⇻Someone Else⇺Jenlisa/Chaelisa fanfiction

⇻Solsticio de invierno

I'm back

Capítulo más largo de lo habitual, así que denle amor❤

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  9 meses después del último juicio...

  Jisoo iba caminando por las ocupadas calles de Los Ángeles, lentes negros y un gorrito metido hasta el marco de estos en un intento de ocultar su identidad, avanzaba cabizbaja recibiendo algunas miradas extrañadas pero que no le tomaban la suficiente importancia como para detenerla. Era una de las cosas por la que estaba más agradecida de haberse mudado a Los Ángeles, no sólo el clima era de su agrado, también debía hacer un esfuerzo mucho menor al que debía hacer en Corea sólo para ocultar su identidad. Los ciudadanos parecían tan ocupados en sus propios asuntos que apenas tenían tiempo de ojear los de los demás, y le gustaba, así debería ser.

  Ya comenzaba a hacerse tarde y el sol empezaba a bajar para esconderse en el horizonte, Jisoo estaba en camino al consultorio del psicólogo, en busca de Lisa. Hoy le había dicho a la menor que iría a buscarla, desde todo aquello que pasó entre ellas, Jisoo comenzó a cuidar mucho más de Lisa, si es que eso era posible. Incluso Jennie a veces creía que estaba exagerando pero no decía nada porque veía la felicidad impregnada en la cara de ambas cada vez que se reunían.

  Estos meses habían estado bien, estables más que nada. A veces tenían un par de caídas y baches en donde se sentían deprimidas o con bajos ánimos pero cada vez eran menos intensos y menos frecuentes. Los primeros dos habían sido los peores, pesadillas, gritos y llantos sólo podían escucharse en la casa, principalmente en la noche, y la mayoría provenientes de Lisa pero eso no significaba que Jisoo y Jennie no habían tenido de las suyas. En cuanto a Chaeyoung, ninguna había tenido noticias, ni buenas ni malas y no sabían como tomarlo, porque probablemente eso significaba que no había habido mejora y eso les quitaba un poco de esperanza.

  Jisoo dejó escapar el aire por su boca, un fino hilo de vapor salió de ella cuando chocó contra la temperatura fría. Pateó una pequeña piedrita que se cruzó en su camino y cuando levantó la vista pudo ver como poco a poco el acumulamiento de gente comenzaba a desaparecer, cuando llegaba la noche la ciudad comenzaba a dormirse. A menudo se cuestionaba si la vida volvería a ser así, tranquila. No era la primera vez que recogía a Lisa de sus citas y siempre que iba, el sentimiento de nostalgia la azotaba pero ese día parecía hacerlo aún más que de costumbre. Las cosas habían estado jodidas, aún lo estaban, y aún así jamás podría dejar de guardar la esperanza de que todo volviera a su lugar. El atardecer parecía detener el tiempo, todo parecía estar tan pacífico y en calma como si todas las preocupaciones del mundo desaparecieran hasta que el sol se escondía por completo. Nunca fallaba en hacerla volver a esos tiempos en dónde sólo eran cuatro simples amigas, con sentimientos de por medio pero tan tenues que no eran problema, tan enfocadas en su sueño y compromiso que no importaba qué, su amistad iba primero.

  Llegó hasta la puerta y esperó fuera, Lisa siempre salía sola, no hacía falta entrar. Se recargó sobre la pared y siguió observando el cielo, la temperatura bajaba, podía sentirlo pese a su abrigo y ya casi no habían personas rondando, sólo unas pocas que no parecían interesadas en ella. Una cabellera rojo furioso cruzó por la vereda de enfrente y el corazón de Jisoo se comprimió, aquello siempre le recordaría a Chaeyoung, ya no la quería pero a pesar de todo, nunca podría dejar de considerarla una amiga.

  Una de las preguntas en las que siempre solía perderse era en cómo le estaría yendo a la castaña en prisión, sabía que no era el lugar más agradable de todos. Por ser famoso, tienes ventajas y privilegios pero la incomunicación y el poco contacto con el mundo exterior era igual para todos. Aún guardaba la esperanza de que su teléfono sonara en su bolsillo y que fuera una llamada de Chaeyoung, la dulce y cuerda joven que conoció, que le contara todas sus anécdotas en prisión entre risas y llantos pero que siempre haya aprendido algo en ellas, que tuviese la valentía suficiente de pedir perdón e intentar solucionar —aunque sea mínimamente— las cosas.