- Hey ¿A dónde tan alterado? - pregunté para Alex.
- A la dirección, ya no aguanto a ese maldito imbécil.
- Se refiere a Christopher - añadió Joan.
- ¿Fue solo él? - pregunté curioso.
- Él nada hace solo, además es un maldito cobarde. Con qué ganas le partiría la cara - dijo tocando su cara.
- ¿En dónde está?
- En el baño, pero sus amigos ya no están ahí - comentó Joan.
- ¿Alex serías capaz de desquitarte?
- Claro que sí.
- Es tu día de suerte, vamos, nosotros te esperaremos afuera en caso de que lleguen sus amigos - dije.
Sonrió ante la idea, si bien con Christopher estábamos teniendo un pequeño acercamiento no podía dejar que siga haciendo de las suyas, debía aprender.
Fue cosa de segundos escuchar como dentro del baño se escuchaban golpes, tanto Joan como yo estábamos curiosos por saber si nuestro amigo estaba liderando.
- ¿Será que lo está golpeando a él? - preguntó.
- ¿Él había peleado antes?
- No que yo sepa.
- Mierda - dije entre dientes.
Abrí la puerta viendo como Christopher estaba sobre él, envolví mis brazos en su abdomen intentando quitarlo en lo que Joan levantaba a Alex.
- TE VOY A MATAR HIJO DE PUTA - gritó Christopher.
- INTÉNTALO Y HAGO QUE TE SAQUEN PORQUE YO TAMBIÉN PUEDO CONSEGUIRLO - añadió Alex.
- Ya llévalo afuera, ya los alcanzo - dije para ellos.
Solté a Christopher apenas la puerta se cerró, pasó el dorso de su mano intentando quitar la sangre que debido a los golpes salió.
- ¿Esos son tus amigos?
- Puedo decir lo mismo de los tuyos, ustedes lo golpearon primero y fue justo ¿no?
- Osea que tú sabías - dijo cruzado de brazos.
- Fue mi idea - reí.
Salió de ahí sin decir más, mentirle hubiera sido peor pero con o sin mentiras él se molestaba de todas formas.
- Fuera - empujó.
- ¡Oye también es mi cuarto!
- ¿Ves que me importe? - dijo en sarcasmo.
El portazo se hizo sentir, pero una vez más su enojo no lo dejaba pensar con claridad.
- Tengo llave idiota - dije pasando.
- Alcanza a tus amigos, que por cierto me caen terrible, son unos...
- Genios - completé.
- FUERA - gritó lanzando una almohada.
- Te ayudo - ofrecí acercándome.
- No.
- Ay por favor, si se te nota que quieres que me quede. Dame eso.
- Yo me iba a curar.
- Exacto, ibas. Permiso - dije sentándome sobre sus piernas.
No era el mejor curando heridas o golpes, pero una que otra serie me había enseñado a hacerlo. Se quejaba de vez en cuando, no había notado que no era exactamente un rasguño.
- Bonitos ojos - soltó.
- Siempre me lo dicen, al menos sé creativo.
- Maldita sea, contigo no se puede.
- No te muevas...¡Chris!
Mi delgado cuerpo tocó por completo los suaves cobertores de su cama, todo en él parecía tener su olor tan característico.
- Ya hiciste lo tuyo, gracias - dijo depositando un beso.
- Quiero que los dejes de molestar.
- ¿Por qué? Erick, están acostumbrados.
- Porque si lo vuelves a hacer vamos a tener problemas, si me veo en la necesidad de defender a esos imbéciles como les dices tú lo voy a hacer, con ellos no - advertí.
Negó sin dejar que me levante, todo lo contrario, nuevamente sus labios estaban haciendo posesión de los míos. Su mano en mi muslo no niego que me provocó, estábamos sometidos a un juego que ninguno quería perder, pero que tampoco comprendíamos.
Sus movimientos pélvicos sobre mi me hicieron reaccionar, lo quité sabiendo de inmediato lo que pretendía.
- ¿Asustado mi amor? - preguntó riendo.
- No, pero a mi cualquiera no me tiene.
- ¿Estás seguro? Porque hasta donde sé, te tuve, te tengo y te puedo seguir teniendo...mi amor.