Capítulo 36

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Veo a Noah comiendo de la sopa que me ayudó a preparar, mientras sigue escuchando de las canciones que tengo de Etham. Parece que sí le gustó, no ha soltado mi teléfono en un gran rato.

  — Dani, cariño. — volteamos a ver a la puerta, mamá va llegando junto a mis hermanas. Ellas no han estado aquí con nosotros porque mamá fue a traer nuestras cosas de casa, mientras papá no está. Yo no pude ir porque pasó lo de mi suspensión y eso, mañana igual y voy a traer lo que resta. — Noah. — dice un poco sorprendida. Tomo las maletas y las ayudo a colocarlas en algún rincón. — No esperaba verte por aquí, hermosa.

  — Hola. — sonríe y va a saludarla. — Pues, debo estar con mi padre, ¿no?

  — ¿Qué cocinaste? — pregunta Lana mirando la olla.

  — Sopa de verduras. — respondo.

— ¡No! ¡¿Por qué?! — se queja y me cruzo de brazos.

  — ¡Hey! — miramos a Noah. — ¿No te gustan las verduras? — se agacha frente a ella.

  — ¡No! ¡A nadie le gustan las verduras!

  — ¿Ahora me llamo nadie? — sonrío. — ¿Realmente no te gustan o simplemente te estás dejando llevar por lo que dicen la mayoría?... Lamentablemente le han creado una mala fama a las verduras en cuanto a su sabor. Desde pequeños escuchamos que son horribles, pero... ¿Crees que realmente sea eso? ¿Por qué odiar algo que te hace tanto bien?

  — Pero... Es que no me gusta.

  — ¿Por qué no pruebas la sopa? — le pregunto y me miran. — Noah me ayudó a hacerla. — me acerco y saco una cuchara. — ¿Quieres probar? — niega con la cabeza.

  — Hey, hazlo por mí, ¿sí? — mira a Noah. — Si te gusta... Te compro un helado. — Y así es como tenemos a Lana probando de la sopa que preparamos. — ¿Y qué tal?

  — Sí me gusta... — dice bajito.

  — Lo siento, ¿qué? — le pregunto. — No te escuché.

  — ¡Sí me gusta! — me empuja y río.

Se va junto a Hannah a desempacar algunas de las cosas que trajeron, mientras les sirvo.

  — Me han sorprendido. — dice mamá bajito, ambos la miramos. — Han logrado hacer que Lana coma verduras sin tener que gritarle. — sonríe. — Ustedes siempre han sido un gran equipo, que bueno que ahora han vuelto a ser amigos. — sonrío un poco incómodo. Trato de no mirar a Noah porque sé que debe estar en la misma situación. — Pero aún así los voy a castigar por su expulsión.

  — Mamá... No fue nuestra culpa.

  — Se salieron de clases como si estuvieran en su casa.

  — ¿No dicen que la escuela es nuestro segundo hogar? — Escucho a Noah reír y mamá me empuja.

Narra Noah:

Escuchamos a Alejandra contarnos sobre lo que hacíamos de pequeños, mientras espero a que mi padre regrese del trabajo.

  — Y su hermano va, se sube al árbol solo para sacar su camiseta que Carlos había lanzado por andar molestándose y cuando está arriba, Noah estaba ahí sentadita en la rama. — río al recordar eso. — ¿Ya te acordaste? — asiento.

  — Sí, Daniel estaba ya para el otro lado, apenas y seguía respirando.

  — ¡Me agoto rápido, ¿ok?! ¡Supérenlo! — me mira. — Tú ni me ayudaste, estabas ahí saludándome, mientras dejabas en claro que tú eres la atlética. — río.

Melodía momentáneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora