El se encontraba sentado en un banco entre las sombras sin que nadie se atreviera siquiera a pasar cerca, pues sabían quién era y todas las cosas que había hecho. Leyendo su libro sin que nada le importase se dio cuenta que era probablemente la persona más solitaria del lugar, sin nadie a quien contar sus penas ni sus alegrías (si las tuviese). Veía por encima de las hojas ya leídas como unas pocas personas caminaban rápidamente enfrente de él completamente tiesos y alerta, una mujer se había largado a llorar solo con reconocerlo.
"Es molesto" penso, pues no tenía nada en contra de ellos, no tendría problemas en quitarles la vida claramente, pero solo quería disfrutar de un cálido día de verano sentado con toda la paz que le fuese posible.De repente sintió unos gritos lejanos, un libro cayendo justo al lado suyo sobre la banca. Alquimia y mística leyó en la portada, ciertamente era un libro que ya había leído y le resultaba fascinante pero no contaba con nadie a quien expresarle sus opiniones.
"Es una lástima que la alquimia no sea real" mientras continuaba su lectura escuchó los quejidos de una mujer que llegaba de entre los árboles con un montón de hojas en la cabeza, el seño fruncido y unas cortadas en las mejillas que seguramente le ardían.
Al ver que buscaba algo por el suelo y sus alrededores sin dar con el dichoso libro el decidió aclararse la garganta, pues si hablaba quizás ella saldría corriendo y olvidaría el libro.
En cuanto ella lo escucho se volteó, y el la observo detenidamente. Ojos grandes, cabello largo y ligeramente ondulado, pestañas largas y rizadas, una piel hermosa sin imperfecciones y una boca rosa que combinaba perfectamente con su tono de piel. Ella lo miró confundida, un poco molesta pues había interrumpido su búsqueda, y el al darse cuenta que ella no daba con el libro aún decidió señalarlo.
Al verlo ella se acercó, sin temor alguno.- Se lo agradezco
Sin decir más lo abrió y comenzó a leerlo ahí mismo, mientras daba la vuelta y empezaba a caminar, no llegó muy lejos pues chocó la pierna con un banco cercano lastimandose a lo que él solto una pequeña risa.
Ella se dio la vuelta con las mejillas rojas y le dijo:- ¿es que a usted le parece graciosa mi desgracia?
Lo sorprendió de una forma que jamás espero, era la primera persona desconocida que le dirija la palabra desde hace años. El sonrió, lo que a ella le causó mayor vergüenza y enojo, así que decidió acercarse para enfrentar al caballero con tan terribles modales con el que se había encontrado.
- el reírse a sido muy descortés, debe disculparse
Pero que mujer tan fascinante, no solo no le temía, ella simplemente le estaba dando una orden directa.
- ¿sabe usted quién soy?
- ¿cree usted que por ser quien sea que sea puede ser tan maleducado?
La gente de los alrededores le hacía múltiples señas para que saliera de ahí, para que se disculpara, para que rogara por su vida una vez que el decida levantarse pero ella haciendo caso omiso continuó.
- eh decidido no moverme hasta que usted se disculpe.
Se cruzó de brazos mientras lo miraba directo a los ojos
- pues tiene razón, fui muy descortés, espero pueda disculparme.
Dijo el mientras se levantaba, cerraba el libro y se acercaba a ella. "Quizás no vio el tatuaje aún" pensó a tiempo de enviar con la mano todo el cabello que le podría haber tapado la frente.
- acepto sus disculpas.
Ella dio la vuelta y empezó su marcha
- espere señorita, como una disculpa completa no le gustaría que le invitara una taza de café.
Ella se giró, vio el tatuaje en la frente de él después lo miró a los ojos.
- lo lamento, pero no acepto citas de desconocidos.
- ya está solucionado entonces.
- el problema está en que no lo conozco.
- si, pero la solución está en conocerme ¿no lo cree señorita?.
- no tengo tiempo.
- tiene toda la vida.
Pues era verdad y no parecía tener la mínima intención de dejarla ir.
- es usted muy bueno con los discursos, no estoy de acuerdo pero tampoco encuentro motivos para negarme.
- entonces esta hecho, le propongo que nos encontremos en el café de enfrente del parque el sábado por la tarde.
- ¿y la hora?
- usted escoja
- a las 5 de la tarde estaría bien, pero no prometo ser la perfecta compañera de té ni una gran conversadora.
- de eso no se preocupe, después de todo es una taza de café de disculpa.
- hasta ese día entonces.
Ella se marchó. ¿Pero por qué el había arreglado una cita con una mujer que acababa de conocer? Era hermosa hasta dejar sin aliento eso era verdad, no tenía miedo de hablarle y al parecer tenía unos excelentes gustos literaturezcos, era muy buena para ser verdad y el lo sabía.
Ella no lo aparentaba pero estaba tan avergonzada que no podía dejar de apretar sus uñas contra las palmas de sus manos, ¿como había hecho para encontrarse con un hombre tan guapo y chocarse a la primera oportunidad? Era cierto que gracias a eso ella había conseguido una cita con el, pero algo no cuadraba con la lejanía de las demás personas en cuanto lo veían, o como habían reaccionado al momento en que ella le dirigía la palabra.Se encontró una vez más en esa sala de arte que tanto frecuentaba y que la dueña ya conocía de memoria así que decidió preguntarle que había de malo con el hombre del tatuaje en la frente.
- sabe doña Lucinda, hoy me eh encontrado con un hombre muy guapo. Pero todo aquel que lo veía ponía unos ojos que solo creía posibles para aquellos que vieran al mismísimo lucifer.
- ¿y cómo era ese hombre?
- bueno, pues era relativamente alto, cabello y ojos oscuros, tenía un libro en la mano y un tatuaje en la frente.
La cara de la señora se ensombreció y palidecio al mismo tiempo, una sensación de desagrado desbordaba de su pecho y un alivio por saber que esa bella y recien llegada joven no había muerto ya en sus manos.
- esos ojos los tenían así porque vieron al diablo en persona. No debes volver a verlo nunca, el es lucifer en la tierra y el causante de muchas desgracias. Si lo vuelves a ver debes huir inmediatamente.
Ella no lo entendía, parecía que era un simple joven carismático y un poco molesto como cualquier otro.
- ya tenemos una cita el sábado.
- puede que seas muy linda, muy inteligente y una persona fuerte, pero no puedes ir al infierno y esperar que las llamas no te consuman.
¿Por qué todo el mundo parecía saber algo que ella no? No entendía que de malo había hecho el, pero estaba segura de averiguarlo el sábado.
Llegando a su casa intentando hacer el menor ruido posible entro en su habitación, encendió la computadora y buscó las características del hombre que tanto le había llamado la atención- chrollo lucilfer.
El nombre le quedaba perfecto y al parecer si era el mismísimo demonio enviado para acabar con la humanidad. Un genocida de primera categoría con un poder inimaginable y con un equipo que lo hacía imposible para cualquier gobierno, para cualquier país y para cualquier adversario. Ese era el tipo de persona con la que se había citado el sábado para tomar un café y al que había obligado a disculparse.
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Eclipse Solar [Chrollo Lucilfer HxH]
Hayran Kurgu¿Como se atrevía esa simple chica a retarlo y regañarlo tan descaradamente? El podía reírse de quien quisiera y más aun si ella había cometido un error tan tonto, el único motivo por el cual seguía con vida era porque quería ver su expresión cuando...