CAPITULO XXVIII

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¡Lamento el retraso! Espero les guste. 

PD: Si has llegado hasta aquí y te ha gustado la novela ¡No olvides dejar tus estrellitas! Me harás inmensamente feliz ♥ Gracias por haberle dado la oportunidad :D

Sin más, les dejo disfrutar el cap.

***

Los fríos días de invierno avanzaron y por más que Liona deseó la recuperación de Dante se diera con rapidez, las cosas no sucedieron de aquella forma. Fueron momentos difíciles, sobre todo agotadores, y la joven esposa se vio envuelta en un mar de emociones, en un vaivén de sentimientos que iban desde el júbilo, cuando su marido se notaba más recuperado, hasta el desasosiego, cuando esté volvía a decaer..

Y no fue la única con esta montaña impredecible de sentimientos.

Cada uno de los que estaban al tanto de su estado pasó por lo mismo, hasta aquellos últimos días, cuando Dante certeramente parecía haber salido de la bruma fúnebre que le había estado envolviendo en aquellos gélidos días.

Lo que resultó ser una fortuna pues las plantas que habían estado utilizando para sanarle, se redujeron a tal punto de estar al borde de agotarse y, con el invierno en pleno apogeo, no sería posible conseguir más. Lo que sería fatal.

A pesar de que con Dante consciente el trabajo debió haberse reducido, pasó justo lo contrario. Liona y prácticamente todos, se vieron envueltos en la ardua tarea de manejar el mal humor del Highlander, quien no soportaba permanecer un día más anclado al lecho o siquiera dentro de aquellas cuatro paredes, e intentaba por cualquier medio salir de allí.

Por más que ella, quien pasaba más tiempo a su lado, insistía en que debía recuperarse por completo antes de volver a sus labores, él no le hizo caso y cada día se escabullía de su lado, recorriendo el castillo cuando el amanecer se alzaba, procurando que todo fuese bien en él, para luego volver al lado de su esposa y observarla dormir con su hermosa cabellera desparramada por el lecho, más preciosa que nunca antes.

Si anteriormente él ya le valoraba, después de aquellos terribles días, lo hacía aún más.

Fue admirable como ella se dedicó cuidarle, tal como se había propuesto, queriendo demostrarle a través de hechos lo mucho que sentía haberle alejado... siguió encargándose de curar su herida, de ayudarle con lo que necesitare, asistiéndole cuando su estado decaía, tranquilizándole cuando despertada y deseaba abandonar aquel lecho, incómodo por tal estado de debilidad.

Mientras él estaba en el gran salón, dando su última vuelta antes de que todos despertasen y le reprochasen que estuviera de pie, sus planes de pasar inadvertido como otros días se vieron totalmente ofuscados pues las puertas se abrieron, revelando a una muy molesta mujer que le fulminaba con la mirada, sin esconder su enojo.

Liona se había despertado hacía poco y lo primero que sintió en su cuerpo al hacerlo fue el vuelco que dio su corazón al no encontrarle a su lado. Luego, después del susto inicial, comenzó a invadirle el enojo mientras recorría cada rincón del castillo en su búsqueda.

Se dio la vuelta para cerrar las pesadas puertas del gran salón y se volteó nuevamente hacia él, quedándose estática en su lugar, colocando las manos en su cintura.

¡Qué hombre tan testarudo! ¿No estaba consciente lo que su desesperación podría provocarle? Pensó, ardiendo por dentro y no precisamente de deseo.

— ¿Cuántas veces? —preguntó, pues conociéndole, aquella no sería la primera vez.

Él no pudo contener la sonrisa que escapó de sus labios al encontrase atrapado en el acto, cosa que terminó enfureciendo a su mujer aún más.

La Fiera del Highlander (Secretos en las Highlands 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora