PARTE 41

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Si algo debo confesar es que ... A pesar de todo aún seguía queriéndole, estaba segura que no quería volver con él nunca más, tampoco quería verle, deseaba con todo mi ser arrancarlo por completo de mi vida, me había perdido mucho no merecía mi cariño, ni merecía mis pensamientos, no merecía nada de mí, es más; jamás mereció nada de mí.

Lo ignoré, deje de estudiar y me fui por un té, mi mente dio vueltas no sabía lo que quería ¿para qué había llamado?

Me tome mi té y me fui a la cama, mi cabeza estaba que explotaba, ya no podía seguir estudiando; así que puse una alarma para levantarme temprano y terminar de repasar, el parcial lo que tenía a las 10:00 am así que tenía un poco de tiempo por la mañana para poder seguir repasando.

Cuando desperté, tuve muchos mensajes de Santi, en unos decía: ¿cómo estás? En otros ¿podemos hablar? Pero si algo era seguro es que; yo no deseaba conversar con él.

Me puse de pie, fui a tomar una ducha y empecé a repasar, un par de minutos después fui a la cocina en busca de un cereal, después continúe con mis repasos.

Cuando ya estaba alistándome para ir a la Universidad, mi celular comenzó a sonar una y otra y otra y otra vez.
Así que decidí contestarle y preguntar el porqué de su llamada.

Dije: Hola.

Y él contestó: Tienes tiempo, necesito hablarte sobre algo.

Le respondí: Ahora mismo voy de salida, tengo parcial en un momento, ¿Pasa algo malo?.

Suspiro y dijo: Perdón.
Al escucharlo no sabía que estaba pasando, no sabía que contestar.

Unos minutos después de aquel incómodo silencio respondí: ¿Porqué?.

Suspiro profundo y dijo: Por todo, por dañarte, que te hice mucho daño, que en muchas ocasiones te lastime, nunca fue mi intención. Lamentarse está de más lo , pero; quiero que sepas que te he extrañado.

Al escucharlo mis lágrimas empezaron a resbalar sobre mis mejillas, me había dañado, había roto mi alma por completo, por su culpa era probable que ya no volviera a salir embarazada nunca más.
Muchos recuerdos se hicieron presentes, ese dolor en mi pecho; y sí, tenía muchas preguntas, deseaba saber el porqué, el porqué me había tratado así.

Después de otro momento de silencio incómodo tome fuerzas y contesté: Te quería sabes, te quería tanto que permití que me hicieras todo eso, te quise tanto que no fui capaz de ver la realidad. Me sentía culpable y en ocasiones llegue a pensar que lo merecía, pero todo eso cambió cuando perdí a mi hijo por tú maldita culpa.
Por tus golpes, por dejarme tirada aun sabiendo que no solo podía morir mi hijo si no que también yo. No te importo nada y ahora vienes, me llamas y pides ¿perdón?. Lo siento pero no puedo perdonarte, hazlo tú si puedes.
Después de decirle todo eso le colgué, le colgué y empecé a llorar a mares.

La herida aún seguía incurable ....

La vida de Caroline.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora