Siempre fui yo el que tuvo el dominio, esta vez Abigaíl me llenaba de intriga.
En dos días, en su casa, a las ocho de la noche.
Sonó el despertador, era el día, mi decisión no estaba tomada.
Los nervios me atacaban, incluso el café me quedó más amargo de lo normal.
¿Qué podría pasar?
No voy a morir, esta vez me toca a mí ser quien reciba los sádicos castigos del pecado. —Iré— dije apurando mi café.
Caminé a mi habitación, comenzó la búsqueda de un outfit perfecto.
Tomé una camisa de cuello, color negro, con bordes rojos, un pantalón que combinara y quité algunos pelos de más de mi barba.
Abigaíl me esperaba en el balcón, me pidió subir y al entrar a su departamento quería salir corriendo por no saber que tan dura podía llegar a ser.
—Tomaste la mejor decisión— me dijo después del silencio.
—Ya estoy aquí, no hay vuelta atrás, Abi— respondí sonriendo.
—Hoy vas a probar lo espectacular y amplia que puede llegar a ser la mente femenina. Tengo mucho para ti.— respondió mirándome, —¿Un vino?— preguntó.
—Ron, por amor a Dios— respondí pensando en lo que venía.
Tal vez el ron haga que mi cuerpo sea más permisivo. Así que estaba contento con mi decisión. Me levanté de donde estaba sentado para soltarme un poco y acercarme a Abigaíl, entrar en confianza con respecto a lo posterior.
Cuando caminaba, en una mesa de centro, estaban dos muñequeras como esposas que eran envueltas con una especie de tela de peluche azul. Al lado un dildo de unos veinte centímetros, nada sorprendente. A lo mejor Abigaíl no es tan ruda como intenta parecer.
—Las cosas funcionan así; debes decirme que no quieres que haga contigo, primero debo ver cuánto dolor resistes— me dijo de manera muy seria.
—No sé que decirte que no me gusta, no sé qué harás conmigo— respondí.
—¿Eso me deja las puertas abiertas a todo?— preguntó mientras me miraba levantando una ceja.
—Es posible— dije sin miedo.
—Hagamos algo más sencillo, mi Lauti, tú tendrás tres palabras, "pluma" significa que está bien y no te duele, "hoja", te duele pero puedes soportarlo, y "roca", es la palabra que dirás cuando quieras que me detenga— me explicó.
De mi boca no salió nada más que un leve "ok".
—Cuando te amarre siempre dejaré una extremidad libre, esto es para que con esa parte del cuerpo me indiques que me detenga si tienes la boca tapada. Puedes hacer tres golpes y yo me detendré, ese será tu código. ¿Estás de acuerdo?— agregó.
—De acuerdo— respondí convencido.
Esto empezaba a llamarme la atención, creo que era de la manera en que Abigaíl lo decía. Abi era una chica delgada, con unas nalgas que parecían talladas por dioses, grandes y redondas, de senos más pequeños, pero evidentemente firmes y sin ser víctimas de la gravedad. Con una cara tan dulce que te podía engañar fácilmente.
Nuestros tragos se terminaron y sus ganas comenzaron.
—Me gustan tus vaqueros ajustados, Abi— le dije coqueteando.
—¡Señora, imbécil!— me dijo con el mismo tono de autoridad de la primera vez.
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DESNUDO (En proceso)
RomansaLautaro, es un chico moralista que tiene un sueño erótico con Abigaíl, la ex de su mejor amigo. El universo conspira para que se encuentre con ella en una situación que lo hará dudar de la lealtad hacia su amigo Martín, y hará que deje su moralismo...