Notas para Asuka

11: Los cuervos del alambre

     No me atreví a colocar la nota en su lugar. No sabía si se encontraba alguna respuesta en el casillero.
Lo único que sí sabía, y me incomodaba bastante, era que la misma chica que me miró con las manos en la masa no tardó ni tres días en contactarme.

     Estábamos en clase, cuando alguien tocó la puerta exactamente tres veces.
     El profesor Kaji se dirigió a ella y la recibió.
     Aproveché ese momento para voltear a ver a Asuka.

     Me devolvió el gesto, sonriéndome.

     Suspiré profundo, mirando a la pizarra, y una llamada de atención me arrastró hasta afuera.

     Salí.

     La había visto en las asambleas escolares, y diferentes eventos. Jamás habíamos cruzado palabra.

     Para ser sinceros, ni siquiera me dejó cerrar la puerta por completo.
Su mirada era tan fría e inexpresiva que me dio un escalofrío.

—Yo te vi —musitó, después de pasar varios minutos en completo silencio—. ¿Qué hacías?

     Me puse nervioso, así que no respondí.
     Ella retomó la palabra.

—Soy Rei. Rei Ayanami, parte del consejo estudiantil. ¿Qué hacías?

     De nuevo, no salió nada.

—Te reportaré con el director por meterte con Asuka.

     Fruncí el ceño y me lleve la mano a la garganta.
—¿La conoces?

—Sí —respondió—. Te reportaré con el director por acoso. ¿Has leído el reglamento?

     La miré a los ojos.
—Sí, lo he leído bastantes veces.

—Entonces, ¿aceptas que has hecho mal?

—Sí.

—Si lo aceptas, estás de acuerdo con la sanción que se llevará a cabo. También, será necesario notificarle a Asuka.

     Di un paso al frente, alterado.
—¡No, no! ¡No le puedes decir!

     Se alejó un paso atrás, insegura.
—Prohibido gritar en los pasillos. Esa es otra sanción.

     Me froté los brazos, abochornado por todo lo que estaba sucediendo.
     Ella no despegaba los ojos de mí; podía ver a través de mi carne, lo juro.
—No puedes decirle...

—¿Por qué?

—Porque es asunto entre ella y yo, y prometimos que nadie se metería —mentí, exhausto.

—No creo que eso sea verdad, Ikari.

     Tragué en seco e inhalé tan molesto como pude. Coloqué los brazos a cada costado de mi cuerpo.
—¡Te respeto, pero eso no es justo! —dije, en voz baja—. Si hay un problema entre los dos, ambos lo resolveremos.

—¿Son novios?

—No.

—¿Te gusta?

—Para nada.

—En ese caso, no debería afectarte.

—¡Me afecta! —grité, y me cubrí la boca con ambas manos.
     Ella me miró con ligera molestia.

—No debiste hacer eso, Ikari.

—¿Gritar?

—No —aclaró de forma severa—. Husmear.

—Entiendo que hice mal, y tenemos nuestras razones para hacer lo que hacemos. Hablo de Asuka y yo, Shinji. No debes entrometerte en lo que no te incumbe.

     En ese momento, se puso más molesta de lo que ya se había encontrado.
     Se acercó a mí, estampando las suelas de sus zapatos con ímpetu sobre las láminas del suelo.
—Escúchame Shinji... —hizo una pausa extensa—. Asuka y yo fuimos amigas por un semestre, y no te recomiendo que te metas con ella... Porque eso significa que te meterás conmigo —a quemarropa, me empujó con ambas palmas—. No te metas conmigo.

     Me abracé a mí mismo.
—No, no... No lo haré.

—Lo repetiré: ¿te gusta Asuka?

     Yo negué rotundamente con la cabeza.
—No, no me gusta.

     Relajó sus hombros y volvió su cuerpo a una posición natural.
—No pierdas tiempo con notas. Yo sé todo lo que quieras saber de ella —sonrió suavemente—. Solamente deberías preguntarme.

     Me confundí.
—¿Disculpa? —tartamudeé—. ¿¡Qué... !?

—¡Ya! Sólo quería asustarte un poco —sonrió plenamente, pero tan rápido como lo noté, su reacción se esfumó—. No le diré lo que pasó, pero tampoco actúes como un idiota. Y si te he hablado, fue porque no se me ocurrió nada más en éstos días.

     Asentí sin entender nada.
—Entiendo —eso no era verdad.

—No le digas que hemos hablado. Tal vez te pida ayuda algún día y deberás pagármelo —me señaló—. Que el mundo sea tan pequeño debe tener un precio de vez en cuando.

—Ya veo... —sobé mi frente.

—Entra a clase, o tendré que reportarte en serio. Por cierto, no somos amigos. Vete —la miré asustado mientras seguía hablando—. Me comeré tus ojos si no lo haces.

     Lo único que me hacía falta.

...