Escuché su propuesta con atención.
Quería que fuera su objeto sexual.
Yo había practicado esto con una chica hace más de cuatro años atrás, ella fue mi sumisa, nunca había sido dominado por nadie, pero Abigaíl quería voltear la tortilla esta vez. —¿Lo hago?— Me pregunté.
Era una sensación nueva, un choque total, no esperaba que me propusiera algo así.
Abigaíl se levantó de su silla y se despidió diciéndome que si estaba de acuerdo debía ir en dos días a su casa a las ocho de la noche.
Minutos después de yo no decir nada, me levanté y comencé a caminar para pensar si era lo ideal. ¿Experimentar algo así? ¿Valía la pena dejar que me usara para satisfacerse?
Recuerdo la última vez que hice algo así, era yo quien tenía la fusta en la mano.
Ese día fumamos, tanto ella como yo después de pecar, el castigo por haber llegado tarde a nuestra cita comenzó desde el momento en que se bajó del taxi, yo la estaba esperando en la entrada de mi edificio, cuando ya estaba fuera del taxi le ordené que no subiera a la acera, mi furia me excitaba, el gesto de su cara era confusa, de rabia mezclada con un poco de sumisión, pasaron cuatro minutos y le pedí que avanzara, ella iba caminando hacia la entrada, pero pensé que era muy poco el castigo antes de entrar a mi departamento, le dimos una vuelta a la manzana, pero antes le pedí que metiera su mano por debajo de su vestido y me entregara su ropa interior.
Me miró con cara de "estás loco", la miré a los ojos y moví mis dedos con la mano estirada en señal de orden. Miró a su alrededor y me entregó su tanga color negro. Me disfrutaba mucho mirar sus nalgas como se movían por debajo del vestido. De mi bolsillo saqué una anillo vibrador, lo encendí, la abracé y le pedí que lo introdujera en su vagina.
—Se saldrá si no tengo nada puesto— replicó.
—Ponlo dentro de ti, o el castigo que te daré en mi departamento será peor— le dije.
Cualquiera que me escuchaba podría decir que estoy loco, pero su cara al escuchar eso fue de emoción. Le habían excitado mis palabras.
Después de un momento con su mano derecha lo puso muy adentro, comenzamos a caminar y de inmediato se encorvó con una mano en su pierna derecha y la otra en mi hombro.
Podía sentir sus uñas clavarse en mi camisa.
—Levántate, que nos queda paseo— dije en tono despiadado.
Se levantó y seguimos nuestro camino, la vuelta a la manzana fue parón tras parón, mirarla retorcerse me daban más ganas de que el camino se acortara.
Al entrar al lobby del edificio, me miró con su cara de desesperación, era obvio que quería que estuviera dentro de ella.
En el ascensor le pedí me regresara el anillo, estaba muy húmedo, pasé mi lengua para saborear un poco de lo que había quedado en él, la pegué a una de las paredes del ascensor y con mi mano derecha la masturbé hasta llegar al piso destino.
Dentro de mi departamento, le pedí que se apoyara en la mesa del comedor y con una fusta delgada le di su castigo.
Veintitrés azotes, por los minutos que habíamos tardado en dar la vuelta a la manzana, luego de ver sus nalgas rojas y con un poco de sangre, mis lametones eran la recompensa.
—Eso sucederá cada vez que me hagas esperar— le advertí.
—Sí, señor— respondió asintiendo con la cabeza.
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DESNUDO (En proceso)
Storie d'amoreLautaro, es un chico moralista que tiene un sueño erótico con Abigaíl, la ex de su mejor amigo. El universo conspira para que se encuentre con ella en una situación que lo hará dudar de la lealtad hacia su amigo Martín, y hará que deje su moralismo...