CAPITULO XIV

7K 711 30
                                    

Aquí, el segundo capitulo prometido, espero les guste

No olviden dejar sus votos y comentarios

Besos :* 

***


Luego de presentar a su esposa ante todos, Dante la dejó en compañía de su padre, y junto a su hermano fue en busca de sus caballos para emprender, de inmediato, el corto camino hasta el calabozo, donde mantenían cautivo a uno de los hombres que los atacaron en el camino a casa.

En todo el recorrido hasta allí, la mente de Dante no dejó de desarrollar los diferentes escenarios que se podrían presentar. Costumbre que heredó de su padre y que había perfeccionado a través de los años, pues esto le proveía un sistema de reacción a situaciones que podrían salirse de control. Habilidad esencial para definir la victoria sobre la derrota.

Debido a las condiciones en las que se encontraba el prisionero, tenían que ser muy cuidadosos al interrogar al sujeto, ya que era su única fuente de información para descubrir quien había orquestado el pasado ataque.

No pasó mucho para que los hermanos llegaran al lugar y bajaran de sus caballos, dejándolos atados a unas agarraderas del calabozo. Tras pasar la puerta de entrada, donde estaban dos de sus guerreros custodiando el lugar, no pudieron evitar arrugar sus rostros por el hedor que inundaba la estancia.

Aunque era de día el lugar estaba iluminado por antorchas, ya que no había ni un solo orificio para que la luz del exterior entrase, y siguieron el camino hasta encontrarse con Alistar, que les esperaba frente al prisionero que permanecía atado a los grilletes de la pared, al final del pasillo.

— ¿Has intentado hacerle hablar? —preguntó Dante a su amigo.

—No, los esperaba a ustedes —respondió y tomó un cubo de agua que tenía a sus pies—. Tuve la impresión de que querrías hacerlo por ti mismo —alzó el cubo y lo vacío en la cabeza del prisionero que, exaltado por el frío, despertó de inmediato.

—Tuviste la impresión correcta —respondió mientras fijaba su oscura mirada en el hombre.

Este respiró agitado, con toda la cara amoratada y las extremidades rasguñadas. No fue un buen viaje para él... Se removía entre las cadenas, tratando de zafarse de ellas sin tener éxito alguno, clamando por su libertad y amenazándolos con hacerles pagar.

Los tres hombres se miraron los unos a los otros, en parte divertidos por las palabras que salían del hombre en tales condiciones de desventaja y la otra parte furiosa por las bajas que habían sufrido en el ataque del que había sido participe.

—Será mejor que te vayas calmando —le advirtió Gustaf, tomando la iniciativa y alzando su cabeza de un tirón por su cabello para que los viera a los ojos—, es hora de hablar.

Aunque Gustaf era el más pequeño de los hermanos, era tan fornido y aterrador como lo era Dante. El hombre dejó de hablar como si una rata le hubiese comido la lengua y Gustaf sonrió maliciosamente ante el hecho.

Soltó su cabeza y el aludido pasó su mirada por los rostros de cada uno de ellos que, para su desgracia, mantenían una expresión cada vez más aterradora.

— ¿A qué clan perteneces? —preguntó Dante, manteniendo la poca calma que tenía en esos momentos— ¿Quién ha dado la orden para el ataque?

El silencio fue la única repuesta que recibió a sus preguntas y, apretando sus dientes, volvió a hacerlas para nuevamente recibir la misma respuesta. Silencio. Sin embargo, esta vez el crujir de las costillas del prisionero destacó en el lugar, junto al quejido y a la bocanada de aire que tomó al sentir el agudo dolor.

La Fiera del Highlander (Secretos en las Highlands 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora