- Sí mamá, no te preocupes estoy bien, y ya hice dos amigos - comenté por el teléfono.
- Me alegro mucho. Si sé que no estás bien o que algo te pasa no podría estar tranquila mi niño.
- Quédate más que tranquila. Lo único malo es que te extraño mucho.
- Yo también, pero es por tu bien - dijo débil.
- Te amo mami.
- Te amo bebé.
Tomé un respiro mientras cortaba la llamada, alejarme de ella me estaba costando más de lo que yo mismo creía.
Miraba el techo mientras una pequeña manta cubría mi cuerpo, estaba odiando este clima.
- ¿En dónde estabas? Me aburro - dije para Joan.
- Estaba en un electivo.
- ¿Cuál escogiste tú?
- Voluntariado comunitario - respondió.
- ¿Qué? ¿Y eso te gusta? - pregunté extrañado.
- Sí, refresca mi mente.
- Siento que me aburro, quisiera ir a otros lugares, me cuesta estar encerrado - comenté.
- Podríamos salir a caminar - propuso.
- ¿Y si en la noche vemos una película? Ahora tengo atletismo.
- Perfecto, podría ir por algo para que comamos en la noche.
- Eres eficiente, eso me gusta. Me voy, no quiero regaños.
- Que te vaya bien - deseó.
Esperaba no lesionarme a la primera corrida, desde aproximadamente tres años que no practicaba atletismo.
A medida que iba pasando la clase me fui sintiendo más cómodo, además de darme cuenta de que mi rendimiento no había reducido significativamente.
Me di un buen baño, el ambiente en el vestidor era muy divertido y sentí muy incluído.
Caminé lentamente, la verdad no tenía prisa. Sentí un golpe en la cabeza que admito me había dolido, levanté la pelota de fútbol viendo la cara de satisfacción de quién se había convertido en mi único enemigo.
- QUÉ TE PASA.
- PRINCESA - gritó lanzando un beso.
Lancé la pelota lo más lejos de ellos, noté que había un entrenador, lo que realmente no me importó.
Mi cuerpo casi pierde el equilibrio ante un empujón, me giré intentando no caer en su provocación.
- Ahora no, no quiero pelear - dije conteniendo mi rabia.
- Muñeca - dijo en sarcasmo.
Reí hasta ya no contener las ganas de golpearlo, lancé un puñetazo que hizo que su linda y suave piel quedara roja.
Supuse que no se quedaría quieto, por lo que la pelea se tornó intensa e imparable.
Ambos nos golpeamos a tal nivel de sangrar, fue ahí cuando nos separaron y nuevamente nos llevaron hasta la autoridad máxima.
La verdad no entendía porque la demora, al menos hasta que ví a mi padre y otras dos personas, al parecer familiares de Christopher.
- Que hiciste.
- Solo basta con que veas mi rostro papá.
- Los llamé porque sus hijos ya habían tenido problemas, no toleramos estas actitudes y esto amerita expulsión - recordó.
- Directora, de seguro no fue culpa de mi hijo - excusó esa señora.
- Le comento que su hijo fue quien me provocó - añadí.
- Erick basta - pidió mi padre.
Puse los ojos en blanco, aunque en realidad no esperaba menos de él.
- No es mi práctica expulsar alumnos, velamos por un futuro bueno para ustedes, por lo que tomé una decisión.
- ¿Cuál? - preguntó mi padre.
- La convivencia es algo que se obtiene con esfuerzo, por lo que ambos necesitan poner de su parte. Es decir, que desde hoy compartirán habitación.
- ¿QUÉ? - gritamos ambos.
- ¡Pero se van a matar! Christopher no convivirá con él - añadió su padre.
- Perfecto, entonces vayan buscando nueva secundaria para sus hijos, porque están expulsados definitivamente. Es eso o la expulsión.
Los tres se miraron algo preocupados, ellos porque seguramente pensaban que tenían asegurado el futuro de su hijo en este lugar, mi padre porque al estar yo becado no tendría otra oportunidad así.
- Acepto - soltó mi padre.
- ¡Pero papá!
- Está bien directora, que sea así.
- No estás hablando enserio mamá - negó Christopher.
- Perfecto, y no se preocupen, pondremos orden entre estos dos chicos, me comprometo.