- ¿Subimos las escaleras?
- Sí, es el segundo palco.
Había llegado el mes de mayo y con él las inmensas ganas de que fuera verano. Los días de abril se habían consumido tan rápido como una bengala barata. Habíamos llevado finalmente a la Señora Martínez a su nueva residencia y Flavio y yo habíamos decidido hacernos cargo de Totó, su perro al que llevaríamos frecuentemente a visitarla.
- Bueno – dijo Flavio cuando llegamos a la puerta de la residencia.
Una enfermera se acercó a nosotros con una sonrisa. Era una residencia especializada en pacientes de Alzheimer. Flavio se giró con los ojos llorosos y yo le acaricié el hombro. La enfermera cogió suavemente a la Señora Martínez por el brazo.
- ¿Puedo despedirme? – le preguntó.
- Claro – dijo ella alejándose a una distancia prudente.
- ¿Quieres que me vaya? – le pregunté.
- No – susurró, suspiró y le acarició la carita a la Señora Martínez – Bueno, gracias por todo.
Una lagrima cayó por su mejilla y me mordí el labio para no romperme junto a él.
- Gracias por cuidarme tanto cuando llegué a Madrid. Por ser esa vecina un poco pesada al principio, pero imprescindible. Voy a echar de menos tus croquetas – rio en medio de las lágrimas – Y bueno, ya está que te vendré a ver siempre, pero estoy seguro de que te van a cuidar super bien aquí. – se secó las lágrimas.
La Señora Martínez tenia la mirada perdida en una fuente del gran jardín de la residencia. Flavio le dio un beso en la frente y se alejó dando dos pasos hacia atrás con la cabeza agachada.
- Flavio – susurró cogiéndole la mano.
El tiempo dejó de correr por un segundo. La mente de Flavio repetía su nombre dicho por esa persona tan importante para él, lo vi en sus ojos llorosos. Se giró con la boca entreabierta, y la contempló incrédulo.
- Gracias a ti – susurró la Señora Martínez con una sonrisa enorme– por cuidarme más. Eres el mejor nieto no biológico que he tenido nunca.
El labio inferior de Flavio temblaba ligeramente.
Esa imagen fue la última que Flavio vio de la Señora Martínez que solía conocer. En ninguna visita más supo reconocerlo, pero él estaba feliz viendo como ella disfrutaba de las actividades y se lo pasaba en grande.
- Son estos asientos – me señaló Eva antes de sentarse en uno.
Me habían invitado hacía una semana a un estreno del musical Billy Elliot en el Nuevo Teatro Alcalá, yo había decidido invitar a Eva porque sabía lo mucho que le gustaban este tipo de espectáculos, además me habían dicho que este valía verdaderamente la pena.
- Tengo muchas ganas. – dijo con una sonrisa juntando sus manos.
- Yo también la verdad, estoy nerviosa también. – Eva me miró y entrecerró los ojos como si intentara leerme la mente.
- No estás nerviosa por esto ¿a que no? – sonrió de lado, yo negué.
- Es que mañana le doy la sorpresa a Flavio.
- ¿No me digas? ¿Cómo crees que se lo va a tomar?
- Hombre, yo espero que super bien.
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Polo Opuesto { Flamantha }
RomanceCuando dos mundos muy diferentes chocan ¿qué pasa despues de la explosión?