Las Highlands se vieron sumergidas bajo la oscuridad de la noche, siendo iluminadas únicamente por el brillo de la luna, que resplandecía en lo alto del cielo, ajena al ambiente fúnebre que reinaba en las Tierras MacCleud, especialmente en el castillo.
Aunque la mayoría de los cadáveres habían sido dispuestos y sepultados para ese momento, la tensión no abandonaba los cuerpos de los vivos.
Los guerreros MacCallum y MacLachlan aún desconfiaban de los del bando contrario que anteriormente habían terminado rindiéndose ante una derrota inminente, por lo cual se mantuvieron vigilantes, haciendo guardias, pendientes de que a ellos no se les fuere a ocurrir iniciar un ataque en su contra.
Mientras esto pasaba en el exterior, dentro del castillo se trataban temas más importantes. Los líderes, Dante, Elliot y Gustaf, se encontraban debatiendo lo que pasaría de ese momento en adelante con aquellas tierras y sus habitantes.
Era urgente para ellos definir aquello pues el invierno estaba próximo a llegar y ciertamente sería una temporada dura y complicada.
Las condiciones en que habían encontrado a los sirvientes y criadas era crítica, muchos fueron objeto de intentos de asesinato por parte de los guerreros de George, cuando vieron perderían la batalla. Habían sido unos cobardes y, lamentablemente, lograron su cometido con algunos desafortunados, mientras otros sobrevivieron pero, con heridas graves.
Al tiempo que Dante había estado junto a Liona, dejando salir sus sentimientos, Gustaf y Elliot se habían encargado de cubrir sus tareas y las de este, comprendiendo que él estuviere indispuesto por al menos un tiempo, reencontrándose con su mujer, y mientras lo hacían descubrieron, a cada paso, los horrores causados por el mal nacido de George.
Primero, el enfermo había tenido encerradas, al menos, a una docena de mujeres para calmar sus placeres. Y no de forma consentida. Al verles, quedaron totalmente sorprendidos y un tanto acongojados al notar las enormes cicatrices que surcaban los cuerpos de las pobres jóvenes, además de las precarias condiciones en que se encontraba aquel aposento donde las mantenía cautivas.
De no haber muerto a manos de Liona, ellos tenían una perfecta imagen de cómo hacerle pagar al muy cobarde.
Lo segundo y más duro de todo, fue que sus atrocidades no quedaran allí pues, encontrar a la madre de este, Ingrid, hermana de Duncan, por la cual también habían estado batallando, fue la gota que derramó el vaso.
¿Qué mente macabra podría tener a su madre en tales condiciones? Pensó Gustaf, quien la encontró, en aquel momento. ¿Cuánta maldad habría de habitar en el corazón de una persona para poder hacerle aquello?
Su tía, había sido una de las victimas más afectadas de la locura y la maldad de George.
Su propio hijo, nacido de sus entrañas, una vez amado con todo su corazón, le había encerrado y llegado hasta el extremo de cortar su lengua después de que ella descubriera y divulgara la verdad de cómo habían muerto su esposo e hijo menor, a manos de este. Ella quería justicia, castigo para él, pero este se había adentrado en la mente de los guerreros que una vez fueron leales a su difunto marido y no logró nada más que aquella desgracia.
Aunque al menos, aquel hecho sirvió para que uno de ellos se revelara, huyendo del clan y llevando las noticias de lo ocurrido a Duncan, quien había estado planificando aquello desde hacía tiempo, luego de varios intentos fallidos.
La mujer sobrevivió solo gracias a la astucia de su hija, Rhoda, quien se había mantenido fuerte para estar ahí, cuidando de ella. Cada día trepaba, arriesgando su vida, por las paredes exteriores el castillo, a fin de estar a su lado, de consolarla, de ayudarle a comer, pues George en ningún momento permitió que ella le visitaste.
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La Fiera del Highlander (Secretos en las Highlands 1)
Historical FictionA mediados del siglo XI, en las tierras altas de Escocia, el hijo primogénito del laird del clan MacCallum, Dante, se negaba a obedecer las órdenes de su padre sobre desposar a una mujer a quien siquiera conocía. Pero luego, cuando Duncan le comenta...