargo de él como si fuera una criatura, porque el desgaste es terrible... ¡lo sé y lo siento! Nosotros ya no podemos ayudarlo desde nuestro lugar porque ¡hay tantos sentimientos de por medio!... que en el afán de sacarlo de esto, lo arrastramos más a que se sienta un miserable... tiene que ver a gente que lo ayude desde otro lugar...

- Yo ya no puedo solo Lali... es... es triste, es injusto... y siempre estoy con el miedo constante de que un día se quede seco... ¡Ya no puedo con él! Por eso pensaba que ahora que te había conocido a vos... las cosas iban a cambiar.

Lali le acaricia el brazo en señal de ánimo... pero niega con su cabeza... - No Agus, ni vos ni yo podemos con él... Te voy a pasar un teléfono para que llames por si en algún momento lo ves con la predisposición de hacer algo por su vida... ¡Ojalá así se!

- Perdón... ¿y vos? ¿Tan fácil te abris?... te puedo asegurar que no sos una minita cualquiera para él. Nunca lo ví así con nadie, y lo conozco desde que salió de Devoto. ¡Lali!... si hay alguien que lo puede sacar de esto... y creeme que no te lo digo para desligarme de él, ¡sos vos!

- Mirá... yo ahora tengo mil frentes abiertos Agus... no sé si llegó a contarte, pero tengo a mi viejo internado en unidad neuropsiquiátrica, y a mi vieja cortada por todos lados porque la quiso matar.

- La verdad es que mi mundo tal como está en este momento es un quilombo groso... y ni siquiera recurriendo a la terapia que yo misma practico... puedo hacerme cargo de todo lo que tengo en la cabeza...

- Me hubiese encantado ayudarlo, pero necesito estar bien yo también para bancar a mi familia en esto que tenemos encima... Y recibir puteadas y malos tratos... la verdad es que ya me parece demasiado.

- Sí ves que pone de su parte, llamá a esta gente deciles que me conocés. ¡Nos vemos Agus!

Esa tarde, no sabemos quién de los tres quedó más abatido. Lali por los insultos y el estado en que encontró a Peter. Agustín por volver a encontrarse sólo frente a la situación que ya no sabe cómo manejar. O Peter, que una hora después de irse Lali, salió de su habitación, ya mucho más tranquilo y le preguntó a Agustín casi en un susurro - ¿Se fue? – Pero no obtuvo respuesta audible, Agustín chasqueó la lengua y lo miró como tratando de matarlo en ese instante.

Durante esa semana ninguno tuvo noticias del otro. Y aunque existía la acción voluntaria de no escribirse, los dos abrían whatsapp intentando iniciar una conversación que en el caso de Lali obviamente no conducía a ningún lado, porque seguía bloqueada. Pero en el caso de Peter, tuvo que contenerse varias veces de volver a activar el "desbloquear" porque todo se le caía encima... ahora ni siquiera la tenía a ella, y su necesidad de venganza fluctuaba constantemente entre el cometer una atrocidad y el olvidarse de Eduardo Espósito y estar cerca de sus mujeres como único triunfo válido.

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