Capítulo 21

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(...)

Barbara se sonrojó.

- En el sentido figurado, obviamente - agregó Macarena.

Bárbara puso los ojos en blanco.

- Nada más no tires nada, por favor.

Pero Macarena ya había ido y venido con las copas y los platos en la mano; Cuando Bárbara se sentó en la cama, la mesa estaba puesta frente a ella, solo en el colchón.

- Si. Porque si una migaja cae sobre el colchón, millones de gusanos treparán a la cama y te comerán viva - dijo Macarena, sentada al lado de Bárbara.

- Graciosa. Yo nunca como en mi cama —añadió pensativa.

- Me gusta hacer eso. Pásame tú plato

Bárbara le pasó el plato a Macarena, quien le sirvió.

- ¡Hmm! Esta caliente - exclamó Bárbara, tomando el plato por debajo.

Macarena dejó caer la cuchara y rápidamente tomó una almohada, colocándola en el regazo de Barbara, quien colocó el plato sobre la almohada.

- Gracias - dijo Bárbara.

- Te salvé la vida. Si fuéramos romanos, me deberías esclavitud eterna.

- Bienvenida a Francia, entonces.

Macarena se encogió de hombros como si lo sintiera, terminando de servirse.

Bárbara partió un poco de la empanada con su tenedor y se lo llevó a la boca de Macarena.

- Espera - dijo Bárbara, deteniéndose a medio camino.

- Hmm?

Y Bárbara sopló suavemente para enfriarse. Algo se calentó dentro de Macarena. No tenía nada que ver con el plato caliente sobre la almohada en su regazo. No del todo, al menos.

- ¿Está caliente? preguntó Barbara, después de servirla.

- No - dijo Macarena, sonriendo. - ¿Pero sabes cuál es la mejor parte?

- No tengo idea.

- Me enfriaste la comida. Me estas cuidando.

Y Macarena parecía genuinamente satisfecha con eso. Bárbara levantó las cejas, un poco sonrojada.

- ¿y?

- Pues que no quieres que se me queme la lengua después de todo.

- ¿Recuerdas el evento más vergonzoso del itinerario de hoy? - preguntó Barbara.

- Hmm ... ¿el corazón en la arena? - Bárbara entrecerró los ojos hacia Macarena, que se encogió de hombros. - De acuerdo, el beso.

- Exactamente No quiero una lengua quemada en mi boca - y volvió a darle otro bocado.

- Eso no cambiaría nada. Puedo darte el mejor beso de tu vida con la lengua quemada o no - agregó Macarena, sonriendo convincentemente, apoyándose libremente en las almohadas.

- Tu ego ... me conmueve.

- Solo hable cuando se lo permita, esclava - Macarena se hundió en los cojines como lo haría una poderosa reina. - Sírveme vino y dame de comer.

- ¿Y qué más? ¿te llamo "majestad"? - preguntó Barbara, escéptica.

- Sin duda - respondió Macarena untuosamente. - ¿Dónde está mi comida, esclava?

- "Esclava" tus narices. Siéntate bien, si no, voy a derramar la comida sobre tu ropa.

- Por favor hazlo. Así  tendré una excusa para quitarme este vestido que es un horno caminando.

The Experiment | Barbarena TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora