VII: Discusiones entre primos y otras experiencias casi mortales

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Sergéi siempre se había sentido como un personaje secundario en su propia vida

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Sergéi siempre se había sentido como un personaje secundario en su propia vida. Se había convertido en el mejor amigo de un asesino bajo órdenes de la Emperatriz. Se había enamorado de la chica a la que todos odiaban. Su torpeza era un lastre para el honor de su familia.

Su vida era, en resumen, una basura, y no se estaba poniendo mejor. Tenía ya veinte años y la única mujer con la que quería comprometerse lo despreciaba, además de ya estar pronta a casarse.

—Bien —comenzó Nadezhda—, ¿vas a explicarme por qué te caíste bajo el vestido de Charlotte de Langlois cuando te ordené expresamente que no hicieras el ridículo?

Al parecer, ella sí se había enterado. Maldita sea su suerte.

—Eh... Fue un accidente.

Fue un accidente —repitió con voz burlona—. Si no dejas de ser tan torpe, querido primo, nunca vas a encontrar a una esposa aceptable.

—Y si tú no dejas de ser tan chillona —replicó Sergéi, agarrándose el puente de la nariz entre el índice y el pulgar—, no vas a casarte nunca.

—Si nadie me va a querer siendo como soy, no vale la pena.

—Dile eso a tu madre, Nadya. Esto no es un cuento de hadas.

—De todos modos, puedo quedarme con tu amigo... ¿cómo se llamaba? ¿Vyrúbov? Él sí que va a estar soltero por mucho tiempo.

Sergéi ignoró el comentario sobre Leonid. En cambio, comenzó a preguntarle sobre su experiencia de la noche anterior.

—¿Qué tal estuvo el...?

—¡Increíble! —lo cortó ella, chillando— Aunque Lidiya no se cansaba de molestarme por no haber llegado al primer baile de la Temporada. De verdad, ¿por qué no vinimos aquí en diciembre?

—Solo fueron quince días de retraso, Nadya. No te pongas tan histérica. Si no quieres cumplir el mes de luto por tu abuela...

—Da igual si el luto es en Moscú o en San Petersburgo. Tú fuiste el perezoso que no quiso venir antes.

Sergéi no replicó, sabiendo que la discusión podía durar hasta la eternidad. En vez de ello, vio que la puerta de la habitación se abría levemente sin razón alguna. Estuvo a punto de hacerle notar ese detalle a Nadezhda, sin embargo, sus cuentos sobre el baile de la noche anterior no le dejaron hablar.

—Y Lidiya, la muy tonta, ni siquiera había notado que su peluca estaba a punto de caerse. ¡Pobre pájaro el que estaba encerrado ahí!

Un golpe metálico en la puerta llamó la atención del joven. Su prima, viendo que no le estaba poniendo atención, comenzó a chasquear los dedos frente a sus ojos, obligándole a centrar su mirada en ella una vez más.

—Después de ello un capitán bastante atractivo me pidió que bailara con él. ¡Hubieras visto la cara de Anna, madre mía! ¡Parecía que iba a explotar de celos!

Los grandes © [DNyA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora