Capítulo 24

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- Ahora es el momento de ir al mercado, ¿no?

- Sip. Comprar las cosas para nuestro tan esperado picnic.

- Me gusta lo de el picnic - comentó Barbara distraídamente.

- Y será a orillas del Sena.

- Ah, estoy deseando que llegue el picnic.

- Pero acaba de desayunar o morirás de hambre

Bárbara podría haber gruñido.

Tengo muchas ganas de ver el río.

- Ah. Bueno pues. ¿Dónde hay un mercado por aquí? - Preguntó Macarena, después de que cruzaron una calle.

- Está Carrefour, lo pasamos ayer. Eso es todo - dijo Bárbara, girando a la izquierda.

- Te gusta caminar - dijo Macarena.

- ¿Prefieres llamar a un taxi?

- No. Suelo caminar por la playa. Es solo que ... pensé que eras del tipo que pasaba el día en su habitación o en la biblioteca, leyendo o inventando un invento para cambiar el mundo.

- Cambiar el mundo. Me gusta eso - comentó Bárbara, sonriendo. - Estamos aquí - dijo, cuando entraron al estacionamiento del mercado.

- Podría haberlo descubierto yo misma.

Bárbara se encogió de hombros y tomó un carrito.

***

- ¿Qué tenemos hasta ahora? - Preguntó Macarena, mirando el carro.

- Rosquillas, pan, yogurt, mermelada, jugo, pastel, galletas y algunas cosas más. Me alegra que no estés en una dieta real. Ahora, necesitamos un mantel a cuadros blancos con rojo - dijo Barbara.

- ¿Para que? - Preguntó Macarena.

- Porque los manteles de los picnic son de cuadros rojos con blanco.

- ¿Según quien ?

- Yo - dijo Bárbara. Creo que lo encontré - dijo Bárbara, caminando hacia un estante donde había varios manteles doblados y apilados.

Bárbara pagó las compras en el registro.

- Vamos - preguntó Macarena al pasar a Bárbara, abruptamente.

- Um - dijo Barbara pensativamente, siguiéndola fuera de la tienda.

***

Bárbara había ido a ver algo en una librería, dejando a Macarena afuera, luego Bárbara la alcanzaría.

Macarena estaba absorta en sus pensamientos cuando escuchó una voz masculina a su lado.

- ¿Puedo ayudarla? - Era un hombre joven de no más de veinticinco años, con cabello rubio ondulado y ojo alegre para las mujeres. Era vendedor de la tienda en la cual Macarena estaba mirando la vitrina.

- No gracias.

- ¿Estás mirando los zapatos? - Son muy bonitos. Como usted.

- Llámame señorita - pidió Macarena, tratando de no sonar dura.

- Como quieras - soltó una risita extraña, mirándola.

- Creo que alguien te está llamando - dijo Macarena, en un último intento de ser cortés, su insistente mirada la molestaba.

- ¿Prefieres que regrese a la tienda?

- Sí, por favor.

- También me gusta ser discreto en un ambiente profesional, señorita. Puedes verme a las doce para almorzar - le sonrió descaradamente.

The Experiment | Barbarena TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora