Capítulo 57

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Entramos al departamento minutos después de habernos calmado y veo a mi hermano tomándose su famoso té que siempre lo ayuda a dormir. Habrá sido la única manera que encontró para calmarse y no ir a por Daniel.

  — Noah... — me llama y voy a la cocina junto con él. Carlos se va con las chicas que están arreglando el desastre que hizo Daniel en la sala. En toda la casa se siente una tensión muy fuerte que me está llegando a incomodar.

  — Escúchame...

  — ¡No, escúchame tú a mí! — suspiro y asiento. — Vas a ir a esa habitación y lo vas a obligar a irse.

  — ¡Está enfermo, Samuel!

  — ¡Está enfermo porque quiere! Él tomó la decisión de consumir drogas, ¿no? — No necesitaba un problema más en el cual pensar y mi hermano me viene con esto. — Yo no quiero a ningún drogadicto en mi casa, mucho menos si se dedica a golpear a mi hermana.

  — Samuel, él no está bien. — suspiro y tomo a mi hermano de los brazos. — Por favor, solo deja que cambie el destino de su vuelo. — niega con la cabeza. — Haré que vaya a casa con su familia y con papá.

  — Vaya, que buena idea la de mandarlo con otro drogadicto. — sonríe con ironía.

  — ¡Te estás pasando! — me alejo de él y rueda los ojos. — ¡Es nuestro padre!

  — Será tu padre. — suspiro y decido cambiar de tema. No es bueno discutir ahora y menos cuando se trata sobre papá, a Samuel siempre le enoja que lo mencione.

  — Solo dame tiempo de convencerlo a que regrese a casa, luego de eso te prometo que no me entrometeré más, lo juro. — Estoy comprometiéndome a alejarme de nuevo de Daniel, pero claramente no lo haré del todo. Bueno, mi hermano no tiene que enterarse que aún mantendré comunicación con Daniel. Samu deja su taza sobre la encimera y se cruza de brazos. — Por favor, dame tiempo. — junto mis manos, prácticamente le estoy rogando. — No lo voy a dejar a su suerte ahora, está mal.

  — Tienes dos horas. — toma sus llaves y camina hacia la puerta principal.

  — ¿Samuel? — le pregunta Sam mientras se acerca a él. — ¿A dónde vas? — Él ni siquiera voltea a mirarla, simplemente sale del departamento sin decir palabra alguna.

  — ¿Qué haremos? — pregunta May minutos después de habernos calmado todos. Nos sentamos en los sofás de la sala, debemos tomar alguna decisión que sea razonable para la situación de Daniel.

  — Iré con él. — dice Carlos. — Le pediré dinero prestado a un amigo de la universidad para pagar el vuelo. No voy a dejar a Daniel solo, esta vez no.

  — Pero te endeudarás y no estás en condiciones, Carlos. — le digo. Con el tema de la universidad y que acaba de perder el trabajo hace un par de meses, no creo que lo más conveniente sea esto. Apenas puede mantenerse con sus ahorros y con el dinero que le mandan sus padres.

  — No me importa.

  — Yo te presto el dinero. — dice May. — De hecho, ni te lo voy a cobrar.

  — May, no tienes porqué...

  — ¡No, no, sí tengo porqué! — dice ella levantándose del sofá. — Esto es por nuestro amigo y el dinero va a ser lo menos importante, lo más importante es recuperar a nuestro Daniel.

  — ¿Tú irás? — me pregunta Sam y los tres me miran.

Niego con la cabeza. — Samuel no me lo va a permitir y no tengo el dinero para los gastos necesarios. Además, no puedo permitirme estar tan cerca de Daniel en todo este proceso.

Melodía momentáneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora