2: Dónde nadie espera

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     Por alguna razón, mi instinto creía que Asuka me respondería. Aunque no estaba muy lejos de la verdad, tampoco estaba realmente cerca. Porque, bueno, las expectativas de una respuesta a una confesión de mi grado pueden variar muchísimo. 

     Podría esperar una confesión de amor, o simplemente no encontrar nada relativamente importante en el casillero de los zapatos de Asuka.

     Cualquier respuesta es la correcta cuando no existe una posibilidad concreta en una cabeza. De la misma forma, la incertidumbre no siempre apunta a donde esperaría; por esa razón es por la que prefería evadir el asunto y hacerme el tonto. 

     Hablar con amigos, comer cualquier cosa, y salir a caminar durante las tardes. Esa clase de cosas que haces cuando quieres evadir un problema grave que no puede dejar de estar ahí. Y el problema no era que no hubiese nada, sino que Asuka no hacía nada. 

     Hay diferencias entre ambos términos. No haber y no hacer.
     No puede haber algo, pero se puede hacer ése algo.
     No puede hacerse algo, pero puede haber un algo.
     Eso pensaba con Asuka. Hay algo, pero no se hace nada. 

     Supuse que otra nota podría servir de ayuda a que ella expresara que sentía. No importaba si solo era una letra, palabra, o un simple dibujo de ella ahorcándome; mi meta era que ella no se sintiera mal, y yo dejara de sentirme culpable si me daba una respuesta.

     Con un masito de papel, caminé hasta donde se encontraba el casillero de Asuka. 

     Mi mensaje no era del todo increíble. Era algo pequeño, un comienzo diminuto.

     Volteé a todas partes, como si cada puerta se fuese a convertir en un par de ojos, y me estiré para poder botarla dentro.
     Pero, para mi sorpresa, ya había otro pedazo ahí.

     No, yo no lo había colocado. Y no, esa tampoco era mi letra. 

     Era otra persona que no era yo, y se había entrometido en asuntos que no le importaban, o eso pensé de forma incrédula.
     Lo más estúpido es que ni siquiera sospechaba de eso, porque no lo esperaba.

     No, realmente estuvo mal no haber esperado nada.

...

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