Una historia de amor que empezará cuando el sentimiento de amor nazca dentro de ellos, uno se verá en la obligación de ocultar estos para evitar el rechazo, mientras que el otro busca la alternativa de eliminarlos.
Pero después de un percance se da...
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Era una bella mañana de un trágico Lunes, el día más odiado por todos los estudiantes, sin excepciones, literal.
La horrible alarma sonó con esa musiquita que Tae bailaba entre sueños de vez en cuando, despertando al ahora peliplateado de su raro sueño.
Sacó su mano de la sábana tanteando donde se encontraba su alarma en la mesita de noche, apagando esta cuando dio con ella.
Quitó la sábana donde estaba envuelto para voltearse boca arriba y su cuerpo formara una gran estrella mientras miraba el techo con una mueca de disgusto por tener que asistir a clases, quería arrepentirse de estar despierto casi hasta las cuatro de la mañana junto a Jungkook jugando videojuegos.
Movió su cuerpo hasta quedar sentado en la orilla de la cama, frotó un poco sus ojos para después bostezar y ponerse de pie. Caminó con el mismo disgusto para agarrar una toalla y salir por el pasillo hasta el baño.
Cerró la puerta del baño después que entró y se puso delante del espejo para mirar como un grano le estaba saludando, empezando haciendo de su Lunes un asco.
Bufó con molestia para agarrar su cepillo de dientes y literalmente llenarlo de pasta dental para luego llevarlo a su boca y empezar a cepillar sus dientes.
Cuando terminó de lavarse la boca quitó su pijama, que consistía en un suéter holgado y un short. Cuando estuvo totalmente desnudo miró su delicado cuerpo en el espejo, se puso de espalda y miró por encima de su hombro su respingado trasero, de eso agradecía ser un omega, buenos atributos.
— Lo se, estoy rico. —Se dijo a sí mismo para luego entrar a la ducha.—
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Después de ponerse ropa y arreglar su cabello, tomó su mochila y celular, bajo al primer piso caminando directo a la cocina donde fue a darle un beso en la mejilla a su madre y un abrazo a su padre con una pequeña sonrisa.
— ¿Cómo estás lindo omega?. —Preguntó su padre cuando se sentó a su lado en la silla de la isla.—
— Estoy bien, papá. —Respondió con una sonrisa para empezar a desayunar.—
— Me siento seguro al saber que Jungkook es tú alfa y te protege. —Dijo el señor Kim para después ver como su hijo se ahogaba con el pan.—
— ¡¿Qué?!. —Fue lo único que salió de su boca después de recuperarse de como el pan se atascó en su garganta.—
Era más que claro que odiaba cuando ya estaba olvidando como el alfa de su mejor amigo le decía que era su omega cuando se presentó y su padre venía a recordarle cada vez que lo estaba olvidando que era el supuesto omega de Jungkook.
— Jungkook es solo mi mejor amigo, no mi alfa, papá. —Después de lo dicho se escuchó el sonido del timbre por toda la casa, ya sabían de quién se trataba.— Se me ha ido el apetito, adiós.
Caminó hasta la puerta y justo cuando la abrió el aroma a café y tierra mojada inundó sus fosas nasales, sonriendo al encontrarse con su mejor amigo.
— Hola, Kookie. —Saludó enredando sus brazos en el cuello del alfa en un abrazo.—
— Hola, TaeTae. —Saludó de vuelta enredando él sus brazos en la pequeña cintura del peliplateado y enterrando su nariz en el cuello del omega para así sentir de mejor manera ese olor a malvaviscos y crema que lo volvía loco.—
Los padres de Tae habían estado mirando desde las sombras aquel acto, se miraron entre sí.
— Dahyun, ¿cuánto apostamos a que quedan siendo pareja?. —Preguntó su esposo.—
— 50,000₩.
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Entraron al instituto uno al lado del otro mientras mantenían una conversación entretenida entre ellos.
— ¿Puedes ir conmigo a ver el partido de básquet antes de irnos?. —Preguntó el omega cuando llegaron a sus casilleros.—
— Nunca te ha interesado eso. —Respondió mirándolo con una ceja alzada.—
— Pero ahora si. —Jungkook hizo una mueca junto con su ceño fruncido.—
— No.
Tae formó un puchero e hizo ojos de cachorros mientras juntaba sus manos, ¿y cómo Jungkook se iba a negar a esa ternura de omega que le gustaba?.
— Está bien. —Soltó un suspiro para luego recibir un abrazo del omega junto con un beso en su mejilla.—
— ¡Gracias!. —Dijo feliz dándose la vuelta e ir donde su amigo omega Jimin.—
Caminó unos metros más hasta llegar donde el pequeño Park, quien lo saludó con una sonrisa que hizo que sus ojos desaparecieran.
Los dos omegas mantenían una buena conversación sobre un tema de la clase de literatura hasta que un aroma de alfa se hizo presente.
— Mi primer día en este instituto y ya me encuentro al omega de mis cachorros. —Se dirigió coquetamente hacia Tae, quien solo rodó los ojos.—
— Déjame en paz y lárgate, hijo de puta. —Dijo seriamente, haciendo que el alfa se enfadara un poco por como se dirigió hacia él.—
— Usaré mi voz de mando y no podrás hacerte el difícil, omega. —Dijo casi sacando un gruñido.—
— Mi mejor amigo es alfa, así que si no quieres que tu primer día de clases sea sangriento, será mejor que me dejes en paz.
— Me cansé de tu maldita actitud omega, eres mío si o si. —Usó su voz de mando haciendo que Tae y Jimin bajaran la cabeza en signo de sumisión, cuanto odiaban ser tan sumisos.—
Pero su orgullo no duró mucho, ya que cuando menos se lo esperaba un puño aterrizó con fuerza en su cara, haciendo que cayera al suelo.
Rápidamente buscó al responsable de aquel doloroso acto, encontrándose con un alfa bastante enojado.
— Nunca vuelvas a usar tu asquerosa voz con mi omega. —Jungkook estaba más que enojado cuando escuchó a ese alfa que ahora se encontraba aterrado de otro alfa, usar su voz de mando con Tae, eso hizo que su lobo dominara sus palabras y sus acciones por igual.—
Literalmente nadie quería molestar a Tae, es que solo unos idiotas que buscaban ser golpeados se metían con el cabello plateado. Y absolutamente nadie quería llevar un golpe de Jungkook, el alfa que cuando usaba su voz de mando hacia a algunos alfas sumisos.
Al ver que el tipo no respondía lo agarró del suéter y lo estampó en un casillero.
— ¿Me entendiste?. —Preguntó y el tipo asintió con miedo a volver ser golpeado.—
Le encantaba pegarle a los estúpidos que molestaban a Tae, era algo increíble ver como su amigo iba a él, lo abrazaba y besaba su mejilla como signo de agradecimiento.
Pero esta vez no iba a ser igual, porque un omega de cabellos plateados estaba enojado.
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