10. Una visita y un café no aburrido

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Una bola de pelo saltó sobre mí y me despertó, era festivo por lo tanto no teníamos que ir a clase, por suerte porque no había podido ir a dormir hasta las cinco de la mañana. Cuando Dani nos presentó a Sergio a Jimena y a mí recibí una llamada que me paró el corazón por un momento.

- ¿Diga?

- ¿Flavio?

- Si... ¿Señora Martínez? – sonreí al escuchar a mi vecina.

- No quiero molestarte hijo, eres el numero que tengo en marcación rápida. Estaba preparándome para dormir cuando Totó se ha cruzado y me he caído al suelo – me puse serio y recto de golpe, juraría que había parado de respirar y mi corazón de palpitar.

- Llego ahora mismo Señora Martínez. – colgué y me puse la chaqueta preparado para irme.

- ¿Qué ha pasado? – me preguntó Jimena preocupada por mi reacción.

- La Señora Martínez se ha caído.

- ¿Qué dices tío? ¿Está bien? – Dani se puso serio de repente alejándose de Sergio y poniendo una mano sobre mi hombro con el ceño fruncido. Dani y Jimena sabían lo especial que era esa mujer para mí, la persona que me daba los mejores consejos y la que siempre había estado ahí, desde mi primer día en Madrid. Solo y asustado recién llegado de Murcia hasta que llegó ella a traer unas croquetas y a hablar por horas hasta que me sentí como en casa.

- ¿Quieres que te acompañemos? – propuso Jimena poniendo su mano en mi otro hombro.

- No, tranquilos, ya os iré diciendo.

Sali del bar tras despedirme de mis dos amigos y Sergio que me dio un leve apretón de ánimo. Cogí un taxi para volver a casa lo más rápido posible, había llegado allí en metro, pero no era la mejor manera para llegar cuanto antes. Tardamos unos pocos minutos en llegar a mi bloque, afortunadamente tenía llaves del piso de la Señora Martínez, eran para emergencias, esto lo era. Abrí la puerta y Totó vino corriendo a buscarme, me saludó con un movimiento de cola y un par de saltos, cerré y corrí a la habitación, mi vecina seguía tirada en el suelo, no se podía levantar.

- No te asustes cariño, ven ayúdame a levantarme. – me acerqué y la ayudé a levantarse y seguidamente a tumbarse en la cama.

- Voy a llamar a la ambulancia. – cogí el móvil para marcar el numero de emergencias cuando la señora Martínez me agarró la mano que tenía libre.

- Flavio, estoy bien, de veras.

- Por si acaso, sino no me quedaré tranquilo.

La señora Martínez acabó cediendo, por precaución, era bastante mayor y mejor asegurarnos de que todo estaba bien. Llamé a emergencias y una ambulancia vino aproximadamente quince minutos después. La acompañé hasta el hospital, le hicieron un chequeo y diferentes pruebas, se había dado un golpe en la cabeza. Todo parecía estar bien así que simplemente la dejaron 24 horas en observación preventiva. El doctor me hizo salir de la sala junto a él.

- Tenemos en su historial que fue diagnosticada hace poco con Alzheimer.

- Sí, lo sé, su nieto me lo dijo, yo la cuido todos los días, soy su vecino.

El doctor asintió tenía prisa, había sido una noche movidita en urgencias y por eso iba directo al grano.

- Quiero que tenga claro que es una enfermedad progresiva, la caída ha podido ser por la enfermedad. – yo lo miraba atento a lo que me decía- puede ayudarla a que la enfermedad vaya más lenta, acompáñela, hagan puzzles, juegos que la ayuden con la capacidad de su memoria.

Polo Opuesto { Flamantha }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora