25. Let's fall in love for the night

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- Le toca tirar Señora Martínez.
- Ay madre mía - empezó a mirar sus cartas y al ver que no tenía ninguna que valiera robó del montón.
- Uno - dije soltando sobre la mesa mi penúltima carta. La señora Martínez tenía también un cinco, aunque no fuera amarillo era rojo, justo el color de la carta que me faltaba.
- Ya has ganado tres veces seguidas, otra vez - reí, la Señora Martínez era muy competitiva y si no ganaba jugaríamos hasta que me diera una paliza con la que se quedara contenta.

- ¿Está segura de que quiere volver a jugar? – la Señora Martínez que había cogido las cartas las dejó sobre la mesa.

- No, mejor háblame de esa chica que te gusta a la que vas a ver en un par de horas.

- Yo no he dicho que me guste – cogí las cartas y las guardé en la caja para que no se perdieran.

- Pero te lo noto, te brillan los ojitos al hablar de ella.

- Que va – me rasqué la nuca y me recoloqué las gafas.

- ¿Has pensado a dónde la vas a llevar?

- Pues la verdad es que no, pero estaba barajando opciones.

- Cuéntame. – Se sentó bien y me miró atentamente esperando a que hablara.

- Pues no sabía si llevarla a un sitio elegante o a un sitio más normal.

- ¿Ella es elegante? – yo reí, definiría a Samantha con muchos adjetivos, pero el adjetivo elegante no era uno de ellos.

- No la veo elegante, la verdad.

- ¿Cómo es?

- Pues es – suspiré y sonreí al pensar en su sonrisa – divertida, simpática, a veces habla un poco más de la cuenta, es buenísima con su sobrina, la mejor tía del mundo, canta super bien, es lista y no sé – me volví a recolocar las gafas que se habían resbalado por el puente de mi nariz.

- Está claro que no te gusta – la Señora Martínez se puso de pie – ¿quieres algo de beber? – yo negué – te has puesto bien guapo, a ver, levanta – me levanté – ¡qué camisa más bonita!

- Muchas gracias, Señora Martínez.

- ¿Cuándo me la vas a presentar?

- Cuando sea el momento te la presentaré te lo prometo. – me acerqué a ella y le di un beso en la frente.

- ¿Bajamos a Totó? – me preguntó.

- Venga vamos – el perrito vino moviendo la cola y le puse la correa para salir, la Señora Martínez lo llevaba mientras yo caminaba un poco por delante.

Miré al cielo, estaba escondiéndose el sol y todo estaba de rosa, colores pastel, tenía que pasar a buscar a Samantha en media hora.

Tras el breve paseo volvimos a subir. La Señora Martínez se puso a hacer la cena y yo comí dos olivas antes de caminar hasta casa de Samantha, el bloque de su piso era una construcción nueva, el mío tenía por lo menos cien años. El suyo tenía conserje y las escaleras y las zonas comunes más limpias que un quirófano, la escalera de mi piso estaba llena de chicles fosilizados, sus paredes eran blancas y lisas, las mías amarillas y de gotelé.

Di tres cortos toques a su timbre antes de escuchar unos pasos cerca de la puerta.

- Hola Profe Fla, ahora viene mi Tita Samanzi, mi mama me ha dicho que te pregunte si quieres pasar a esperarla. – sonreí, pasé y Elia empujó la puerta para cerrarla detrás de mí.

- ¿Cómo fue el resto de tu cumple peque?

- Súper bien – dio pequeños saltitos alegre – me regalaron un montón de cosas chulis y el pastel estaba buenísimo.

Polo Opuesto { Flamantha }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora