26. Conocer a la Señora Martínez

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- ¿Cómo fue ayer? – mi hermana se sentó a mi lado en el sofá con una taza de café calentito entre sus manos.

- Fue muy guay la verdad – entrecerró ligeramente los ojos – em ... - esperaba atentamente a que siguiera – nos besamos. – solté finalmente.

- Vaya, pensaba que me costaría más sacártelo Samantha.

- ¿No te sorprende? – le miré.

- La verdad es que no, os vi en el cumple de Elia, era cuestión de tiempo. – me reí y le di un pequeño golpe en el hombro. – cuidado que me tiras el café burra.

- Perdón. – me puse cómoda en el sofá. Mi hermana miró a la tele, estaba apagada.

- ¿Qué hacías?

- Pensar y esperar a que pase el tiempo.

- ¿Tienes algo que hacer señorita?

- Voy a casa de Flavio a desayunar, me ha invitado su hermana.

- ¿Su hermana?

- Es muy maja, vamos a ser buenas amigas estoy segura. – volví a mirar a la tele apagada.

- Y ¿por qué esperas?

- Porqué es muy pronto Débora. Estaba pensando.

- ¿En qué? – puse mala cara, odiaba que me hablaran tanto tan temprano.

- En cómo le voy a contar a Flavio que soy famosa.

- Oh. – me dio una caricia de ánimo en la pierna y se levantó perdiéndose por la puerta de la cocina.

Estuve observando la pantalla negra durante largos minutos hasta que decidí ir a casa de Flavio, era temprano pero ya no lo era tanto. Las calles estaban prácticamente desiertas, quizá si que era muy temprano. Comprobé la dirección que había recibido de Bea y miré el bloque de pisos. Yo ya había estado ahí. Pero no lograba recordar cuando ni por qué. Llamé hasta que me abrieron el portal, subí las escaleras y llamé el timbre con cierto temor de que los hubiera despertado, la imagen que me encontré fue cuanto menos interesante.

Flavio había abierto la puerta con unos pantalones de pijama pero no llevaba camiseta.

- Vaya – dije yo.

- Samantha, buenos días. – se miró a si mismo – me voy a poner una camiseta para saludarte mejor. – yo sonreí y asentí viéndolo irse.

- Sam, hola. – Bea apareció y me dijo que la acompañara a la cocina tras coger mi bolso y mi chaqueta y colgar ambas cosas en la entrada.

El piso era pequeño, tenía un concepto abierto, el salón se juntaba con la cocina sin ninguna pared de por medio supuse que las tres salas cerradas eran dos habitaciones y el baño. Era muy diferente al piso de mi hermana, pero me encantaba. Un gatito vino corriendo a saludar.

- Muy bien Rubio saluda a nuestra invitada – le dijo Bea.

- Hola Rubio – me agaché a saludarlo, de repente mi cabeza recordó un pequeño perrito, el de la señora de los churros, la acompañé a su piso, era este piso, estaba segura, por eso me sonaba.

- ¿Por casualidad tenéis una vecina en este piso que sea mayor y tenga un perrito?

- Sí claro, la Señora Martínez es la única que tiene perro en el edificio y es mayor.

Flavio volvió, ya con una camiseta, y se acercó a darme un abrazo y un beso largo en la frente a modo de buenos días.

- Me estaba preguntando por la Señora Martínez – informó Bea a su hermano.

Polo Opuesto { Flamantha }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora