Capítulo 45 - Tormento.

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Zero.

Me remuevo adolorido por la posición en la que me encuentro y por alguna otra cosa que no recuerdo, pero que seguro es causante del dolor, cuando me incorporo y veo a mi alrededor no sé exactamente donde estoy, pero no me importa, el recuerdo vago de haber estado en un bar bebiendo me asalta y sonrió sin ganas.

— La lucidez no es lo mío...— murmuro sintiendo la lengua extremadamente pesada.

Abro la puerta del auto y salgo de este mirando a mi alrededor, no tengo idea que hora es, ni me importa solo quiero volver a perderme y no sentir una mierda lo que llevo en el pecho y no me deja respirar. Camino algunos pasos, notando que hay un bar a unos cuantos metros, meto las manos en mi bolsillo y saco algunos billetes, necesito meterme alguna mierda, algo que me haga olvidar y no seguir jodiendome.

Camino en esa dirección y en cuanto llego a la puerta un sujeto enorme se pone en mi camino.

— Niño bonito ¿otra vez aquí? — sonrió y me encojo de hombros

— Solo quiero entrar y beber alguna mierda...

— Te dejamos claro que sin dinero no podías entrar...— me da un empujón y rio tambaleándome hacia atrás.

— Vete a la mierda imbécil... no es el único puto bar en el mundo...— suelto girando sobre mí mismo.

Regreso al auto cabreado, no es el único bar en la zona, de hecho es lo que sobran en esta maldita parte de la ciudad y uno es peor que el otro. Después de un rato vuelvo a estacionar el auto frente a un bar que luce justo como los que busco, donde solo los más miserables como yo entraríamos.

Me arrastro fuera del auto y entro por la puerta sin mirar a nadie en particular, camino con la mirada en el bar y el tipo que sirve. Me dejo caer en un banco y suspiro sintiendo una punzada de dolor en el costado de mi cuerpo, pero la ignoro.

— Dame una cerveza...— el tipo me observa serio y no se mueve.

— ¿Tienes cómo pagarla? — interroga elevando una de sus cejas y rio.

— Obvio...— saco uno billete y lo dejo sobre la superficie del bar.

— Está bien...— el tipo se gira y a los pocos segundos coloca una botella delante de mí, la tomo y me la empino casi bebiéndome la mitad en algunos tragos.

Me giro y observo mí alrededor, el lugar está casi vacío, pero un sujeto al fondo no deja de mirarme, sonrió porque quizás este sea mi salvador. Me pongo en pie y camino hasta su mesa, me siento sin siquiera pedir permiso y lo poco que puedo ver con claridad es que me supera en tamaño, musculatura y además es negro.

— Tienes pinta de ser el tipo de sujeto que busco

— ¿Qué quieres muñeca? — dice quitando un molda dientes de su boca y mirándome con expresión burlona.

— Cualquier mierda que tengan aquí para olvidar...— el sujeto me ve con una media sonrisa y suspira.

— Mira preciosa esto no es un lugar al que vienes con tu carita de niña bonita y me hablas como si fueras más que yo...— se inclina hacia adelante apoyándose sobre la mesa — aquí no cuidamos nenasas con problemas — que me llame niña, preciosa y nenasa me cabrea.

— ¿Cuál es tu puto problema? — le suelto empujando la mesa ligeramente.

— Las princesas de mami y papi como tu son mi puto problema — dice poniéndose en pie golpe, de inmediato levanta su camiseta y me deja ver un arma.

En ese instante cuatro sujetos más se acercan a la mesa con sin dejar de mirarme, sonrió negando con la cabeza y saco mi billetera, sacando los últimos dólares que tengo en efectivo y los dejo sobre la mesa.

Zero Feelings ©️ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora