¿Ella o ellos?

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Hermione se encontraba mirando por la ventana, con la mirada perdida en la nada. De pronto se escucho como la puerta era abierta, pero ni se molestó en ver quién era, ya que sabía de antemano que era aquel hombre que alguna vez fue alguien muy importante en su vida, pero ahora no quedaba rastro alguno de él.

— ¿Y no sonríes como antes?— cuestionó Serpens posicionandose al lado de la castaña.

— En estos momentos no tengo motivo alguno para hacerlo — respondió Hermione con frialdad, sin mirarlo a los ojos.

El rubio suspiró, y solo se dedico a observarla en silencio.

Le había ordenado a las elfinas que la bañaran y la vistieran decentemente. Ahora llevaba puesto un vestido hasta las rodillas, color lavanda y unos cómodos zapatos blancos.

Sin decir nada acarició su fría mejilla, pero la castaña se apartó como si le diera asco sentir su tacto.

— ¿Que te sucede?— Preguntó algo brusco.

Hermione endureció su mirada.

— ¡¿Que te sucede a tí?!. Tratas de fingir que todo está bien y que las cosas son como antes, cuando ambos sabemos que no es así— aseveró.

Serpens gruño, y solo dijo:

— En la noche nos iremos.

La puerta de la habitación fue abierta bruscamente y por ella ingreso Dephne con una cara de preocupación

— ¡¿Que demonios quieres?!— medio grito exasperado el rubio, por tal interrupción.

— Tenemos un problema...— informo la rubia.

Serpens frunció el ceño. Pero no recibió una respuesta por parte de Dephne, ya que solo basto escuchar dos vocesillas conocidas, para darse cuenta de cuál era el "problema".

— ¡Déjame, tonta bruja!— grito Orión molesto.

Dephne tenía tomados del brazo a Orión y Scorpius. Los pequeños al ver a su mamá ahí, se quedaron como estatuas, pero safandose del agarre de la rubia, corrieron a los brazos de la castaña.

Hermione los recibió gustosa, aunque con algo de pánico, ya que estaba preocupada por sus pequeños.

— ¿Que hacen ellos aquí?— Preguntó Serpens, tomándose el puente de la nariz.

— Estaba vigilando en mi escoba por el bosque, hasta que vi a estos niños y no me quedo de otra que traerlos aquí— explico Dephne con fastidio.

Serpens le hizo una seña a la rubia para que se fuera, está sin replicar lo hizo.

Los niños no querían soltar a su mamá.

— Todos te están buscando— murmuro Scorpius en su oído.

Hermione sintió una punzada en el pecho.

(" ')

Draco, Harry, Ron, Blaise, Theo y Lucius, sobrevolaban el bosque. Todos ellos eran guiados por el anillo que tenía Draco en su mano, este cambiaba de color según los puntos cardinales, de modo que los guiaba a Hermione y con un encantamiento también podía localizar a Scorpius, ya que este tenía la joya Malfoy.

Su cara se congestionó al darse cuenta de que tanto Hermione, como Scorpius y Orión se encontraban en mismo lugar.

— ¡Maldición!— masculló Draco.

— ¿Que sucede, Malfoy?— cuestionó Harry quien iba a su lado.

Draco le dirigio una mirada helada.

— Sucede que mis hijos están en el mismo lugar que ese psicópata tiene a Hermione— explico entre dientes.

— ¡Rayos!. Ya tenemos la hubicacion, no hay tiempo que perder — aseguró Harry.

Todos apuraron la velocidad de sus escobas, debían llegar lo más rápido posible.

Luego de unos minutos llegaron a su destino, era una mansión abandonada, pero se notaba que estaba siendo habitada por alguien, ya que había una luz proveniente de adentro.

Todos estaban ocultos tras unos enormes arbustos, así impedia que los vieran y sean atrapados. Aunque el ya se ser noche, les beneficiaba porque podría escabullirse con facilidad entre las sombras.

Ron se acercó a la mansión, pero antes de que pudiera dar un paso más, Harry lo detuvo.

— ¡No!— exclamó jalando del brazo a su amigo, haciendolo caer por la fuerza—. Hay una barrera protegiendo la mansión— añadió rápidamente.

— No podremos romperla nosostros solos— aseguró Theo, tomándose el puente de la nariz.

Pero por suerte los Aurores aparecieron.

— ¿Que hay que hacer, señor Potter?— Preguntó uno de los aurores .

— Tenemos que romper la barrera — informo Harry.

Rápidamente todos comenzaron a atacar la barrera, que pronto se rompió, permitiéndoles el paso.

Cómo la mansión era grande, todos fueron por distintas direcciones.

Draco subió las escaleras, seguido por Lucius.

— No debiste venir — dijo entre dientes Draco, a su padre

— Son mis nietos y mi nuera — refuto Lucius.

Draco frunció el ceño

— ¡Tardaste mucho en darte cuenta!— reprochó, molesto.

Lucius lo detuvo

— Se que estuve mal, pero quiero arreglar mi error — aseguró el rubio mayor.

Draco suspiro, no sabía si creerle o no, pero le llamo la atención escuchar un grito amortiguado proveniente de una habitación. La puerta estaba cerrada así que la abrió con un “Alohomora”.

Ambos rubios ingresaron en la oscura habitación, no se veía absolutamente nada. Casi pegan un brinco cuando sintieron que la puerta se cerraba bruscamente, y las luces se encendían.

Draco observo temeroso como su mujer e hijos estaban amarrados y amordazados, y frente a ellos se encontraba un Serpens lleno de rasguños en el rostro y la ropa manchada de sangre.

Serpens sin expresión alguna dijo:

— Elije, Malfoy.... ¿Ella o ellos?

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Lo Que El Viento Se llevó (SIN EDITAR) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora