51. Concierto De Belén y verdad

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[Escuchad la canción al final del capítulo]


Sus ojos se abrieron lentamente por el tacto de mis caricias por su cabeza. La noche había sido un caos.

Habíamos encontrado a la Señora Martínez congelada, no sabíamos cuanto tiempo habría estado en la calle, pero la acompañamos a casa. Ella no paraba de hablarme de sus padres, me preguntaba dónde estaban y supuse que estaba teniendo un nuevo ataque de la enfermedad.

Cuando llegamos a casa le dije a Samantha que me esperara en casa que acostaría a mi vecina e iría, ella insistió en ayudarme, pero la convencí asegurándole que sería solo un rato. Sin embargo, lo que habría durado poco menos de una hora se alargó a casi tres horas.

La Señora Martínez empeñada en que yo era su hijo me agarró del brazo impidiendo que me marchara. No pude irme hasta que se durmió, sobre las cuatro de la mañana llegué a casa, como era obvio Samantha se había quedado dormida en el sofá, no tenía una posición muy cómoda para dormir así que la desperté para llevarla a la cama de la habitación de invitados.

- Perdón, no he podido venir antes – le susurré cuando me miró por un momento.

- No pasa nada Flavio – volvió a colocarse y cerró los ojos de nuevo.

- Vamos a la cama que te vas a despertar adolorida. – volví a acariciar lentamente su mejilla para que se despertara, pero no tuvo resultado. Murmuró "no" acompañado de un gruñido y se aferró al cojín.

- Vale – dije antes de ponerme de pie.

Le di un ultimo vistazo antes de dirigirme a mi habitación, pero cuando mi mano tocó el pomo de la puerta volví a girarme sobre mis talones. Si la dejaba durmiendo ahí se levantaría con torticolis. Volví a acercarme mientras negaba y suspiraba. Pasé un brazo por la parte alta de su espalda y el otro por debajo de sus piernas y la cogí en brazos.

Se movió y volvió a gruñir, pero en cuanto se sintió a salvo pasó sus brazos rodeando mi cuello y apoyó la cabeza en mi hombro. Sonreí y caminé hacia la habitación que no ocupaba nadie, la tumbé suavemente en la cama y le puse una manta polar sobre su cuerpo para que no pasara frío. Me agaché y la miré atentamente, cogí el mechón que tenía en la cara y lo pasé por detrás de su oreja para que no le molestara. Dejé un beso en su frente con cuidado y me fui a mi habitación, necesitaba dormir.

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Olía a café desde la cama. Estiré mis brazos y piernas, sentía todo mi cuerpo agarrotado. Me rasqué los ojos y los abrí lentamente, no reconocí la habitación hasta que me acostumbré a la luz y recordé la noche anterior. Me había quedado dormida en el sofá, pero me había despertado en la cama y con una manta.

Me levanté y abrí la puerta, la primera imagen que apareció frente a mis ojos fue tan adorable como graciosa. Flavio estaba cocinando, tenía un delantal de flamencos puesto y se había manchado con harina todo el cuerpo incluido el pelo, incluso las pestañas.

- Buenos días – me saludó sonriente.

- Buenos días – le devolví el saludo.

Vertía masa sobre la gran sartén y movía el líquido por la sartén para que quedara bien extendido.

- He hecho café – me informó señalándome una taza sobre la encimera – y estoy haciendo crepes para desayunar. – le sonreí y me acerqué a él por detrás para dejar un beso en su espalda por encima de la camiseta.

Polo Opuesto { Flamantha }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora