Capítulo 19

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Para una adolescente de diecisiete años no es fácil encontrar trabajo en esta ciudad, puesto que ya hay otros adolescentes en esos trabajos y las personas prefieren contratar a mayores para evitar problemas.

Realmente, no tengo ni idea de qué hacer con mi vida, pero sé que debo hacer algo. Mejor esperemos a que eso pase.

Luego de tratar de conseguir trabajo decidí ir con mi padre a preguntar sobre mi hermano y también lo decidí puesto que Sam quiere que la cubra con su cita. Así que no puedo regresar a su casa hasta que ella me avise y así llegar juntas.

  — Él no puede recibir visitas hoy, Noah. — frunzo el ceño.

  — Pero es Lunes.

  — Lo siento, él no quiere...

  — Claro, ahora se hace la víctima. — me cruzo de brazos. — ¿Y ahora que excusa te dió, Luis? — En todo este tiempo, Luis, un empleado de aquí, ha evitado mirarme a toda costa. — Bueno, supongo que me iré... — Doy un paso hacia la salida, pero doy media vuelta y empiezo a correr a las habitaciones hasta llegar a la suya. Pero antes de entrar, Luis me detuvo.

  — Tuvo un recaída, Noah. — lo miro. — Aunque creas que este lugar es seguro, no lo es tanto, hay algunos pacientes que ingresan con...

  — ¿Sobredosis? — pregunto respecto a mi padre, los demás pacientes no me importan y lo que hagan mucho menos.

Luis asiente en respuesta. — Es mejor que regreses a casa.

  — Solo quiero preguntarle una cosa y me voy, no me volverás a ver por aquí. — frunce el ceño.

  — ¿No visitarás a tu padre? Eres su única familiar.

  — Me tengo que solucionar la vida, Luis. No tengo tiempo para visitar a una de las personas que me la arruinó. — Entro a la habitación y le pido a Luis que espere afuera. — Él no está aquí. — volteo a verlo.

  — Enfermería. — sonríe señalando el lugar.

Era algo obvio, pero ¡¿yo que iba a saber?! Es la primera vez que alguien que conozco sufre una sobredosis.

Llego y veo a mi padre recostado sobre una de las camas, me acerco y hago la pregunta.

  — ¿Cómo se llama?

  — Noah... — me cruzo de brazos. — Estás aquí... — sonríe.

  — ¿Cómo se llama?

  — ¿Quién, cariño?

  — ¿Cómo se llama mi hermano? — Se sienta sobre la cama de manera lenta.

  — Ashton. — Cuando estaba por hacer otra pregunta, dice algo que no esperé escuchar. — Pero le cambiaron el nombre por una tradición familiar, no recuerdo cuál era el nombre, lo siento.

  — ¿Cómo se llama tu amigo?

Mira un punto fijo sobre su cama, intentando recordar, supongo.

  — Antonio. — me mira. — Antonio Romano. — asiento y memorizando los nombres. — Buscarás a tu hermano...

  — ¿A qué se dedicaba tu amigo?

  — Éramos muy jóvenes y ni siquiera habíamos terminado la universidad, él estaba estudiando cine. No sé si se dedique a eso ahora. — asiento.

Google, tú y yo tenemos una cita toda esta noche.

  — ¿En dónde vivía?

  — En... — me mira. — No lo recuerdo, han pasado muchos años y he olvidado muchas cosas. — Claro, con todo lo que te metías, no me sorprende.

Melodía momentáneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora