30. Se pierde y t'estimo

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- Cierra la puerta - pasé a la sala de profesores.

Flavio estaba apoyado en la ventana. La gran mesa del centro de la sala tenía una caja de bombones, miré la caja y después a él. Me asintió dándome permiso así que cogí un bombón cualquiera llevándomelo a la boca. Seguí mi camino hasta llegar a Flavio que puso su mano en mi cadera acercándome más a él. Yo le sonreí y él se mordió el labio antes de apoderarse de los míos a la velocidad de la luz. Era lento, pausado, disfrutábamos de cada segundo, pero de repente todo dio un giro inesperado y el beso tranquilo se volvió más salvaje. Ambos nos separamos con la respiración irregular. Me escondí en su cuello.

- Esto es muy inapropiado – le dije. Flavio tragó saliva y me puso un mechón detrás de la oreja, le encantaba hacerme eso.

Sus gafas se resbalaron por el puente de la nariz, cuando él fue a recolocárselas le paré la mano y le coloqué bien las gafas, seguidamente dejé un pequeño beso en la punta de su nariz.

Hacía aproximadamente una semana desde el momento en el que me había cantado por primera vez, nuestra relación había mejorado bastante.

- Qué guapa estás.

- Pero ¿qué te pasa hoy? Estás desatado.

- No sé – cogió con un dedo la hebilla de mi cinturón acercándome todavía más a él.

- Va a venir alguien, esto es un colegio.

- No me digas – rozó la punta de su nariz con la mía.

- Flavio, van a empezar a sospechar que tengas tantas reuniones conmigo.

La puerta se abrió de repente.

- ¿Tita Samanzi? ¿Profe Fla?

- Elia ¿Qué haces aquí? – me separé de Flavio.

- No ¿qué haces tú aquí? Yo estudio aquí. – me contestó Elia, de repente sonrió - ¿Sois novios?

- No, no somos novios Elia, a clase. – Flavio se acercó a ella.

- ¿Qué has venido a buscar Elia? – le preguntó él muchísimo más calmado que yo.

- Es que el profesor Antonio me ha dicho que se ha olvidado de sus fichas de gimnasia y si las podía venir a buscar.

Flavio se separó de ella y se acercó a las estanterías, buscó con el dedo el nombre de Antonio por los apartados, lo encontró, cogió los papeles y se los dio a Elia.

- Adiós novios – movió la mano despidiéndose y cerró la puerta.

Flavio volvió a acercarse a mí, yo negué por el surrealismo de la situación que acabábamos de vivir. Nos miramos y ambos reímos, había sido gracioso, se podría decir así.

- Me tengo que ir – Flavio me abrazó.

- Quédate el ratito que me queda – miré al reloj ante su sugerencia.

- Bueno vale, venga.

Estuvimos un par de minutos abrazados, olía a vainilla, le acaricié la nuca con mis dedos. Di pequeños pellizcos a su pelo. Él me olía el pelo, yo a él el cuello.

- ¿Tienes reunión con Belén? – me preguntó sin separarse de mí.

- Mhm – asentí. Le dejé un beso en el hombro y me separé con el sonido de la alarma de cambio de clase de fondo.

Polo Opuesto { Flamantha }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora