Una historia de amor que empezará cuando el sentimiento de amor nazca dentro de ellos, uno se verá en la obligación de ocultar estos para evitar el rechazo, mientras que el otro busca la alternativa de eliminarlos.
Pero después de un percance se da...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Una de las manos de la mayor acarició con parsimonia los azabaches cabellos de su hijo, entendiendo esa desbordante euforia.
El menor tomó distancia con una enorme sonrisa sintiendo los pulgares de su madre secar las lágrimas en sus mejillas.
— Eres padre, lo sé... me hiciste abuela, cariño —Respondió.
— Nos hizo abuelos —Corrigió Yugyeom palmeando el hombro del alfa menor con cariño.
ꕥꕥꕥ
Algunos minutos transcurrieron hasta que Somin les llevó a la habitación en donde se quedarían Tae y los pequeños, estos ya estando en el cuarto esperando que el alfa del hermoso hijo de los Kim llegara a conocer a sus dos lindos cachorros.
Todos ya se encontraban dentro, todos menos MinHo y Jungkook, el último mencionado tratando de tranquilizar su corazón antes de entrar, siendo ayudado por su padre.
— Jungkook, creo que ya es hora de que entres ahí y conozcas a tus hijos.
El azabache miró por la delgada ventanilla de la pulcra puerta de la habitación, observando como su omega cargaba un pequeño bulto en una mantita de color celeste y su suegra otro bulto con las mantitas rosa.
Las comisuras de sus labios se estiraron un poco mientras sus mejillas tomaban un leve color carmesí al momento en que Tae miró a su dirección con una tímida sonrisa.
-Atrevido. ¿Acaso nuestro omega nos está coqueteando con esa sonrisita?.
Jungkook escuchó la voz de su lobo, ensanchando su sonrisa aún más por lo escuchado, empezando a asentir repetida veces, cortando la distancia para abrir la puerta y que los aromas convinados de todos golpearan sus fosas nasales de inmediato, pero de entre ellos sólo se concentró en uno, en ese aroma de malvaviscos y crema de su lindo omega.
Sintió las miradas de todos en su persona, poniéndolo aún más nervioso de lo que ya estaba ahí afuera.
— Tae...
— Jungkook —Dijo con la misma sonrisita que antes.
El alfa caminó hasta llegar al lado de Tae y ver a su lindo pequeño con sus ojitos cerrados, levantó la cabeza para ver como su madre le mostraba a su hija.
Eran hermosos, demasiado. Parecían muñecos de porcelana.
Sus hijos eran hermosos.
Nayeon caminó a su lado.— Carga a tu hija, Kookie —Dijo con una tenue sonrisa en sus labios.
— Es muy pequeña, ¿y si la dejo caer? —Respondió preocupado.
— Es nuestra hija, amor, no la dejarás caer —Dijo Tae mirando a su novio con gracia.
Kook asintió mordiendo su labio inferior tomando a su pequeña hija en brazos con todo el cuidado del mundo, dándose cuenta como abría lentamente sus rasgados ojitos.
