14. Coloretes y fiebre

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La clase libre de la semana la empleamos para dibujar lo que ellos quisieran con música clásica de fondo. Recogí los colores que se les habían caído al suelo.

- Gracias profe – dijo Martina cuando le devolví el color azul que no lograba coger.

- De nada Martinica – ella frunció los labios, no le gustaba que le llamara así pero hoy estaba inmensamente feliz.

Me paseé por las mesas, estaban colocadas en forma de U para que pudiera ver las caras de todos ellos en las clases y todos estuvieran juntos compartiendo espacio. Toni había dibujado un árbol, Mario había dibujado un puente y un río, o eso es lo que ellos decían que era. Llegué a la mesa de Elia, tenía los colores colocados a un lado de la mesa, pero no los había tocado, su brazo estaba estirado sobre la mesa y tenía la cabeza boca abajo sobre su brazo.

- Elia – la llamé acariciando su espalda lentamente. Elia levantó la cabeza lentamente, tenía los ojos cansados y el color rojo de sus mejillas contrastaba con el blanco de su piel. – ¿qué te pasa? – me agaché a su lado sin dejar de masajearle la espalda.

- Me duele la frente.

- ¿Te duele la cabeza? – ella asintió sin fuerzas.

- No quiero pintar profe Fla.

- No pasa nada, ven, dame la mano. – se levanto y me cogió la mano, les dije a los demás alumnos que siguieran pintando sus dibujos y me senté en mi silla con Elia sobre mi rodilla izquierda. Le coloqué un mechón que se había desprendido de la coleta detrás de su oreja.

- ¿Quién te ha traído esta mañana Elia?

- Mi tita Samanzi – esbozó una sonrisa débil al decir su nombre.

- ¿Y no le has dicho a tu Tita Samanzi que estabas un poco malita? – le pregunté delicadamente, Elia negó. – Y ¿por qué no?

- Porqué estaba muy contenta y yo no quería que se pusiera triste. – un calorcito se apoderó de mi corazón al ver como Elia quería a su tía.

- ¿Y tu mamá? ¿Está trabajando? – Elia asintió.

- Me duele un poco la barriga. – dijo frotándose la barriga.

- Espera aquí. – me puse de pie cogiéndola en brazos y la dejé sobre la silla.

Salí de la clase dejando la puerta abierta y entré en la clase de en frente a Primero B y le pedí a Ana Julieta que se acercara un momento, le dijo a uno de sus alumnos que siguiera moldeando la plastilina y se acercó.

- Elia se encuentra mal, necesito que los eches un vistazo mientras la llevo a conserjería a que espere a su tía.

- Claro, yo vigilo. – Anaju se quedó en el pasillo entre las dos clases sin quitar ojo a una clase y después mirar a la otra, los niños hoy estaban muy tranquilos.

Me acerqué a Elia que seguía sentada con la mirada perdida y se puso de pie, le cogí de la mano y nos dirigimos a la puerta para seguir nuestro camino hasta conserjería pero justo antes de abandonar la clase expulsó todo el desayuno por la boca, los compañeros se giraron a ver qué había pasado y todo fue a cámara lenta, Anaju al ver lo que había pasado le dijo a Fernando que estaba libre en la sala de profesores que vigilara las clases mientras ella limpiaba el vómito. Afortunadamente los niños no le dieron mucha atención, pero yo que me había agachado a acariciarle la espalda a Elia y a decirle "todo está bien" "no pasa nada" noté cuando su respiración empezó a ser irregular.

Después de la respiración irregular vino un cambio de expresión facial, sus ojos estaban inundados y empezaron a caer las primeras lagrimitas, afortunadamente no se había manchado nada, solo los zapatos. La cogí en brazos y la llevé al cuarto de baño de la planta de infantil, todos los niños estaban en clase y con suerte no había nadie que la hiciera sentir peor de lo que ya se sentía ella misma.

Polo Opuesto { Flamantha }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora