⇻Someone Else⇺Jenlisa/Chaelisa fanfiction

⇻Perdón

Doble actualización porque puedo, quiero y tengo un espacio.

Así que denle amor:(

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  Un grito quedó atorado en la garganta de Lisa cuando cayó en el balcón del piso número cinco. Todo había pasado tan rápido que sus emociones quedaron atrapadas en su cuerpo, sus rodillas no habían soportado el peso de la caída y se golpeó un tanto duro contra el suelo, pero nada demasiado grave o extremo gracias a que milagrosamente pudo frenarse un poco con la sábana. Le tomó unos cinco minutos poder calmar su respiración y volver a sus cinco sentidos, apenas lo logró se puso de pie, aún sintiendo el dolor en sus piernas, y tomó la maceta con una pequeña planta que había de decoración. Sabía que lo que estaba siendo era probablemente ilegal pero  no tenía más opciones en ese momento, ya se había tirado dos pisos para abajo, no había vuelta atrás. Volviendo a recuperar su valentía, tiró con todas sus fuerzas el objeto para romper el cristal de las puertas corredizas, cortándose levemente en el proceso. Un poco de sangre había goteado por sus brazos pero no se preocupó demasiado, la adrenalina que sentía en el momento opacaba el ardor de sus cortaduras y también de sus pobres rodillas. Afortunadamente la habitación no tenía algún tipo de alarma, así que cuando ingresó pudo hacerlo sin llamar la atención de ningún gerente o apartamento vecino.

  Se dirigió al pequeño teléfono de servicio y marcó al único número que se sabía de memoria, esperaba que atendiera rápido, no tenía mucho tiempo para poder escapar de la castaña que golpeaba arduamente la puerta de su habitación. Lo único bueno, es que había dejado de escuchar el balbuceo e insulto constante de Rosé, que no sólo la ponía más nerviosa pero que también clavaba dagas en su corazón el escuchar palabras como perra y zorra. Todavía no podía creer que la chica que tenía una mirada dulce y sonrisa inocente, haya sido la misma que con una mano dura la tocó y que con una voz dominante callaba sus sollozos. Se perdió en ese hilo de pensamientos hasta que al sexto tono, la persona del otro lado de la línea habló.

—Jennie Kim, ¿quién habla?—La voz rasposa de la morena sonó a través del aparato.

—Jen, soy yo, Lisa—Dijo rápido—. No preguntes cómo ni porqué te estoy llamando, necesito tu ayuda. Veme en el café de siempre en veinte minutos.

—Cuenta conmigo Lili—Aseguró firme porque pudo escuchar la desesperación proveniente de la rubia.

—Sé que sí—Colgó.

  Lisa volvió a tomar la mochila que dejó reposando sobre una silla y caminó hasta la puerta principal, que obviamente estaba cerrada.

"Estúpida"

  Intentar romper la puerta llevaría mucho tiempo, tiempo que alcanzaría para que Chaeyoung la atrapase. Una gran y brillante idea cruzó la mente de Lisa y si fuese un dibujo animado, sin duda aparecería una bombilla de luz sobre ella. Volvió a tomar el teléfono pero esta vez, el número de recepción fue el que teclearon sus dedos.

—Recepción, ¿qué se le ofrece?

—Uh, yo me quedé encerrada en mi habitación—Mintió mordiéndose el interior de su mejilla—. ¿Podría venir a abrirme? Mi tarjeta no anda y tengo una muy importante reunión en unos minutos.

—Por supuesto señorita, ya envíamos a alguien del personal para abrirle.

—Gracias.

  Escuchó como la línea quedó en un silencio sepulcral y bajó el teléfono de su oreja, volviendo a colocarlo donde debería estar. Se sentó en el pequeño sofá, sus piernas juntas y sus manos masajeando sus rodillas suavemente, cada minuto el dolor aumentaba, esperaba poder aguantar lo suficiente como para poder llegar corriendo al café. Miró hacia el balcón por el que había entrado, era un día precioso, el calor estaba presente y la humedad también, ideal como para pasear por la calle y no para estar corriendo de una novia, o bueno ex-novia loca. Pasaron unos siete minutos hasta que oyó el pitido que emitía la puerta cada vez que era desbloqueada y giró su cabeza tan rápido que su cuello tuvo un pequeño tirón. La figura de un hombre robusto se dejó ver detrás de la madera pero Lisa salió corriendo con su mochila en mano antes de poder apreciar un poco más a la persona que vino a ayudarla.